This week in the work of compiling our experiences following the proposal made by @ericvancewalton in Memoir Monday #16 (6/23-6/30) - How Has Your Country Changed During Your Lifetime?, we are asked: How has your country changed during your lifetime?

A question that I find quite delicate to answer because of all the connotations in it and as they say, history belongs to the one who tells it, meaning that there is no objectivity possible, it will always be a subjective view that is born from the experience, from our own perceptions, from the interpretations we make of the facts that make up our reality. Based on these ideas, I share with you my memories.

For those of us who were born in Venezuela in the early sixties, we were accompanied by a beautiful idea: We are children of democracy, because after a ten-year military dictatorship (1948-1958) and the signing of the Pact of Punto Fijo, a pact of governability between the political parties, the new decade opened with great expectations, a period that lasted approximately forty years, today called the IV Republic.

These forty years were the years of my childhood, adolescence and youth with all the classifications I can have. The truth is that I lived it with intensity and with values that today I do not recognize in our social dynamics. In those years I felt that I had the opportunity to choose what I wanted to be and do in my life and within my country, if it was here that I wanted to be, today this is one of the fundamental changes that has occurred in our particular world.

I am referring to emigration, our young people have emigrated because those opportunities are more restricted in terms of real possibilities to study, to the income they can obtain to fulfill dreams, desires and expectations. This emigration has also transformed the way the outside world looks at us as a nation.

We have become "unwanted" and although here we handle the idea that "the good ones are more", it is still true that eight million migrants, no matter how distributed they are, collapse any country, in addition to that, if they are people, they are not very good to live with.

Venezuela has never had a robust economy, although it had its best period as a single oil producing country, where there was a climate of abundance, prosperity and opportunities, but let us not deceive ourselves, with rampant corruption and a large social segment with great shortages. The moment of disenchantment arrived, the population demanded a change and the "awaited messiah" came to the public arena.

In the last twenty-five years my country has changed significantly, these changes have been mediated by the political-ideological work, which has created a significant division in society, family, institutions.

A change that for many has not been positive, we have seen with sadness how the economy has collapsed, with one of the highest inflation rates in the world and a corruption that exceeds any idea that not even magical realism could pick it up.

Within its contradictions we have, for example, public health, which was never a model to follow, at least it covered the supplies for surgical interventions, today in the so-called V Republic you have to cover these supplies, in public schools children have two days of class a week, and in general I feel that we live in a state of legal defenselessness and in some areas of social work there is a kind of anarchy and deeper inequalities every day.

True to my principle of finding positive aspects to situations, I can say that in my city, in the last few years, public recreational spaces have been refurbished to offer safe and beautiful family recreation, such as squares and parks.

The truth is that I wish I could talk about the changes that have occurred from a different perspective, find positive facts to highlight and a kinder vision of what we are today as a nation, but I simply cannot, from my point of view, talk about changes at the level of the country, of society, part, whether we like it or not, of the political fact.

En Español

Esta semana en el trabajo de compilar nuestras vivencias siguiendo la propuesta que nos hace @ericvancewalton en el Memoir Monday #16 (6/23-6/30) - How Has Your Country Changed During Your Lifetime?, se nos plantea: ¿Cómo ha cambiado su país a lo largo de su vida?

Una pregunta que me resulta bastante delicada de responder por todas las connotaciones que hay en ella y como dicen por allí, la historia es de quien la cuenta, significando con ello que no hay objetividad posible, siempre será una mirada subjetiva que nace de la vivencia, de las percepciones propias, de las interpretaciones que hacemos de los hechos y que conforman nuestra realidad. Partiendo de estas ideas, les comparto mis memorias.

Para los que nacimos en Venezuela en los primeros años de la década de los sesenta nos acompañó una idea hermosa: Somos hijos de la democracia, pues tras una dictadura militar de diez años (1948-1958) y la firma del Pacto de Punto Fijo, un pacto de gobernabilidad entre los partidos políticos, la nueva década se abrió con grandes expectativas, un periodo que duró aproximadamente cuarenta años, hoy llamado la IV República.

Estos cuarenta años, fueron los años de mi niñez, adolescencia y juventud con todas las clasificaciones que pueda tener. Lo cierto es que la viví con intensidad y con unos valores que hoy en día no los reconozco en nuestra dinámica social. En aquellos años sentía que tenía la oportunidad de elegir lo que quería ser y hacer en mi vida y dentro de mi país, si era aquí que deseaba estar, hoy esto es uno de los cambios fundamentales que ha ocurrido en nuestro particular mundo.

Me refiero a la emigración, nuestros jóvenes han emigrado porque esas oportunidades están más restringidas en cuanto a posibilidades reales para estudiar, a los ingresos que puedan obtener para cumplir sueños, deseos y expectativas. Esta emigración también ha transformado la mirada del exterior hacia nosotros como nación.

Nos hemos convertido en “no deseados” y aunque por acá manejamos la idea de que “los buenos somos más”, no deja de ser cierto que ocho millones de migrantes, por mucho que estén distribuidos, colapsan cualquier país, adicional a ello, si son personas, de no muy bien vivir.

Venezuela nunca ha tenido una economía robusta, aunque tuvo su mejor época como país mono productor petrolero, donde se respiraba un clima de abundancia, prosperidad y oportunidades, pero no nos engañemos, con una corrupción galopante y con un amplio segmento social de grandes carencias. Llegó el momento del desencanto, la población pedía un cambio y salió a la palestra pública el “mesías esperado”.

En los últimos veinticinco años mi país ha cambiado notablemente, estos cambios han estado mediados por el quehacer político-ideológico, lo que ha creado una división significativa en la sociedad, la familia, las instituciones.

Un cambio, que para muchos no ha sido positivo, hemos visto con tristeza como se ha derrumbado la economía, con una de las inflaciones más grandes del mundo y una corrupción que supera cualquier idea, que ni el realismo mágico, la pudiera recoger.

Dentro de sus contradicciones tenemos, por ejemplo, la salud pública, que nunca fue un modelo a seguir, por lo menos cubría los insumos para intervenciones quirúrgicas, hoy en la llamada V República tienes que cubrir estos insumos, en las escuelas públicas los niños tiene dos días de clase en la semana, y en línea general siento que vivimos en un estado de indefensión legal y en algunas áreas del quehacer social hay una especie de anarquía y de desigualdades cada día más profundas.

Fiel a mi principio de encontrarle aspectos positivos a las situaciones, puedo decir que en mi ciudad, en los últimos años, se han remozado espacios recreativos públicos que ofrecen esparcimientos familiares, seguros y hermosos, como plazas, y parques.

La verdad es que desearía poder hablar de los cambios ocurridos desde una perspectiva distinta, encontrar hechos positivos para resaltar y una visión más amable de lo que somos hoy como nación, pero sencillamente no puedo, desde mi punto de vista, hablar de cambios a nivel de país, de sociedad, parte, nos guste o no, del hecho político.