Ecos del corazón
Querida J.P
Mis domingos ya no son iguales. Desde que desapareciste, los días se han convertido en un desfile interminable de sombras y las noches en un abismo. La soledad se ha convertido en mi única compañía, y el arrepentimiento pesa en mi corazón como una piedra, se ha instalado en mi pecho como un huésped indeseado, y cada detalle de nuestra historia resuena con ecos de lo que pudo ser. No hay un solo momento en que no desee volver atrás y cambiar todo lo que nos llevó a este punto.
Recuerdo cómo comienza aquella canción de Seafret Atlantis: "las aves han dejado los árboles". Cada momento sin ti es una eternidad, y el peso de tu ausencia es un yugo que llevo con resignación. Este noviembre que pasó fue un desierto sin tu presencia, un recordatorio constante de lo que perdí.
Este mes que entra hoy será especialmente difícil, sabiendo que tampoco estaremos juntos para compartirlo. En mi lista de música siempre encuentro fragmentos de nuestra bonita relación, todas ellas me recuerdan mucho a ti, a nosotros, y a todo lo que tuvimos. Y como dijo Borges, "uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única". Tú fuiste, todo, eres y serás única para mí, y el vacío que has dejado es insondable.
Sé que no estoy en tu lugar, que nunca podría imaginar cómo te sientes ahora; sin embargo, soy consciente de la magnitud del daño que te infligí. Y como buena persona egoísta solo cuento mi versión en esta carta, únicamente hablo del profundo dolor que estoy experimentando en este momento. Pero no soy valiente de expresar a todos lo que te cause con mis acciones.
Sabes, a pesar de mi deseo ferviente de escribirte, y tratar de recuperar cada risa, cada susurro compartido, respeto tu decisión. El anhelo más grande que tengo es que encuentres felicidad, incluso si eso significa que debo soltarte, dejarte ir a otros brazos. Sería como colocar un barco de papel en el agua y ver entre lágrimas cómo se lo lleva la pequeña corriente.
Aunque el frío me queme, siempre te desearé la paz y la felicidad, incluso si nuestros caminos nunca se juntan para lograrlo.
No fue en la primera, cariño, tampoco en esta segunda, mi flaquita, pero espero de corazón que en la tercera vida pueda suceder mi amor. Y si los vientos dicen que volveré a fallarte, entonces espero que el destino se tuerza y no te cruces con este ser, que lo único que sabe hacer, al parecer, es estropear el corazón de los dos.
Si mi corazón está lleno de arrepentimiento y el deseo de enmendar mis errores es inmenso; sin embargo, he decidido no mover un dedo para forzar tu regreso. Te respeto demasiado como para intentar retenerte contra tu voluntad. Prefiero que encuentres tu propio camino, incluso si eso significa no volver a saber de ti.
Siempre llevaré en mi corazón los recuerdos de lo que compartimos, y te deseo lo mejor en cada paso que des.
Con todo mi amor y arrepentimiento: A.
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