La alegría que nos da la apertura de un regalo, simplemente nos llega hasta el corazón. En los adultos también ocurre esa sensación especial. He leído a muchas damas de mi edad añorando esas muñecas barbies que nunca pudieron tener por lo costosas que resultaban en aquella época.
Igual resulta de estas colecciones de carritos y el deseo de abrir ese paquete para jugar con ellos. Muchos no llegarían hasta final del año en buen estado.
Aunque los juguetes son para eso jugar, muchos los guardan para coleccionarlos, después de muchos años se vuelven invaluables sin duda alguna.
Por los estantes de mi casa hay unos carros de colección que todavía sobreviven a mis hijos. Tal vez tengan algún valor, pero el mayor valor es el sentimental.
Todavía recuerdo las primeras enseñanzas de no traerse juguetes de otros niños. Hasta que paso lo que tenía que pasar, ellos lo llamaron un intercambio de juguetes, mi hijo entrego un juguete y el otro niño le dio el suyo.
Todo parecía tener orden y lógica para ellos. Pero como mis hijos me conocían muy bien, el acuerdo era hasta mañana. Al día siguiente cada quien tenía su juguete de vuelta otra vez. Simplemente querían disfrutar la experiencia del juguete que no tenían.
La añoranza por esos juguetes de antes nos lleva a pasear por esos largos pasillos de los juguetes, que aunque ahora ganamos un sueldo, podríamos comprarlos simplemente para guardarlos entre nuestros más bonitos recuerdos.
Y aunque podríamos comprarlo, es una realidad que ese tiempo pasado ya no volverá. No nos sentaremos a jugar ni con barbies, ni en la pista de carritos en la sala. Es una añoranza nada más.
Esta es mi participación en el concurso Mi entrada al concurso TopFiveFamily Observa Piensa Escribe.
Una fotografía aportada por el profesor @lanzjoseg nos da un espacio para mantenernos activos escribiendo y participando en la comunidad.
Las personas observan los objetos en diferentes formas, los detalles les traen recuerdos de momentos vividos.
