It was a sunny Sunday, perfect for an outdoor barbecue. The church community had organized a meeting in the neighborhood's central park, a large space full of trees that provided shade and freshness. Early on, a group of volunteers arrived with grills, folding tables and baskets full of food.
The aroma of burning coal soon filled the air. Families began arriving, bringing salads, homemade breads, and juices to share. Children ran across the grass playing ball, while adults greeted each other with hugs and smiles.
The church pastor, with apron and spatula in hand, helped turn the meats. "This barbecue is more than food," he said as he turned a piece of chorizo on the grill. "It is a time to strengthen our community, share our blessings and enjoy together as one big family."
Laughter and conversations could be heard everywhere. A small band, made up of church members, played upbeat Christian music that livened up the atmosphere. Someone was handing out mate while others organized a game of biblical trivia that made more than one laugh with the unexpected answers.
When it was time to eat, the tables were filled with colorful dishes. The prayer before sharing the meal was brief but meaningful, remembering the importance of unity and mutual love. Everyone shared stories, anecdotes, and also words of encouragement for those facing difficulties.
The day ended with a brief message from the pastor, thanking everyone for their participation and remembering that a united community is a powerful force for good. "This roast not only feeds the body," he said, "but also the soul."
Era un domingo soleado, perfecto para un asado al aire libre. La comunidad de la iglesia había organizado un encuentro en el parque central del barrio, un espacio amplio y lleno de árboles que brindaban sombra y frescura. Desde temprano, un grupo de voluntarios llegó con parrillas, mesas plegables y canastas llenas de alimentos.
El aroma del carbón encendido pronto llenó el aire. Las familias comenzaron a llegar, trayendo ensaladas, panes caseros, y jugos para compartir. Los niños corrían por el césped jugando a la pelota, mientras los adultos se saludaban con abrazos y sonrisas.
El pastor de la iglesia, con delantal y espátula en mano, ayudaba a dar vuelta las carnes. "Este asado es más que comida", dijo mientras giraba un trozo de chorizo en la parrilla. "Es un momento para reforzar nuestra comunidad, compartir nuestras bendiciones y disfrutar juntos como una gran familia".
Se escuchaban risas y conversaciones por doquier. Una pequeña banda, formada por miembros de la iglesia, tocaba música cristiana alegre que animaba el ambiente. Alguien repartía mate mientras otros organizaban un juego de trivia bíblica que hizo reír a más de uno con las respuestas inesperadas.
Cuando llegó el momento de comer, las mesas estaban llenas de platos coloridos. La oración antes de compartir la comida fue breve pero significativa, recordando la importancia de la unidad y el amor mutuo. Todos compartieron historias, anécdotas, y también palabras de aliento para aquellos que enfrentaban dificultades.
El día terminó con un mensaje breve del pastor, agradeciendo a todos por su participación y recordando que una comunidad unida es una fuerza poderosa para hacer el bien. "Este asado no solo alimenta el cuerpo", dijo, "sino también el alma".