Con frecuencia escuchamos o leemos en algún libro de autoayuda que hay que vivir la vida como si hoy fuera nuestro día final, es el cliché de la vida plena: "vive como si fuera tu último día". Sin embargo, algunos han cambiado el guion y nos animan a vivir como si fuera el primero. A pesar del dilema y de lo que propongan los pensadores, filósofos o motivadores, más por intuición, que por seguir recomendaciones, tomé la costumbre de afrontar cada día como si fuera el último.
No obstante, cuanto más pienso en ello, más me doy cuenta de que sí tiene mucho sentido vivir cada jornada como si fuera el primer día de tu vida y que esto nos puede ayudar a aprovechar al máximo nuestra vida, que, al fin de cuentas, es el mensaje implícito de estas expresiones inspiradoras. Para ello haremos un ejercicio de imaginación, pondremos a volar nuestros pensamientos.
Supongamos que nuestro primer día de vida fuera espontáneo, es decir, que no fuera un proceso de nacimiento y crecimiento progresivo, sino que nos despertáramos en el mundo tal y como somos. ¿Cuál sería nuestra reacción? ¿Qué actitud adoptaríamos ante lo que vemos? Si reaccionáramos y actuáramos como cuando nos regalan un juguete o un artefacto nuevo, estaríamos excitados, curiosos, porque todo sería extraño, desconocido, nuevo para nosotros. El sol, el agua, el barro, los seres vivos y nuestro propio cuerpo. Nos daríamos cuenta de que algo late en nuestro interior, allí, en la parte superior izquierda del pecho.
Nos daríamos cuenta del proceso de respirar, hablar, oler, sentir. Los colores, cada sonido que oímos, lo percibimos con atención, es decir, lo escuchamos. El aroma de una flor, el olor a tierra húmeda o el sabor de una fruta fresca. Cada sorbo de líquido que bebemos sería una experiencia nueva, única, fascinante, que saborearíamos con alegría y mucha atención. La extensión del cielo, la complejidad de un coche o un teléfono.
Al conocer nos asombraríamos de lo que son capaces de hacer, decir y sentir; de lo que podemos aprender de cuando compartimos con ellos lo que experimentamos. En definitiva, como todo es nuevo para nosotros, lo percibiríamos con alucinación, con encanto. Es nuestro primer día de vida, tenemos todo un mundo por conocer y toda una vida por delante para disfrutar. Hay tanto por experimentar, por aprender, por compartir, por enseñar.
Y aquí reside, en mi opinión, la lección de la expresión "Vive cada día como si fuera el primero", porque al ser el primero, como todo es novedoso para nosotros, la pasión por la vida es exuberante y las enormes expectativas de lo que nos deparará este día de vida son inmensas, y cada experiencia será algo que disfrutaremos con gran intensidad.
Vivir como si fuera el primer día es vivir emocionados, con esperanza, con motivación e inspirados. Esa es la magia del primer día, de la primera vez. Nos corresponde hacer lo necesario para crear esa actitud hacia la vida y obtener los beneficios que trae consigo.
En el próximo post les hablaré de cómo vivir como si fuera el último día de nuestra vida. ¿Cuál es el secreto, cómo encarar la vida al imaginar que hoy dejamos de vivir?
We often hear or read in self-help books that we should live life as if today is our last day, it is the cliché of living life to the fullest: "live as if it were your last day ". However, some have changed the script and encourage us to live as if it were our first. Despite the dilemma and whatever the thinkers, philosophers or motivators propose, more by intuition than by following recommendations, I got into the habit of facing each day as if it were my last.
However, the more I think about it, the more I realize that it does make sense to live each day as if it were the first day of your life and that this can help us to make the most of our life, which, after all, is the implicit message of these inspiring expressions. To do this we will do an exercise of imagination, we will put our thoughts to fly.
Suppose that our first day of life was spontaneous, that is, that it was not a process of birth and progressive growth, but that we woke up in the world as we are. What would our reaction be? What attitude would we adopt to what we see? If we would react and act as when we are given a toy or a new artifact, we would be excited, curious, because everything would be strange, unknown, new to us. The sun, the water, the mud, the living beings and our own body. We would realize that something is beating inside us, there, in the upper left part of our chest.
We would become aware of the process of breathing, speaking, smelling, feeling. The colors, every sound we hear, we perceive with attention, that is, we listen to it. The scent of a flower, the smell of damp earth or the taste of a fresh fruit. Every sip of liquid we drink would be a new, unique, fascinating experience, which we would savor with joy and great attention. The expanse of the sky, the complexity of a car or a telephone.
In knowing we would be amazed at what they are capable of doing, saying and feeling; what we can learn from when we share with them what we experience. In short, as everything is new to us, we would perceive it with hallucination, with enchantment. It is our first day of life, we have a whole world to know and a whole life ahead of us to enjoy. There is so much to experience, to learn, to share, to teach.
And here lies, in my opinion, the lesson of the expression "Live each day as if it were the first", because being the first, as everything is new to us, the passion for life is exuberant and the enormous expectations of what this day of life will bring us are immense, and each experience will be something we will enjoy with great intensity.
To live as if it were the first day is to live excited, hopeful, motivated and inspired. That is the magic of the first day, the first time. It is up to us to do what it takes to create that attitude towards life and reap the benefits it brings.
In the next post I will talk to you about how to live as if it were the last day of our life. What is the secret, how to face life as we imagine that today we stop living?