Nadia estaba en su cama, daba vueltas de un lado para otro, no podía dormir, sentía remordimiento, pena y hasta miedo. Cada vez que trataba de dormirse, sentía cómo la culpa de sus actos se hacían presente, y eso le provocaba insomnio, ansiedad y tristeza. Ella sabía que no podría dormir, hasta que, su consciencia, no estuviese tranquila, pero para eso necesitaba librarse de la culpa que sentía y que la carcomía desde dentro.

—Hola, Nadia. ¿Cómo estás?—preguntó Mariana, una compañera de trabajo.

—Muy bien. ¡Acá, cómo siempre, recibiendo la caja, he iniciado otro día laboral!— contestó Nadia, con cara de amargura.

—No te amargues, Nadia, pronto terminarás tu carrera en la universidad y conseguirás el trabajo que deseas. ¡Ya verás!— contestó Mariana.

—Gracias, Mariana, tú siempre tan amable, cándida y positiva, siempre me levantas el ánimo, me encanta ser tu amiga. —dijo Nadia, pero ahora con rostro de alegría.

Nadia y Mariana, trabajaban como cajera en la empresa del tío de Nadia. Ambas estaban estudiando en la universidad, y ambas trabajaban medio día, para poder pagar sus estudios y terminar sus carreras. Pero aunque ambas son amigas, son personas muy diferentes.

Nadia, vive en una queja perpetua, ella siempre está pendiente de la moda, de lo que visten sus compañeras en la universidad, y siempre se está quejando por las cosas que no posee. Además, ella siempre está buscando la forma de destacar y de ser aceptada, en el grupo de las chicas más populares de su salón de clases. De hecho, Nadia, gasta mucho del dinero que gana, comprando ropa, zapatos y accesorios, muy parecidos a los de sus compañeras, con la intención de ser aceptada y ser parte del grupo de las chicas más populares.

Mariana, por el contrario, es una muchacha muy centrada, sabe cuál es su condición económica y puede vivir con eso, ella quiere cambiar muchas cosas, pero se centra en lo que en realidad necesita, y sabe, que su futuro depende de su carrera, por lo que le dedica mucho tiempo al estudio, además ahorra buena parte del dinero que gana, ya que su intención es la de montar un consultorio propio cuando se gradúe de odontólogo. Y a diferencia de las otras chicas, ella en vez de gastar, dinero en ropa, zapatos, y otras cosas. Ella, está comprando, poco a poco, los implementos que va a necesitar para tener su clínica.

Mariana de hecho, espera iniciar su clínica en su propia casa, ella quiere hacer un espacio para colocar su consultorio, en la parte de arriba del estacionamiento de su casa, y así empezar a hacer clientela y crearse un nombre como odontóloga, para luego, ir creciendo poco a poco hasta montar una clínica grande, que dé todos los servicios de odontología. Ese es su sueño y trabaja, ahorra y estudia para lograrlo.

—Hola, Nadia, estás muy contenta hoy.— saludo Mariana.

— Sí, realmente sí. Las muchachas de la universidad, me invitaron a ir con ellas a la casa de la playa. Y de verdad me gusta mucho la idea. —contestó Nadia.

—Qué bueno, me alegra que las populares te hayan aceptado, trabajaste mucho para lograr entrar a ese grupo. ¿Y qué te parece el grupo?—preguntó Mariana.

—En realidad, hay chicas muy buenas, aunque hay otras que parece que en vez de cerebro, tuviesen en la cabeza un espacio vacío, pero lo importante, es que estando con ellas podré relacionarme mejor, y eso tal vez me ayude a entrar a una buena clínica, a penas me gradúe.— comentó Nadia.

—Me parece bien, si a ti te parece bien. Yo, en cambio, quiero iniciar mi propio negocio, aunque sea iniciando desde cero. Pero ese es mi sueño y trabajo mucho para lograrlo. — respondió Mariana.

—Mariana, quería pedirte un favor. ¿Me podrías prestar dinero, necesito 6000? Sé que es mucho, pero te lo pagaré en tres meses y te puedo dar el 5% de interés. Es que necesito el dinero para el viaje con el grupo, y para comprar unas cosas.— dijo Nadia.

—Realmente, no te puedo prestar el dinero ahorita. Es que mañana compro la Unidad Odontológica de mi clínica, pagaré más de la inicial, y eso me va a bajar las mensualidades, y si todo va bien, la pagaré en 6 meses. No te imaginas lo que me emociona, el poder comprar mi propia unidad.— dijo Mariana entusiasmada.

Ese día en el trabajo hubo excelentes ventas, la tienda estuvo repleta de personas y las cajas estaban llenas. Al terminar el trabajo, y después del cierre y el arqueo de caja. Todas las cajeras le entregaron el dinero al gerente de la tienda, pero en un momento de descuido, cuando el gerente estaba guardando el dinero, Nadia, tomó uno de los paquetes de 10 mil y lo guardó en su cartera.

Al día siguiente, era el día libre de Mariana en la tienda. Y en la mitad de mañana, el gerente y el tío de Nadia, comenzaron a llamar a cada una de las cajeras a la oficina del gerente. Ahí en la oficina, les comentaron a cada una de las cajeras, que había una falta de dinero, y revisaron de nuevo los arqueos de caja y los procedimientos, e interrogaron a cada una de las cajeras, ya que el gerente, decía, que él tenía todo cuadrado, en el momento en que estaba guardando el dinero.

Cuando le tocó el turno a Nadia, ella dijo que no sabía nada, y cuando el gerente le preguntó de nuevo, ya que ella había sido una de las últimas al salir, ella contestó que no sabía nada, y que debían preguntarle a Mariana, ya que ella en ese mismo día, estaba comprando su unidad de odontología. Tratando de hacer quedar como sospechosa a Mariana.

Mariana, en ese momento, estaba haciendo la compra de su unidad médica, cuando recibió la llamada del tío de Nadia, que le comentó lo que pasaba, y prácticamente le dijo, que ella estaba en entredicho y que era sospechosa de robo.

Mariana llamó a Nadia en la noche, le comentó lo que le dijo su tío, y Nadia, sintió en su voz, cómo Mariana estaba molesta e indignada, por el solo hecho de pensar que ella había tomado el dinero. Nadia se comprometió a ir con Mariana a hablar con el gerente, ya que ambas estaban juntas, cuando se fueron del trabajo.

En la noche, Nadia no podía dormir. Su consciencia, la castigaba por su actitud y ella se sabía culpable, y la culpa la dominaba y la castigaba constantemente. Cada hora, cada minuto, se le hacía una agonía.

A primera hora de la mañana, Mariana estaba en la entrada de la casa de Nadia, y ambas se fueron juntas al trabajo. Nadia, sabía que debía decir la verdad y entregar el dinero y ella sabía lo que eso causaría en su familia.

Nadia y Mariana, llegaron juntas a la oficina del gerente, y mientras esperaban que él entrara a la oficina, a Nadia se le ocurrió una idea, ya que vio un espacio entre la pared y el mueble donde estaba el dinero, y se le ocurrió, soltar la paca de billetes, detrás del mueble. Y en un momento, en el que Mariana, se distrajo, al contestar un mensaje de su mamá en el teléfono. Nadia dejó caer el dinero, como si hubiese sido un accidente.

En cuanto al dinero, solo se veía una esquina, de la paca de billetes, que estaba, entre el mueble y la pared, y además estaba cubierta por la sombra de una mata. Cuando el tío de Nadia y el gerente llegaron a interrogar a las muchachas, ambas se defendieron y dijeron que eran honestas. Y finalmente, Nadia, dijo, es que no vez que ninguna de nuestras tomó el dinero, tal vez se cayó dentro de la gaveta, o en el mueble, o algo.

El tío de Nadia la miró, y decidió, sacar la gaveta del mueble, y no encontraron el dinero, y cuando el gerente iba a mover la mata, para rodar el mueble. Vio la punta del dinero, y al mover el mueble, encontraron el dinero. Ambos, el gerente y el tío de Nadia, le pidieron disculpas a las muchachas y, después de eso, las invitaron de nuevo a trabajar.

Al salir de la empresa ese día, tanto Mariana, como Nadia, recibieron un sobre por parte del gerente, donde su tío, les daba 1000, de bono a cada una y les pedía disculpas con una tarjeta.

Pero cuando iban camino a la parada del autobús, Nadia, le pidió a Mariana, que la acompañara a tomar un café, y ahí, Nadia le contó toda la historia a Mariana. Y después de la obvia discusión por lo que hizo Nadia. Mariana le preguntó, la razón por la que le contaba todo, si ya el problema estaba resuelto.

Nadia, le dijo que necesitaba contárselo y necesitaba su perdón, ya que la culpa la estaba matando.

Gracias por leerme.