¡Hello Hive community!
My vacation to Vermelha beach in Ilha Grande was an unforgettable experience, full of surprises and unique moments. Traveling with friends is always fun, but this time, by including my friends' children, the adventure took on a special and vibrant tone.
We arrived at Ilha Grande, known for its natural beauty and crystal clear waters, with excitement palpable in the air. Praia Vermelha, our first stop, greeted us with its characteristic reddish color and soft sand. The beach, surrounded by lush vegetation, looked like something out of a postcard. The children ran towards the sea with inexhaustible energy, while we adults settled in and began to relax under the sun.
The days at Praia Vermelha were full of laughter and games. The children, with their contagious enthusiasm, explored every corner of the beach, built sand castles and delighted in the simple pleasure of swimming in the sea. We, their parents and friends, found it the perfect opportunity to disconnect from our daily routines, enjoy long talks and share memories.
One morning, one of my friends suggested an activity that would change the course of our vacation: scuba diving. Although some of us were initially reluctant due to our lack of experience, the idea intrigued us. We decided to venture out and book a beginner's scuba diving session. The children, although too young to participate, were thrilled to see us submerged in the sea and promised to cheer us on from the shore.
The day of the dive arrived and, with it, a mixture of nerves and anticipation. After receiving a brief but thorough instruction on equipment and basic techniques, we headed into the water. The feeling of diving for the first time is hard to describe: a mixture of awe, respect and a hint of fear. However, once we got used to breathing underwater, the underwater world of Ilha Grande unfolded before us in all its magnificence.
The water was incredibly clear, allowing us to see a diversity of marine life we had never imagined. Brightly colored fish swam all around us, and the coral formations were a spectacle in themselves. The sensation of floating and moving in that environment so different from our own was almost magical. Each of us was awed by the beauty and tranquility of the underwater world.
The diving experience was not only exciting because of what we saw, but also because of how it brought us together as a group. Sharing something so new and different created a special bond between us. When we came out of the water, the children were waiting for us with big smiles and a thousand questions about what we had seen. We described the fish, the corals and the incredible feeling of being under the sea, which ignited their imagination and curiosity.
That evening, around a campfire on the beach, we shared our impressions of the day. Laughter and stories filled the air, and we realized how lucky we were to have such an experience, surrounded by friends and family. The children fell asleep quickly, exhausted but happy, while we adults continued to chat and enjoy the peaceful atmosphere of the island.
Our days on Ilha Grande continued with more explorations and adventures, but the diving at Praia Vermelha remained etched in our memories as the highlight of the trip. The experience reminded us of the importance of stepping out of our comfort zone and trying new things, as these opportunities can bring moments of pure magic and connection.
As we said goodbye to the island and returned to our daily lives, we took with us not only the photos and memories, but also a renewed appreciation for the beauty of the natural world and the joy of sharing experiences with those we love. Ilha Grande, with its Vermelha beach and underwater world, gave us a unique and unforgettable vacation that we will treasure forever.
I hope you enjoyed it as much as I did!
Spanish version
¡Hola comunidad de Hive!
Mis vacaciones a la playa Vermelha en Ilha Grande fueron una experiencia inolvidable, llena de sorpresas y momentos únicos. Viajar con amigos siempre es divertido, pero esta vez, al incluir a los niños de mis amigos, la aventura adquirió un tono especial y vibrante.
Llegamos a Ilha Grande, conocida por su belleza natural y sus aguas cristalinas, con la emoción palpable en el aire. Praia Vermelha, nuestra primera parada, nos recibió con su característico color rojizo y su arena suave. La playa, rodeada de una exuberante vegetación, parecía sacada de una postal. Los niños corrieron hacia el mar con una energía inagotable, mientras los adultos nos acomodábamos y comenzábamos a relajarnos bajo el sol.
Los días en Praia Vermelha estaban llenos de risas y juegos. Los niños, con su entusiasmo contagioso, exploraron cada rincón de la playa, construyeron castillos de arena y se deleitaron con el simple placer de nadar en el mar. Nosotros, sus padres y amigos, encontramos la oportunidad perfecta para desconectar de nuestras rutinas diarias, disfrutar de largas charlas y compartir recuerdos.
Una mañana, uno de mis amigos sugirió una actividad que cambiaría el curso de nuestras vacaciones: el buceo. Aunque inicialmente algunos éramos reacios debido a nuestra falta de experiencia, la idea nos intrigó. Decidimos aventurarnos y reservar una sesión de buceo para principiantes. Los niños, aunque demasiado jóvenes para participar, se emocionaron con la idea de vernos sumergidos en el mar y prometieron animarnos desde la orilla.
El día del buceo llegó y, con él, una mezcla de nervios y anticipación. Después de recibir una breve pero exhaustiva instrucción sobre el equipo y las técnicas básicas, nos dirigimos al agua. La sensación de sumergirse por primera vez es difícil de describir: una mezcla de asombro, respeto y una pizca de temor. Sin embargo, una vez que nos acostumbramos a respirar bajo el agua, el mundo submarino de Ilha Grande se desplegó ante nosotros en toda su magnificencia.
El agua era increíblemente clara, permitiéndonos ver una diversidad de vida marina que nunca habíamos imaginado. Peces de colores brillantes nadaban a nuestro alrededor, y las formaciones de coral eran un espectáculo en sí mismas. La sensación de flotar y moverse en ese entorno tan diferente al nuestro era casi mágica. Cada uno de nosotros quedó maravillado por la belleza y la tranquilidad del mundo submarino.
La experiencia de buceo no solo fue emocionante por lo que vimos, sino también por cómo nos unió como grupo. Compartir algo tan nuevo y diferente creó un vínculo especial entre nosotros. Al salir del agua, los niños nos esperaban con grandes sonrisas y mil preguntas sobre lo que habíamos visto. Les describimos los peces, los corales y la increíble sensación de estar bajo el mar, lo cual encendió su imaginación y curiosidad.
Esa noche, alrededor de una fogata en la playa, compartimos nuestras impresiones del día. Las risas y las historias llenaron el aire, y nos dimos cuenta de lo afortunados que éramos de poder vivir una experiencia así, rodeados de amigos y familia. Los niños se durmieron rápidamente, agotados pero felices, mientras los adultos seguimos conversando y disfrutando del ambiente tranquilo de la isla.
Nuestros días en Ilha Grande continuaron con más exploraciones y aventuras, pero el buceo en Praia Vermelha se quedó grabado en nuestras memorias como el punto culminante del viaje. La experiencia nos recordó la importancia de salir de nuestra zona de confort y probar cosas nuevas, ya que estas oportunidades pueden traer consigo momentos de pura magia y conexión.
Al despedirnos de la isla y regresar a nuestra vida cotidiana, llevamos con nosotros no solo las fotos y los recuerdos, sino también una renovada apreciación por la belleza del mundo natural y la alegría de compartir experiencias con quienes amamos. Ilha Grande, con su playa Vermelha y su mundo submarino, nos regaló unas vacaciones únicas e inolvidables que atesoraremos siempre.