Two days ago we were with the kids living the Copa America celebrations, near the Obelisco, an emblematic place in Buenos Aires. We got together to have dinner and watch the game with friends in one of the great pizzerias of the city, a few blocks away, a few steps from downtown. A memory that I will never forget and that I am very happy to have lived.
The game itself was tense and hard fought. Every pass, every play, and every moment was filled with anxiety. The excitement in the air could be felt, smelled, and even touched, and the pizzeria was packed with people who, like us, were excited to see our national team lift the Copa America once again. The energy in the place was incredible; we all shared the same hopes and fears. As the game progressed, the tension made even the food, which I usually enjoy a lot, fall like a cobblestone.
One of the most emotional moments of the night was the farewell to Angel “Fideo” Di Maria, a player who has given us so much. Di Maria, a player who has given so much to our national team and who was saying goodbye in such a crucial match. Seeing him play his last match with the blue and white filled everyone in the pizzeria with emotion. In addition, Lionel Messi's departure due to injury was a hard blow. Seeing the captain, our idol, leave the field at such a critical moment left us all with a lump in our throats. The strategic changes made by the coach also added to the tension of the match.
When Lautaro Martinez, the “Torito”, scored the goal, the pizzeria went out of control. The shouts of joy, the hugs between strangers, and the general euphoria turned the place into a veritable field of celebration. For a moment, I thought that the excitement could lead to an uncontrolled situation, but fortunately, everything stayed within the limits of celebration.
After the game, with our hearts still beating a mile a minute, we decided to walk to the Obelisk. The street was full of people celebrating, singing and waving flags. It was a tide of people moving in unison, all sharing the joy of triumph. Every step we took towards the Obelisk brought us closer to the epicenter of the celebration, where the collective euphoria was even more intense.
Arriving at the Obelisk was quite an experience. I am not a walker and I don't like walking very much, it was the best walk of my life. Seeing so many people gathered, all of them happy and celebrating with overflowing joy, was something I will never forget. The lights, the chanting and the sense of national unity was overwhelming. We joined the crowd, singing and celebrating with all my Argentine brothers and sisters. It was an unforgettable party, a night when we all put aside our worries and just enjoyed the moment.
The bicampeonato celebration was a reminder of the passion and love we feel for our soccer and for our nation. It was a beautiful madness, comparable to when we became world champions. The night ended with hugs, smiles and the promise to always remember that moment of unity and shared happiness.
SPANISH VERSION (click here!)
Hace 2 dias estuvimos con los pibes viviendo los festejos de la Copa América, en las cercanías del Obelisco, un lugar emblemático en Buenos Aires. Nos juntamos a cenar y a ver el partido con amigos en una de las grandes pizzerías de la ciudad,a unas cuadras, a pasitos del centro. Un recuerdo que no voy a olvidar jamas y del cual estoy muy feliz de haber vivido.
El partido en sí fue tenso y muy disputado. Cada pase, cada jugada, y cada momento estuvo lleno de ansiedad. La emoción en el ambiente era se podia sentir, oler y hassta incluso tocar, y la pizzería estaba a reventar de personas que, al igual que nosotros, esperaban con mucha emocion ver a nuestra selección levantar la Copa América una vez más. La energía del lugar era increíble; todos compartíamos las mismas esperanzas y los mismos temores. A medida que avanzaba el partido, la tensión hacía que hasta la comida, que suelo disfrutar mucho, me cayo como un adoquín.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue la despedida de Ángel "Fideo" Di María, un jugador que ha dado tanto a nuestra selección y que se despedía en un partido tan crucial. Verlo jugar su último partido con la celeste y blanca llenó de emoción a todos en la pizzería. Además, la salida de Lionel Messi por lesión fue un golpe duro. Ver al capitán, nuestro ídolo, salir del campo en un momento tan crítico nos dejó a todos con un nudo en la garganta. Los cambios estratégicos realizados por el entrenador también añadieron a la tensión del encuentro.
Cuando Lautaro Martínez, el "Torito", metió el gol, la pizzería se descontroló. Los gritos de alegría, los abrazos entre desconocidos, y la euforia general hicieron que el lugar se transformara en un verdadero campo de festejos. Por un momento, pensé que la emoción podía llevar a una situación descontrolada, pero afortunadamente, todo se mantuvo dentro de los límites de la celebración.
Después del partido, con el corazón todavía latiendo a mil por hora, decidimos ir caminando hasta el Obelisco. La calle estaba llena de gente festejando, cantando y agitando banderas. Era una marea de gente que se movía al unísono, todos compartiendo la alegría del triunfo. Cada paso que dábamos hacia el Obelisco nos acercaba más a la epicentro de la celebración, donde la euforia colectiva era aún más intensa.
Llegar al Obelisco fue todo una experiencia. yo que no soy de caminar y no me agrada mucho fue la mejor caminata de mi vida. Ver a tantas personas reunidas, todas contentas festejando con una alegría desbordante, fue algo que no voy a olvidar. Las luces, los cánticos y la sensación de unidad nacional eran sobrecogedores. Nos unimos a la multitud, cantando y celebrando con todos mis hermanos argentinos. Fue una fiesta inolvidable, una noche en la que todos dejamos de lado nuestras preocupaciones y simplemente disfrutamos del momento.
La celebración del bicampeonato fue un recordatorio de la pasión y el amor que sentimos por nuestro fútbol y por nuestra nación. Fue una locura hermosa, comparable a cuando salimos campeones del mundo. La noche terminó con abrazos, sonrisas y la promesa de recordar siempre ese momento de unidad y felicidad compartida.