Hola, tengo 28 años de edad (29 en junio) y vivo con mi madre y mi padrastro.
Hoy les quiero hablar un poco de lo que siento sobre mí "papá". Vayamos al principio. Mi madre se casó a los 15 años con mi papá, que para ese entonces tenía 28 años (una locura) y se fue a vivir con él a su pueblo. Esto en otro país, hubiese sido un caso realmente grave, pero hablando de Venezuela, las autoridades permiten muchas cosas.
Mi mamá me tuvo a los 16 años, y unos años después tuvo a mis hermanas. Cuando tuve 5 años, regresamos a casa de mi abuela en la ciudad de Cumaná. Por motivos irreconciliables, mis padres nunca volvieron a estar juntos y desde ahí empezó una historia de custodia compartida bastante peculiar.
Cuando llegaban las vacaciones, mi madre nos enviaba a mis hermanas y a mí con él, lo que significaba que en realidad llegábamos a casa de mi abuela paterna y ahí permanecíamos hasta que terminaban las vacaciones y regresábamos con nuestra madre.
Así sucedió por muchos años, hasta que crecimos, y ya solo decidíamos no ir con él. A veces pasábamos dos años seguidos sin verlo. Mi hermana menor, para ese entonces, lo odiaba porque él la había negado como su hija (es la que más parecido tiene a la familia paterna) y mi hermana del medio era neutral. Yo tenía mis propios pensamientos que nunca llegué a decir en voz alta.
Mi padre nunca fue una persona muy comunicativa conmigo, creo que nuestra relación es casi nula, y únicamente nos tratamos con cortesía. Porque si algo aprendí, es que uno no puede ser maleducado. Nunca asistió a ningún evento escolar, ni cuando me gradué de bachillerato y mucho menos cuando me gradué de la universidad. Ni siquiera fue por falta de invitación, porque a pesar de saber su respuesta, siempre tenía la cortesía de invitarlo. Muy pocos cumpleaños, solamente una llamada genérica, una charla sosa, y una despedida rutinaria.
A mi papá, nunca lo vi como una figura de autoridad, nunca me ha preguntado por algún aspecto importante de mi vida. Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que me dijo que me amaba. Durante mi crecimiento siempre fue alguien que sabía qué esperar de él. Dinero para compensar la falta de cariño. Cuando tenía 16 años dejó de importarme, dejé de esperar un cambio significativo de su parte, dejé de confiar en que los años siguientes me diría que era valiosa para su vida.
De las pocas fotos que tengo con él, por no decir que la única. Mi cara de emoción es invaluable. Los niños son sus hijos con otra mujer, y ese día se estaba casando por segunda vez.
Cada vez que volvía a mi pueblo natal, exclusivamente me quedaba con mi abuela. A él lo veía pocas veces, cuando iba de paso por la casa, pero nunca pasaba de una “Hola, ¿Cómo estás?” a lo que yo respondía “Bien, ¿y usted?” Y él respondía que estaba “bien” y ahí moría la conversación. Todavía sigue ese mismo automatismo.
A veces me resulta extraño que me pregunten si quiero a mi padre, porque la respuesta los sorprende. No siento cariño, o amor por él. Siento que solamente es una persona a la que debo tratar por tener el título de “papá”, pero más allá de eso no siento nada.
Quizás necesite terapia, o quizás no. Pero lo único que sé, es que no todos pueden llamarse papás.
Si llegaste hasta aquí, te doy las gracias por leer.
Nota: Todas las fotos me pertenecen.