Desde que tengo uso de razón, uno de los momentos más emocionantes y ansiosos de mi vida, era cuando escribía mi carta al Niño Jesús para pedir mis regalos de navidad. Aquel evento tenía una logística impresionante, y eran muchos los involucrados, para darme ideas, ayudarme a prepararla, qué escribir, cómo adornarla y dónde colocarla en el arbolito navideños para que Él pudiera verla. Recuerdo en mis pensamientos un poco vagos que yo me decía a mí misma: ¿La habrá visto, la leería, podrá traerme todo lo que le pedí? Cada vez que pasaba frente al árbol, observaba si mi carta estaba en otra posición, si se notaba que había abierto el sobre. Me decían en la casa: ”Tranquila, Él no tiene que abrirla para leerla, ya sabe lo que está escrito, es un ángel, es espiritual, es como un fantasmita… y muchas cosas más”.
Cuando me tocó estar del lado opuesto de la historia, la logística era exactamente igual de emocionante pero en otros tiempos más avanzados. Yo pedía una muñeca o un rompecabezas… mis hijos un Play Station, un Nintendo o una Barbie. Las peticiones iban modernizándose según avanzaban los cambios comerciales y las posibilidades. Lo que si recuerdo claramente con mis hijos, era que las cartas comenzaban con un encabezado que decía: “Querido Niño Jesús”, y aunque me gustaban todos los símbolos navideños, nunca dirigieron sus peticiones a Santa Claus.
Otra cosa muy bonita que plasmaban en sus misivas, eran los agradecimientos y deseos de paz y amor para todos, y hasta solicitaban regalitos para mí, según lo que salía de sus corazones. Se dieron algunas confusiones infantiles ya que una vez un tío y su papá les amenizaron la colocación de los regalos expresando desde una ventana, un sonoro ¡Jojojojoooo!, pero supe acomodar la situación. De lo que no tengo dudas, es que la tradición de la carta navideña es una de las más hermosas y llenas de anécdotas de toda mi vida.
Ayer tuve la oportunidad de visitar un comercial de la zona que estaba arropado de la navidad de punta a punta, y en la entrada se encuentra un gran árbol navideño. Días atrás realizaron un festejo para niños, y se sortearon juguetes, entre otras cosas. Pero lo más curioso que encontramos en el árbol, y lo dejaron allí, fue la carta de una pequeñita. Éste ha sido un motivo para reír, reflexionar, sentir nostalgia, y ser creativos, entre muchas sensaciones más, porque más allá de lo comercial de su petición, porque se trata de un juguete u objeto de moda, es la inocencia y la creatividad en la mente de una niña, al pensar que es más seguro que Santa Claus y su cortejo de renos y elfos, cuando pasen por el comercial a retirar los juguetes de los niños, puedan ver su carta más rápido.
Lo que me hace reflexionar en este escrito, es que aunque estemos pasando momentos difíciles, la magia de la navidad no debe dejar de existir para los niños, hay que preservar su inocencia, por eso tantas organizaciones de cualquier tipo, hasta particulares, se están tomando la tarea de llevar un juguete a la mayor cantidad de niños posible… y yo me atrevo a sugerirles, papitos y mamitas, hagan esas cartas a Santa con ellos, y que las llenen no sólo de juguetes, sino de peticiones de amor, paz, y bienestar para todo el mundo.
For as long as I can remember, one of the most exciting and anxious moments of my life was when I wrote my letter to Baby Jesus to ask for my Christmas presents. That event had impressive logistics, and there were many people involved, to give me ideas, help me prepare it, what to write, how to decorate it and where to place it on the Christmas tree so He could see it. I remember in my somewhat vague thoughts saying to myself: Would he have seen it, would he read it, could he bring me everything I asked for? Every time I passed in front of the tree, I would observe if my letter was in another position, if it was noticeable that I had opened the envelope. They would tell me at home: “Don't worry, he doesn't have to open it to read it, he already knows what is written, he is an angel, he is spiritual, he is like a little ghost... and many other things.
When it was my turn to be on the opposite side of the story, the logistics were exactly as exciting but in other, more advanced times. I would ask for a doll or a puzzle... my children for a Play Station, a Nintendo or a Barbie. The requests were modernized as the commercial changes and possibilities advanced. What I remember clearly with my children, was that the letters started with a heading that said: “Dear Baby Jesus”, and although I liked all the Christmas symbols, they never addressed their requests to Santa Claus.
Another very nice thing that they expressed in their letters were their gratitude and wishes of peace and love for everyone, and they even asked for little presents for me, according to what came out of their hearts. There were some childish confusions because once an uncle and his father entertained them when they were placing the gifts by expressing from a window, a resounding Jojojojoooo, but I was able to accommodate the situation. What I have no doubt about is that the tradition of the Christmas letter is one of the most beautiful and full of anecdotes of my life.
Yesterday I had the opportunity to visit a local commercial that was wrapped in Christmas from one end to the other, and at the entrance there is a big Christmas tree. Days ago they held a celebration for children, and toys were raffled, among other things.But the funniest thing we found on the tree, and it was left there, was a letter from a little girl.This has been a reason to laugh, reflect, feel nostalgic, and be creative, among many other sensations, because beyond the commercial aspect of her request, because it is a toy or fashion object, it is the innocence and creativity in the mind of a little girl, thinking that it is safer that Santa Claus and his entourage of reindeer and elves, when they pass by the commercial to pick up the children's toys, can see her letter faster.
What makes me reflect in this writing, is that although we are going through difficult times, the magic of Christmas should not cease to exist for children, we must preserve their innocence, so many organizations of any kind, even individuals, are taking the task of bringing a toy to as many children as possible ... and I dare to suggest, dads and moms, make those letters to Santa with them, and fill them not only with toys, but with requests for love, peace, and welfare for the whole world.
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