Regreso a clases
Un regreso a clases es el fin de una espera. En silencio se descuelgan los uniformes, prestos a entrar en la vida del niño. En silencio los zapatos nuevos anhelan meterse en los pies de sus dueños; los útiles escolares aguardan dentro del morral, expectantes, porque saben que al llegar a la escuela serán exhibidos delante de otros.
También los padres coquetean al llegar a la escuela, muestran a sus pequeños con orgullo, les acarician el cabello para que los demás vean lo hermoso que los han arreglado; le sacuden la falda o le arreglan el bolsillo del pantalón para que los otros sepan que el uniforme es nuevo.
El regreso a clases es un derroche de orgullo paternal. Las madres primerizas están nerviosas porque su hijo tendrá nuevos amigos, nueva maestra, algunas hasta desean entrar a clases con los pequeños. Es hermoso verlas partir después de que los niños se alejan por los corredores en busca del salón de clases, uno sabe que van pensando en sus hijos, que desean que las horas vuelen para volver por ellos y preguntarles cómo les fue.
Los pequeños llegan con sus expectativas. Muestran sus zapatos nuevos, se distraen con sus viejos amigos, se miran los que no se conocen y cuando les presentan a su maestra se les ilumina los ojos porque tienen la idea de que las maestras son buenas, de que serán como sus madres, de que las pueden abrazar, contarles las cosas, ofrecerles desayuno. ¡Qué dicha tan grande la de una maestra! Ser amada por un niño que apenas conoce y ser amada en un mismo día por la cantidad de niños que tendrá en su salón de clases.
Todo esto le he visto desde hace veinte años, pero es ahora cuando lo plasmo como reflexión. En esta semana he revivido mi primer día de clase en cada niño; he recordado a mi maestra de primer grado, Denny Espinoza, a la que alguna vez quise abrazar, pero nunca me atreví, y a la que sigo saludando con cierta inocencia y ternura desde que me dijo «Bienvenido a la escuela, ahora yo me ocuparé de ti» y lo hizo muy bien porque aquí estoy, ocupándome junto a mis colegas de recibir a los niños en este nuevo año escolar.
Back to School
A return to school is the end of a wait. Silently the uniforms are taken down, ready to enter the child's life. In silence the new shoes yearn to slip on their owners' feet; the school supplies wait inside the backpack, expectantly, because they know that when they arrive at school they will be exhibited in front of others.
Parents also flirt when they arrive at school, they show off their little ones with pride, they stroke their hair so that others can see how beautifully they have arranged them; they shake the skirt or fix the pocket of the pants so that others know that the uniform is new.
Back to school is an outpouring of parental pride. New mothers are nervous because their child will have new friends, a new teacher, some even want to go to class with the little ones. It is beautiful to see them leave after the children walk down the corridors in search of the classroom, one knows that they are thinking of their children, that they wish the hours would fly by to come back for them and ask them how it went.
The little ones arrive with their expectations. They show their new shoes, they are distracted by their old friends, they look at those they don't know and when they are introduced to their teacher their eyes light up because they have the idea that the teachers are good, that they will be like their mothers, that they will be able to hug them, tell them things, offer them breakfast. What a great joy it is for a teacher to be loved by a child she barely knows and to be loved on the same day by the number of children she will have in her classroom.
I have seen all this for twenty years, but it is only now that I reflect on it. This week I have relived my first day of school in each child; I have remembered my first grade teacher, Denny Espinoza, whom I once wanted to hug, but never dared, and whom I still greet with a certain innocence and tenderness since she told me "Welcome to school, now I will take care of you" and she did it very well because here I am, busy with my classmates welcoming the children in this new school year.