The refuge in a coffee with milk: Reviving the Soul
That day, when I woke up early, it was totally cold, I felt a terrible heaviness, but I had to go to a medical consultation at the Domingo Luciani del Llanito hospital. Getting up late, I had no chance to have a coffee at home, to warm up my body, to wake up my subconscious and to enliven my soul.
Everything had been a bit overwhelming, it had not gone as planned, but after so many emotions, I felt the need to take a breath.
Therefore, I decided to stop by the hospital's coffee shop, longing for a creamy cappuccino of the kind I love, to brighten my day, just to offer me a touch of warmth and comfort.
However, when I arrived, my hopes were dashed, only to see that the coffee machine was out of service, I was going to get everything. I only know that I let an involuntary sigh escape my lips that day.
I started to look around me, I visualized the panorama of the cafe with the coming and going of people, enjoying their coffee with milk at the tables that that place had and that when I looked at its white walls, it made me shudder and made me think about imagining what a gloomy place would be without the aroma of freshly brewed coffee, as I like it. At that moment, I realized that I had to accept what the Universe was offering me, because coffee with milk was my only option.
With some resignation, I approached the counter, accepted my fate and ordered a latte. As I waited, I watched the people coming and going: doctors and nurses in a hurry who were running late for their shift, there were patients in wheelchairs, and family members with worried looks on their faces. It was a strange atmosphere, where silence mingled with the sound of everything and nothing at the same time, echoing in the background of it all.
Finally, the barista handed me a freshly brewed latte, just the way I like it. From that first glance with the coffee, its brown color made me hesitate, but I decided not to get carried away by expectations and just enjoy the moment. I sat down in a corner of the coffee shop facing the TV, where I had the first contact and took the first sip of my hot drink.
Honestly, as I took that sip of that creamy and slightly sweet, yet simple blend, it enveloped me in a pleasant feeling of comfort. As I savored my coffee, I began to observe my surroundings once again, appreciating everything I saw, immersing myself in those small human interactions, in that small atmosphere of tension, my latte became a symbol of resilience for me, I could endure that cloudy and foggy day I was having. It just gave me the dose I needed to light up my life.
Sometimes, what we least expect turns out to be what we really need. With each sip, I felt that the simple could be extraordinary, teaching me to find satisfaction in moments that, at first glance, seemed insignificant. When I finished my drink, I got up with a smile, feeling a little lighter, awake, with more pep and aptitude; as if that latte, despite the circumstances, had given me the medicine I needed that day and a new perspective to face the rest of the morning.
Thank you for having accompanied me up to here, with my coffee story... A big hug and a big kiss🥰🥰🥰
You are very much loved, let's go for more coffee-scented stories, until the next meeting🙌🙌🙌
All rights reserved Author.
Maleida Marcano/@maleidamarcano.
The Pictures are my exclusive property, from my family album and were taken by my phone Honor X6 Plus.
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SPANISH VERSION (click here!)
El refugio en un café con leche: Avivando el Alma
Aquel día, cuando madrugue, era totalmente frío, me sentía con una terrible pesadez, pero debía acudir a una consulta médica en el hospital Domingo Luciani del Llanito. Al levantarme tarde, no me dio chance de un café en casa, para calentar mi cuerpo, despertar mi subconsciente y avivar mi alma.
Todo había sido un poco abrumador, no había salido según lo planeado, pero después de tantas emociones, sentí la necesidad de tomar un respiro.
Por ende, decidí pasar por el cafetín del hospital, anhelando un cappuccino cremoso de esos que me encantan, para que me alegrará el día, tan solo me ofreciera un toque de calidez y consuelo.
Sin embargo, al llegar, mis esperanzas se desvanecieron, tan solo al ver que la máquina de café estaba fuera de servicio, me iba a dar de todo. Solo sé, que un suspiro involuntario dejé escapar de mis labios aquel día.
Me dispuse a mirar a mi alrededor, visualice el panorama del cafetín con la ida y venida de la gente, disfrutando de su café con leche en las mesas que disponía aquel lugar y que al mirar sus paredes blancas, me estremeció y me hizo reflexionar de imaginarme, que iba hacer un lugar más sombrío sin el aroma del café recién hecho, como me gusta. En ese momento, me di cuenta de que debía aceptar lo que me ofrecía el Universo, pues el café con leche era mi única opción.
Con un poco de resignación, me acerqué al mostrador, acepté mi destino y pedí un café con leche. Mientras esperaba, observé a las personas que iban y venían: doctores y enfermeras apresuradas que se les hacía tarde para su turno, habían pacientes en sillas de ruedas, y familiares con miradas de preocupación. Era un ambiente extraño, donde el silencio se mezclaba con el sonido de todo y nada a la vez, se hacía un eco en el fondo de todo aquello.
Finalmente, el barista me entregó un café con leche recién hecho, es como me gusta. Desde esa primera mirada con el café, su color marrón me hizo dudar, pero decidí no dejarme llevar por las expectativas y simplemente disfrutar del momento. Me senté en un rincón de la cafetería que daba frente al televisor, donde tuve el primer contacto y di el primer sorbo de mi bebida caliente.
Sinceramente, al tomarme aquel trago de esa mezcla cremosa y ligeramente dulce, aunque simple, me envolvió en una agradable sensación de confort. Mientras saboreaba el café, empecé a observar una vez más a mi alrededor, apreciando todo aquello que veía, me sumergia en esas pequeñas interacciones humanas, en esa pequeña atmósfera de tensión, mi café con leche se convertía en un símbolo de resiliencia para mí, podía soportar ese día nublado y empañado que tenía. Tan sólo me dio la dosis que necesitaba, para alumbrar mi vida.
A veces, lo que menos esperamos resulta ser lo que realmente necesitamos. Con cada sorbo, sentí que lo simple podía ser extraordinario, enseñándome a encontrar satisfacción en momentos que, a primera vista, parecían insignificantes. Al terminar mi bebida, me levanté con una sonrisa, sintiéndome un poco más ligera, despierta, con más ánimo y aptitud; como si ese café con leche, a pesar de las circunstancias, me hubiera proporcionado la medicina que necesitaba aquel día y una nueva perspectiva para afrontar el resto de la mañana.
Gracias por haberme acompañado hasta acá, con mi historia del café... Un fuerte abrazo y besote grande🥰🥰🥰
Se les quiere mucho, vamos por más historias con aroma a café, hasta un próximo encuentro🙌🙌🙌
Todos los derechos reservados de Autor.
Maleida Marcano/@maleidamarcano.
Las Fotografías son de mi exclusiva propiedad, de mi álbum familiar y fueron tomadas por mi teléfono Honor X6 Plus.
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