A cuántas actividades, donde habrá un discurso, dejamos de asistir o evitamos hacerlo, porque sabemos de antelación que la actividad será aburrida y una total pérdida de tiempo. Ya sea en nuestro trabajo, en el colegio de nuestros niños o en la iglesia. Somos muchos los que estamos predispuestos ante esa oratoria, donde se nos ignora como participes y solamente importa el mensaje y quién lo dará.
Esta predisposición es una subcultura nacida de prácticas comunicativas caracterizadas por oradores que no saben lo que desean lograr con sus discursos, donde fondo y forma no coinciden, como afirmó Harvey Diamond
“Si tú no sabes qué quieres conseguir con tu presentación, tu audiencia tampoco lo sabrá”.
Es decir, cuando el orador no posee objetivos claros, ni considera al público dentro de su organización discursiva, el denominador común de su presentación serán el hastío, cansancio y fastidio del público, de allí que quienes escuchamos sufrimos una muerte lenta y tormentosa, la cual evitamos no asistiendo o retirándonos antes del cierre de la actividad.
Si la muerte por PowerPonit fue una expresión acuñada para "definir las presentaciones orales basadas en diapositivas que están inundadas de aburrimiento y fatiga debido a la sobrecarga de información", "muerto a discursos" es la expresión con la cual resumimos las constantes quejas que expresamos al asistir a un discurso aburrido, donde el orador se embelese en sus ideas, olvidando el tiempo y la paciencia de las personas que
escuchamos.
Como público queremos entregar nuestra atención, pero eso lo logra un orador capaz de captarla, despertar interés o generarnos empatía, de allí que los que comunicamos tenemos el deber de entregar piezas que diviertan la mente, no cansen el cuerpo y que nutran el alma, porque conquistar no es una opción, lograrlo es nuestro deber.
Dead to speeches
How many activities, where there will be a speech, we fail to attend or avoid attending, because we know in advance that the activity will be boring and a total waste of time. Whether it is at work, at our children's school or at church. There are many of us who are predisposed to this oratory, where we are ignored as participants and only the message and who will give it matters.
This predisposition is a subculture born of communicative practices characterized by speakers who do not know what they want to achieve with their speeches, where substance and form do not coincide, as stated by Harvey Diamond
"If you don't know what you want to achieve with your presentation, your audience won't know either".
That is to say, when the speaker does not have clear objectives, nor does he consider the audience within his discursive organization, the common denominator of his presentation will be the audience's weariness, tiredness and annoyance, hence those of us who listen suffer a slow and stormy death, which we avoid by not attending or by withdrawing before the end of the activity.
If death by PowerPonit was an expression coined to "define oral presentations based on slides that are flooded with boredom and fatigue due to information overload", "dead to speeches" is the expression with which we summarize the constant complaints we express when attending a boring speech, where the speaker is enraptured in his ideas, forgetting the time and patience of the people we are listening to listeners.
As an audience we want to give our attention, but that is achieved by a speaker capable of capturing it, arouse interest or generate empathy, hence those who communicate have the duty to deliver pieces that entertain the mind, do not tire the body and nourish the soul, because to conquer is not an option, to achieve it is our duty.
CRÉDITOS
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