Hola, querido hiver.
¿A qué propósito estoy comprometido?
Esta es la pregunta propuesta para reflexionar en mi Agenda del diario para estoicos con la que comenzó mi semana. Ahí es nada.
Desde siempre mi respuesta a dicho interrogante ha sido ayudar a los demás. Ya en el colegio me posicionaba con los niños a los que hacían bullying sin importarme el motivo. Les defendía sin pensarlo, era instintivo para mí meterme en el medio. Aunque pudiera salir escaldada. Sabía que lo correcto era ayudar al débil, a quien estuviera en minoría.
Con el tiempo, las experiencias y la calma para pensar que trae la madurez, me alegra darme cuenta de que ahora selecciono mejor dónde me meto y de las ventajas que eso trae. Por un lado, es imposible ayudar a todo el que lo necesita, el mundo es muy grande y yo muy pequeña. Por otro, a veces la mejor ayuda es permanecer quieta y no hacer nada, pues la mayoría de las personas están (estamos) donde están como consecuencia de sus propios actos.
También he aprendido que para añadir valor a la vida de los demás primero debo hacerlo conmigo misma, priorizando mi bienestar para poderlo irradiar. Somos como un espejo que refleja en el resto la energía que llevamos dentro. Poca alegría podemos compartir si nuestro corazón está triste, o tiene miedo, desconfianza u odio.
Debemos hacernos cargo de nuestras emociones, trabajarlas para domarlas en beneficio propio y ajeno. Transformarlas en el impulso que mueve el mundo, que no es otro que el amor y la compasión. Empezando por el de uno mismo.
Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!
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©️Copyright 2024 Paloma Peña Pérez. Todos los derechos reservados.
Hi, dear hiver.
To what purpose am I committed?
This is the question proposed for reflection in my Diary for Stoics Agenda that started my week. That's a no-brainer.
My answer to this question has always been to help others. Already at school I took a stand with the kids who were bullied no matter what. I defended them without thinking about it, it was instinctive for me to get in the middle. Even if I could get scalded. I knew that the right thing to do was to help the weak, whoever was in the minority.
With time, experience and the calmness of thought that comes with maturity, I am happy to realise that I now make better choices about where I get involved and the advantages that this brings. On the one hand, it is impossible to help everyone who needs it, the world is too big and I am too small. On the other hand, sometimes the best help is to stand still and do nothing, because most people are where they are (where we are) as a consequence of their own actions.
I have also learned that to add value to the lives of others I must first add value to myself, prioritising my own wellbeing in order to radiate it. We are like a mirror that reflects the energy we carry within us to others. We can share little joy if our heart is sad, afraid, distrustful or hateful.
We must take charge of our emotions, work on them to tame them for our own benefit and that of others. Transform them into the impulse that moves the world, which is none other than love and compassion. Starting with our own.
See you next time. In the meantime, take care!
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