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Llego a mis fosas tu olor,
Ese a paz y tierra mojada,
Aunque cálido cual café,
Que parece el cantar de un buen augurio.
Cerrando los ojos te distrute un poco,
Por un momento me centre solo en ti,
En esta sensación,
En tu tacto, tu risa.
La candidez que emanas sin querer.
Y a ti, te dedique 100 poemas,
Unas cuantas noches en vela,
Y por supuesto de mi, toda la candela.
Me queme pensandonos,
Y más de una noche me consumí,
Unas en placer, otras en llanto.
En temblores potentes sin explicación,
Producto de la ansiedad y mil traumas.
Cuestionamientos, señalamientos.
Insultos, mentiras y parapetos.
Todo cuanto no hice, se me fue imputado,
Sin derecho a réplica.
Calladita y bonita.
La zozobra del mal augurio de tu presencia,
Que podía significar para mí,
El más desastroso de los ataques,
Pues sin tocarme un pelo,
Podías destruirme en pedazos,
Y lo hiciste....
Claro que lo hiciste.
Desfiguraste mi autoconcepto y percepción,
Tanto como te dio la gana.
Y me deforme para volverme menos que nada.
En el hueco oscuro que cavaste poco a poco para mí.
Me perdí entre tanto dolor,
Temí ser yo, cuando yo era un ser...
Mucho más que maravilloso,
Y lo sabía, pero no me querías así,
Como lo que conociste y amabas.
Así que me deje ir.
Fueron tiempos oscuros, si.
Y este acordeón de recuerdos,
Llego a mi como un diluvio,
Uno agresivos, huracanado,
Mientas de modo masoquista,
Desde el halo del perdón,
Yo te besaba los labios.
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Gracias por leer ¡Hasta un próximo post!
Edición de imagen con canva.com