Hola, querido hiver.
Podría decirse que el arte de vivir viene instalado por defecto y que solo tenemos que ocuparnos de dejarnos llevar, ¿verdad? En cambio, algunas mentes entre las que me incluyo necesitamos comprender un paso más allá, incorporar conocimiento añadido y encontrar motivos para cada cosa que hacemos.
La vida y sus misterios atraen al tiempo que asustan. Ese desasosiego de no conocer qué pasará en el momento de nuestro final puede resultar una pesada condena que haga miserable el ahora, perdiéndonos nuestra propia existencia.
Y es que siempre encontraremos motivos para sentirnos afortunados y agradecidos. No hacen falta excusas para disfrutar tanto del sol brillante como de la lluvia. En cada momento, con abrir un poco el foco, nos podemos encontrar con una pequeña sonrisa de satisfacción que esbozar. Aunque solo sea por la contemplación de una humilde flor.
Mi mayor logro de esta semana ha sido darme cuenta de que estaba adentrándome en una espiral de estrés provocado por mí misma. Te lo cuento por si te sirve de ayuda. Resulta que hace un par de meses empecé a jugar a un juego de simulación de una granja. Lo que empezó como un entretenimiento para una tarde de domingo se fue convirtiendo en una especie de trabajo a tiempo completo. Cada cierto tiempo había alguna tarea que hacer y empezaba a interferir en las demás actividades que tenía que realizar.
Por unos días me hice el propósito firme de disminuir el tiempo que le dedicaba al juego, sin embargo no fui capaz. Los diseñadores de estos entretenimientos saben muy bien cómo mantenernos enganchados a nuestras dosis pequeñas pero continuadas de dopamina. Por lo que decidí cortar con el problema de raíz, eliminando el juego del teléfono y de la tablet.
Sentí una liberación inmediata. ¿Por qué mantenía una actividad que se había transformado en una adicción? Ciertamente, lo desconozco. Aunque sospecho que tiene mucho que ver con la búsqueda continua de la excelencia en cada cosa que emprendo.
Mi historia es una historia de obsesiones sucesivas, cavando con mis propias manos hasta lo más profundo que me dan las fuerzas para caer rendida y reconocer que no pude más. Una vez que salgo de ese agujero tardo poco en encontrar un motivo nuevo por el que excavar, repitiéndose el ciclo. La diferencia es que cada vez profundizo menos, no porque falten las ganas sino porque saltan antes las alarmas. Sigo aprendiendo.
Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!
Herramientas: Cámara iPhone 13 Pro, editor de fotos Mac.
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©️Copyright 2024 Paloma Peña Pérez. Todos los derechos reservados.
Hi, dear hiver.
It could be said that the art of living is installed by default and that we only have to take care of letting ourselves go, right? However, some minds, myself included, need to understand a step further, to incorporate added knowledge and find reasons for everything we do.
Life and its mysteries attract as well as frighten. That uneasiness of not knowing what will happen at the moment of our end can be a heavy condemnation that makes the now miserable, making us miss out on our own existence.
Because we will always find reasons to feel fortunate and grateful. No excuses are needed to enjoy both bright sunshine and rain. At every moment, by opening our focus a little, we can find a small smile of satisfaction to be smiled. If only for the contemplation of a humble flower.
My greatest achievement this week has been the realisation that I was slipping into a spiral of self-induced stress. I'll tell you about it in case it helps. It so happens that a couple of months ago I started playing a farm simulation game. What started as a Sunday afternoon diversion turned into a full-time job of sorts. Every now and then there was some task to be done and it started to interfere with the other activities I had to do.
For a few days I made a firm resolution to reduce the time I spent playing the game, but I was unable to do so. The designers of these entertainments know very well how to keep us hooked on our small but continuous doses of dopamine. So I decided to nip the problem in the bud by deleting the game from my phone and tablet and felt an immediate release.
I felt an immediate release. Why did I keep up an activity that had become an addiction? I certainly don't know. Although I suspect it has a lot to do with the continuous pursuit of excellence in everything I undertake.
My story is one of successive obsessions, digging with my own hands as deep as I have the strength to give up and recognise that I have had enough. Once I dig myself out of that hole, it doesn't take me long to find a new reason to dig, and the cycle repeats itself. The difference is that I go into it less and less, not because I don't want to, but because the alarm bells go off sooner. I am still learning.
See you next time. In the meantime, take care!
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