La retórica, que surgió en la Grecia Antigua como el arte de la persuasión, es definida por el DRAE como el
Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover.
Es decir, que este arte comprende una triple necesidad: enseñar, conmover y deleitar a los oyentes, donde es necesario mezclar argumentos, según Aristóteles, sean estos racionales, lógicos o emocionales, donde además se presente de manera elegante el discurso, haciéndolo atractivo, seductor e inspirador.
El canon retórico, hasta entrada la segunda mitad del siglo XVIII, se enseñaba de manera que las tres operaciones básicas para construir el discurso: la invención, la disposición y la elocución fueran dominadas y utilizadas productivamente por los estudiantes, en palabras de Alfonso Martín Jiménez
La invención y la disposición persiguen enseñar y conmover a los oyentes,
y la elocución tiene como fin producir su deleite.
Seguidamente, una vez construido el discurso, se ejecutaban las dos operaciones siguientes: la memoria y la acción, las mismas se enseñaban desde la práctica oral, la ejecución en escena.
Este método antiguo es vigente y actual, porque una vez sacada la retórica de la educación formal, comenzaron a abundar entrenamientos, cursos o formaciones destinadas a enseñar a hablar en público, cada uno de ellos, de una u otra manera, incorpora algunos de estos principios de la retórica sin que los instructores, en muchos de los casos, tengan conciencia del uso que están haciendo de esta disciplina.
Sin embargo, todos los procesos formativos deben vincularse con la retórica, es imposible no hacerlo, porque es ella la que determina los preceptos teóricos que deben realizarse al hablar en público y sobre todo cuando hay intención persuasiva.
Es por ello, que Alfonso Martín Jiménez afirma, en relación con la vigencia de la retórica, que:
Las normas de la retórica tradicional siguen siendo perfectamente válidas para todas aquellas profesiones o actividades en las que se requiere hablar en público, ya sea de forma habitual u ocasional (como la docencia, la política, la abogacía, el periodismo, la actividad empresarial…). Y aunque han surgido nuevos recursos tecnológicos para difundir los discursos retóricos (como los medios audiovisuales o internet), es perfectamente posible adaptar las normas retóricas a las circunstancias de la sociedad actual.
En definitiva, la retórica es un arte antiguo de actual vigencia y al aprender a hablar en público, significa que hemos interactuado con la retórica para hacerlo eficazmente.
Rhetoric, an ancient art of current relevance
Rhetoric, which arose in Ancient Greece as the art of persuasion, is defined by the DRAE as the
Art of saying well, of giving written or spoken language sufficient efficacy to delight, persuade or move.
That is to say, this art comprises a triple need: to teach, move and delight the listeners, where it is necessary to mix arguments, according to Aristotle, whether rational, logical or emotional, where the speech is also presented in an elegant way, making it attractive, seductive and inspiring.
The rhetorical canon, until the second half of the 18th century, was taught in such a way that the three basic operations for the construction of discourse: invention, disposition and elocution were mastered and used productively by the students, in the words of Alfonso Martín Jiménez
Invention and disposition aim to teach and move the listeners,
and elocution aims to produce their delight.
Afterwards, once the speech was constructed, the following two operations were executed: memory and action, which were taught from oral practice, the execution on stage.
This ancient method is still valid and current, because once rhetoric was taken out of formal education, there began to abound trainings, courses or formations aimed at teaching public speaking, each of them, in one way or another, incorporates some of these principles of rhetoric without the instructors, in many cases, being aware of the use they are making of this discipline.
However, all training processes must be linked to rhetoric, it is impossible not to do so, because it is it that determines the theoretical precepts that must be carried out when speaking in public and especially when there is a persuasive intention.
This is why Alfonso Martín Jiménez states, in relation to the validity of rhetoric, that:
The rules of traditional rhetoric are still perfectly valid for all those professions or activities in which public speaking is required, whether on a regular or occasional basis (such as teaching, politics, law, journalism, business...). And although new technological resources have emerged to disseminate rhetorical speeches (such as audiovisual media or the Internet), it is perfectly possible to adapt rhetorical rules to the circumstances of today's society.
In short, rhetoric is an ancient art of current relevance and learning to speak in public means that we have interacted with rhetoric to do it effectively.
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