Cuando las cosas se nos van de las manos, tenemos dos opciones:
Reventar con el primero o lo primero que se nos cruce por nuestro camino.
O dar un paso atrás, tomar un respiro y reflexionar.
¡Cuán difícil es la segunda opción!. Se debe principalmente a que casi nadie nos la ha enseñado. Salimos a la calle y son gritos, bocinazos. Comprar algo es una odisea emocional porque no faltan los listillos que quieren sacarte todo lo que puedan sin importar las consecuencias.
Casi todo el mundo opera bajo la primera opción. ¿Te has dado cuenta?
¡Y no es un ciclo fácil de cortar! Yo tuve que hacerlo porque mi vida dependía de ello. Te explico por qué.
Desde hace mucho tiempo he sufrido de ansiedad y de depresión. Operar desde la primera opción empeoraba todos los síntomas y lo peor es que nadie se daba cuenta, nisiquiera yo mismo porque a los demás no les pasaba nada, solo yo parecía sufrir de esa falta de voluntad o de esas taquicardias que me dejaban cansado aún sin estar haciendo nada.
Al final, he tenido que educarme yo mismo. Entonces me di cuenta de cuanto sufrimos tú y yo, tengas depresión, ansiedad o ninguna de las anteriores. La única diferencia es que a mí me detiene por completo, pero a lo mejor a ti te permite ir y justificar tus heridas, o las heridas que les causas a los demás porque no sabes de otro modo de reaccionar ante la vida que, admitamos, no es justa.
He sacado la cuenta. Hoy he perdido las casillas por lo menos dos veces, porque para mí hay cosas "sagradas" que no quiero tener, pero que no sé como librarme de ellas. Como dormir. ¿A quién no le gusta dormir? ¿Sabes qué te impide dormir? Enojarte. Y sin embargo, de alguna manera me las arreglo para enojarme en sobremanera cuando no logro hacerlo, impidiéndome al doble el descanso.
Todo comienza con ese momento. El instante en que admites que estás mal. Y luego observándote te percatas de que no necesitas enojarte para dejar saber tu punto de vista firmemente. Nada deja más frío a los demás que una actitud calmada, firme, sin necesidad de ser desafiante porque, eso invita a más desafío todavía.
Otro ejemplo, es el de la ansiedad. ¡Cuanto he aprendido de ella! En mi caso ha sido la ansiedad social. Mi estrategia para curarla fue exponerme poco a poco a las situaciones que me atemorizan, como aventurarme a un grupo nuevo poco a poco, a mi ritmo, sin necesidad de forzarme demasiado a la sociabilidad. Con el tiempo, algo dentro de mí se daba cuenta, teniendo una mente abierta, que nada hay que temer y el miedo fue cediendo y con el, dando paso a mi ser más feliz, grato o amable. Este proceso me tomó años y aún creo que me faltan. ¿Y como lo aprendí? ¡Fallando como los más grandes! Jaja.
Forzarme demasiado me dejaba en tan mal estado emocional que simplemente estaba reforzando la idea de que socializar era algo malo. Pero mi lucha no ha terminado. Hay aún tantos miedos por enfrentar...
El miedo a tener hambre, a no ser suficiente, a ser rechazado. ¿Te suenan? A mí sí. Y quiero decirte que no estás solo en ello. En alguna parte de este pequeño mundo también estoy yo, de alguna manera contigo, esperando un día mejorar así como tú pretendes cada día. Yo hoy tomo el desafío y sé que tú en algún lado, lo has tomado conmigo.
Ármate de paciencia. Vistete de felicidad, como decía Séneca. Puede que al minuto sientas que algo o alguien quiere arrebatártela, pero aférrate a la idea de que puedes y un día hallarás la manera.
Mírate, lo hermoso, amable y admirable que te eres calmado. Nota, lo agresivo, insensible y miserable que eres alterado. Algo estamos haciendo mal, pero eso solo significa que hay espacio para mejorar. Y aquí estamos en esta comunidad para darnos los más maravillosos consejos, que he ido leyendo en tan solo pocos minutos y me siento tan identificado. ¿Lo ves? Sí estamos tú y yo intentando ser felices. Y tantos otros más.
¡No te des por vencido!
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When things get out of hand, we have two options:
Burst with the first or the first thing that crosses our path.
Or take a step back, take a breath and reflect.
How difficult is the second option! It is mainly because hardly anyone has taught it to us. We go out into the street and there are shouts and honking. Buying something is an emotional odyssey because there is no shortage of smart-ass people who want to get as much out of you as they can regardless of the consequences.
Almost everyone operates under the first option. Have you realized?
And it's not an easy cycle to cut! I had to do it because my life depended on it. Let me explain why.
I have suffered from anxiety and depression for a long time. Operating from the first option worsened all the symptoms and the worst thing is that no one noticed, not even myself because nothing happened to the others, only I seemed to suffer from that lack of will or those tachycardias that left me tired even without doing nothing
In the end, I had to educate myself. Then I realized how much you and I suffer, whether you have depression, anxiety, or none of the above. The only difference is that it stops me completely, but maybe it allows you to go and justify your wounds, or the wounds you cause to others because you don't know any other way to react to life which, let's admit, it's not fair.
I have taken the account. Today I have lost my mind at least twice because for me there are "sacred" things that I don't want to have, but I don't know how to get rid of them. Like sleep. Who doesn't like to sleep? Do you know what prevents you from sleeping? getting angry. And yet, somehow I manage to get extremely angry when I fail to do so, preventing me twice as much from rest.
It all starts with that moment. The moment you admit you're wrong. And then watching you realize that you don't need to get angry to make your point firmly. Nothing leaves others colder than a calm, firm attitude, without the need to be defiant, because that invites even more defiance.
Another example is anxiety. I have learned much from it! In my case, it has been social anxiety. My strategy for curing it was to gradually expose myself to situations that scare me, such as venturing into a new group little by little, at my own pace, without needing to force myself too much into sociability. Over time, something inside me realized, having an open mind, that there is nothing to fear and the fear was giving way to my happier, more pleasant, or kinder self. This process took me years and I still think I have a long way to go. And how did I learn it? Failing like the greatest! Ha ha.
Pushing myself too hard left me in such a bad emotional state that I was simply reinforcing the idea that socializing was a bad thing. But my fight is not over. There are still so many fears to face...
The fear of being hungry, of not being enough, of being rejected. Do they ring a bell? they do to me. And I want to tell you that you are not alone in it. Somewhere in this small world, I am also, somehow with you, hoping one day to improve as you pretend every day. Today I take the challenge and I know that you have taken it with me.
Arm yourself with patience. Dress with happiness, as Seneca said. You may feel at the minute that something or someone wants to take it from you but hold on to the idea that you can and one day you will find a way.
Look at you, how beautiful, kind, and admirable you when you are calm. Note, how aggressive, callous, and miserable you are when you are not calm. We are doing something wrong, but that only means that there is room for improvement. And here we are in this community to give us the most wonderful advice, which I have been reading in just a few minutes and I feel so identified. You see it? Yes, you and I are trying to be happy. And so many others.
Do not give up!
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