Una costumbre que se está arraigando en mi desde hace tiempo es la sentarme en una silla a esperar a que mi yerno y compañero de golf termine su clase, por supuesto luego de lanzar mi balde de 100 pelotas tratando de ensayar y lograr mejores tiros con varios palos diferentes.
Pero ese asiento es privilegiado, posee una vista única de la laguna que protege al hoyo 9 del campo de juego del club José Jurado.
Desde allí puedo observar con demasiada regularidad como muchas pelotas terminan en el fondo del espejo de agua, para tristeza de sus propietarios y para el beneplácito de los que luego ingresan al agua con trajes de neoprene y un dispositivo para recogerlas, lavarlas y luego venderlas, casi con seguridad, a varios de los mismos que las perdieron. Es que las pelotas de golf no son baratas y comprar usadas es una buena forma de preservar capital, después de todo, está casi asegurado que varias de ellas volverán al agua eventualmente.
No es de sorprender el hecho de que muchos pierden pelotas en las diversas lagunas que los diseñadores de campos de golf colocan en lugares estratégicos solo con la intención de hacer más difícil el score en cada hoyo. Y tampoco debe sorprender al lector que se pierdan muchas pelotas en esos espejos de agua. Justamente, siguiendo la última ronda por TV de la fecha eliminatoria del campeonato FedEx, culminación del circuito de la PGA, con una bolsa de 25 millones de dólares para el ganador, pusieron en pantalla un cartel indicando que, desde el comienzo del torneo el día jueves anterior, y hasta ese momento cuando aún restaban jugar varios hoyos, la cuenta de pelotas al agua entre todos los jugadores era de 136. Piensen por un momento que allí se encontraban jugando los 70 mejores jugadores del ranking mundial. ¡Qué queda para los pobres aficionados que en su mayoría solo pueden practicar una vez a la semana y jugar otro tanto!
Que el golf es un deporte muy difícil no caben dudas, pero al observar esta información se reafirma que realmente nos encontramos ante algo fuera de lo común.
Por ello amigos, la única forma de mejorar y jugar un poco mejor, es practicar, las veces que uno pueda y de ello dependerá mucho de su resultado en un campo de juego. Por supuesto el talento innato es importante pero la práctica es fundamental. No por nada los mejores jugadores dedican 8 y en ocasiones hasta más horas diarias a la práctica.
Con mi yerno tratamos de ir alguno de los dos días del fin de semana y si podemos los dos. En ocasiones cambiamos uno de esos días por ir a jugar, porque para que queremos practicar si luego no llevamos eso al campo de juego. Pero practicar no es jugar, y viceversa. Piensen Uds. que cuando uno está practicando puede efectuar 20, 30 o más tiros con el mismo palo y desde la misma posición, eso no ocurre cuando se está jugando, allí solo hay una oportunidad y si el tiro no es bueno se pagarán las consecuencias en el siguiente.
Yo tengo una rutina que trato de repetir consistentemente en una jornada de práctica, comienzo con una serie de ejercicios de precalentamiento para estirar los músculos y evitar lesiones, luego tomo mi hierro 7 (un palo intermedio) y hago con él los primeros tiros, luego voy al 5 que es un poco más largo y su cara más cerrada, paso al 3 que es más largo y más cerrado todavía, este es un palo para lograr mayores distancias. Por último, finalizo mi práctica con hierros con el 9 que es el más corto y con cara más abierta de todos los anteriores. Para ir cerrando la práctica hago algunos tiros con un híbrido 5 y otro número 3, finalizo con el driver que es el palo más largo y de mayor masa, palo con el que generalmente se sale en los hoyos largos.
Si hay algo de tiempo y ganas se puede ir a practicar chips y putter, el juego corto y el green es donde verdaderamente se obtiene el score.
Es una rutina que no termina allí sino en el balde y el cepillo donde se debe lavar a conciencia cada palo utilizado. Son caros y necesario mantenerlos limpios y secos.
Una jornada de práctica para un aficionado, en ocasiones nos ahorra perder pelotas en el agua.
Practice to improve
A habit that has been taking root in me for a long time is to sit in a chair and wait for my son-in-law and golf partner to finish his lesson, of course after throwing my bucket of 100 balls trying to practice and achieve better shots with several different clubs.
But that seat is privileged, it has a unique view of the lagoon that protects hole 9 of the José Jurado club's playing course.
From there I can observe with too much regularity how many balls end up at the bottom of the water, to the sadness of their owners and to the delight of those who then enter the water with neoprene suits and a device to collect them, wash them and then sell them, almost certainly, to several of the same people who lost them. The thing is that golf balls are expensive and buying used ones is a good way to preserve capital, after all, it is almost certain that several of them will return to the water eventually.
It is not surprising that many lose balls in the various ponds that golf course designers place in strategic places just to make scoring more difficult on each hole. And it should not surprise the reader either that many balls are lost in these bodies of water, just as during the last round of the qualifying round of the FedEx Championship, the culmination of the PGA circuit, with a purse of 25 million dollars for the winner, a sign was put on the screen indicating that from the beginning of the tournament, the previous Thursday and until that moment when there were still several holes to play, the count of balls in the water between all the players was 136. Think for a moment that the 70 best players in the world ranking were playing there. What is left for the poor amateurs who can mostly only practice once a week and play the same amount?
There is no doubt that golf is a very difficult sport, but looking at this information confirms that we are facing something out of the ordinary.
Therefore, friends, the only way to improve and play a little better is to practice, as many times as you can, and your results on the playing field will depend a lot on that. Of course, innate talent is important, but practice is essential. It is not for nothing that the best players dedicate 8 and sometimes even more hours a day to practice.
My son-in-law and I try to go one of the two weekend days, and if we can, both. Sometimes we change one of those days to go play, because why do we want to practice if we don't take that to the playing field later? But practicing is not playing, and vice versa. Think about it. When you are practicing, you can make 20, 30 or more shots with the same club and from the same position. That does not happen when you are playing. There is only one opportunity there, and if the shot is not good, you will pay the consequences in the next one.
I have a routine that I try to repeat consistently during a practice day. I start with a series of warm-up exercises to stretch my muscles and avoid injuries. Then I hit the first shots with my 7-iron (an intermediate club). Then I go to the 5, which is a little longer and has a more closed face. I move on to the 3, which is longer and even more closed. This is a club for achieving greater distances. Finally, I finished my practice with irons with the 9, which is the shortest and has the most open face of all the previous ones. To finish the practice, I hit some shots with a 5 hybrid and another 3, and I finished with the driver, the longest and most massive club, which is generally used on long holes.
If you have time and desire, practice chipping and putting. The short game and the green are where you get the score.
It is a routine that does not end there but, in the bucket, and brush where each stick used must be thoroughly washed. They are expensive and need to be kept clean and dry.
A day of practice for an amateur sometimes saves us from losing balls in the water.
Héctor Gugliermo
@hosgug
