En la medida que leía, las ricas descripciones competían con las imágenes aún guardadas en mi memoria. En tal sentido, establecí un contraste dinámico entre la palabra escrita y las escenas teatrales, dándome un acercamiento a la época victoriana de la Gran Bretaña de mediado del siglo 19. De los motivos, ni que decir. El conflicto, a mi entender, sigue más vivo que nunca. Ebenezer Scrooge encarna al arquetipo de la avaricia e insensibilidad de los hombres de negocios ante los males del mundo. Quizás por ello se mantiene tan vigente desde su publicación en 1843. Pero también, plantea en la transformación del protagonista tras la visita de tres temibles espíritus de Navidad: pasado, presente y futuro; el camino a la redención al que todos tenemos abierto si nos lo proponemos. Claro, si eres un avaro. Ja, ja, ja. Bueno, primero, uno debe examinarse ante su propio espejo para no llevarse sorpresa.

Esta experiencia de lectura, me confirma el porqué el estilo narrativo del novelista fue tan apreciado en su tiempo y lo sigue siendo al día de hoy. No en balde es un clásico que deberías leer alguna vez en tu vida. Claro, no esperes nada de complicaciones psicológicas, ni entramados que te vuelen la cabeza con un: «Guao, no lo vi venir». Al menos, que jamás hayas tenido acercamiento al mismo ante la vorágine de contenido de los nuevos tiempos. ¿Me pregunto, si alguien nacido después del 2000 no lo conozca?

En lo personal, como apasionado por la escritura, creo que su lectura, expandió mi visión en el quehacer creativo, y en cómo contar una historia fascinante que traiga esperanza en la humanidad más allá de la adversidad. Además, de pasar un rato ameno y agradable, se los aseguro.

Gracias por acompañarme hasta aquí. Nos seguimos leyendo para compartir la pasión por los libros.