Many times we let ourselves be carried away by our eyes when it comes to seeing things through a shop window, and I'm not just talking about clothes, shoes, and accessories, but also about food.
Very close to the train station in Banfield, Buenos Aires province, there is a bakery from where delicious scents of freshly baked bread emanate, and whose glass walls allow everyone passing by to see the delicacies they offer.
I always walked past, savoring the scent of bread and sugar, for a few more blocks. I didn't go in due to lack of time, as whenever I go in that area it's to pick up my son from his technical school.
Today, when I also went there, but in a more relaxed tone, I decided to go in to try some desserts and be able to check off visiting this place from my to-do list.
Right from the start, the friendliness of the staff seemed wonderful to me; they provide information, bring the menu to the table, and patiently wait for the customer to decide what to order.
Upon seeing the prices, at first they seemed quite high to me, but I had been fasting for a long time and besides, I felt embarrassed to just leave like that. My younger son, who was with me, was very excited, so I had to try to consume something that fit my micro budget for the day.
During the wait, which was really very short, I took the opportunity to take photos of some of the decorations that I liked a lot, returning to the table at just the right moment.
When we saw the food arrive, it seemed like they served it in a set of porcelain cups, the kind used for decoration or for a tea ceremony with dolls: everything very small, except the price.
My son, innocently, tells me that maybe the price includes the service, and although obviously that is the case, it wasn't like they treated me as if I were a magistrate or something.
I paid by scanning the QR code with my MercadoPago account, for something that would cost half as much elsewhere, and even with better quality, but the important thing is that I lived the experience and checked off the place from my list, just not eager to repeat it.
I think that even though the overall experience wasn't so good, it's important to go through situations like these as well, in order to not just rely on appearances, another lesson for my little one who was eager to try everything there, and who, like me, ended up thinking that we have been to better places.
Muchas veces nos dejamos llevar por los ojos cuando se trata de ver las cosas a través de una vitrina, y no hablo solo de ropa, zapatos y accesorios, sino también de las comidas.
Muy cerca de la estación del tren en Banfield, provincia de Buenos Aires, hay una panadería desde donde emanan olores deliciosos a pan recién horneado, y cuyas paredes de vidrio, dejan ver a todo el que pase por el frente, las delicatesen que ofrecen.
Yo siempre pasaba de largo, quedándome con el aroma del pan y el azúcar en el olfato, por unas cuantas cuadras más. No entraba por falta de tiempo, pues siempre que voy por esa zona es a retirar a mi hijo en su escuela técnica.
Hoy, que también fui para allá, pero en un tono más relajado, decidí entrar para probar alguno de los postres y poder tachar en mi lista de pendientes, la visita a este local.
De entrada, la amabilidad de los encargados me pareció maravillosa, brindan información, traen la carta a la mesa, y esperan pacientemente que el cliente decida qué va a pedir.
Al ver los precios, de entrada los vi bastante elevados, pero ya venía con un ayuno muy extendido y además, me dio mucha vergüenza irme así no más. Mi hijo menor, quien estaba conmigo, estaba muy emocionado y pues tocó tratar de consumir algo que se ajustara a mi micro presupuesto del día.
Durante la espera, que fue realmente muy corta, aproveché para fotografiar parte de la decoración que me gustó bastante, volviendo a la mesa en el momento justo.
Cuando vimos llegar el servicio, parecía que lo sirvieron en un juego de tazas de porcelana, de las que son para decorar o hacer la ceremonia del té con muñecas: todo muy pequeño, menos el precio.
Mi hijo, inocentemente, me dice que quizás el precio lleva incluido la atención, y aunque evidentemente así es, tampoco fue que me trataron como si habláramos del primer magistrado.
Pagué scaneando el QR con mi cuenta de mercado pago, por algo que en otro lugar valdría la mitad, y hasta con mejor calidad, pero lo importante de esto es que viví la experiencia y taché el lugar entre mis pendientes, solo que en este caso, sin ganas de volver a repetirlo.
Creo que aunque la experiencia en general no fuera tan buena, es importante pasar también por situaciones como estas, para no dejarse llevar solo por lo que se ve, una enseñanza más para mi pequeño que estaba ansioso por probar todo lo que ahí había, y que al igual que yo, terminó opinando que hemos ido a sitios mejores.
Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
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