En los días de mi reflexión, cuando estoy en busca de paz y tranquilidad interior, me hago un autoexamen de mis debilidades y fortalezas, para hallar en mí cosas beneficiosas tras una larga lista de errores que logre enmendar. Pero viene a mi mente opiniones ajenas, críticas destructivas, comentarios no pensados y verdades que lastiman, pero a su vez recuerdo voces de aliento y de ánimo, una palabra que te abraza y un consejo que fue como una pomada sanadora, aquello que necesitabas y deseabas escuchar.
¿Con cuál quedarme? Con las palabras que edifican o aquellas que destruyen.
Independientemente de nuestra fuerza interior, las palabras tienen un gran efecto en nosotros y repercuten en nuestra felicidad para bien o para mal. Son huellas que van quedando y que pueden borrarse con el paso de los años o simplemente no borrarse nunca.
Existe un dicho popular que dice que "la verdad duele", y aunque es cierto que muchos casos no veías en que estabas fallando y ahora tienes que cambiar tu proceder, "una verdad bien dicha no debería doler", a mi parecer este dicho es un escudo protector para aquellos que creen que decir la verdad es soltar todo lo que tienes por dentro sin pensar ni un momento en el efecto de las palabras.
Te digo lo que pienso, sin pensar en ti, sin sentir empatía ni compasión y si no te gustó es porque "la verdad duele". Solo hay que imaginarse estar en el lado contrario, colocarse en el lugar de quien se lo dicen para tratar de entender un poco el efecto que produce una verdad sin anestesia.
Una vez mi hermana para ilustrarme la corrección me puso el ejemplo de un sándwich. En algunos momentos queremos ayudar a alguien, aconsejar, y esto lo hacemos por amor.
Así que lo primero que va en el sándwich es una rodaja de pan: es decir, palabras de ánimo, "Que bueno que hayas logrado..., Te esfuerzas por hacer las cosas bien y es encomiable ..." Y destacar las buenas virtudes.
Lo que sigue es el relleno: es decir, la corrección, "Siento que deberías mejorar en... o esto lo pudieras hacer mejor..., me hace sentir mal tal actitud..." lo que creemos que la persona tiene que mejorar será para su beneficio no por interés personal.
Y por último, la otra rodaja de pan: es decir, nuevamente ánimo, "tú puedes lograrlo..., hasta ahora te has esforzado y puedes hacerlo mejor..."
Aprecio mucho a mi hermana por enseñarme este método y ayudarme a cambiar cosas necesarias en mi personalidad, poniendo ella misma en práctica lo que me enseñó. Así no sentía la corrección como un regaño, sino como una muestra de amor.
Y tengo que confesar que más que nadie tuve que aprender esta lección, pues en mi adolescencia hablaba sin pensar y era de esas que creía que soltar todo lo que sientes, es decir, la verdad y en algunas ocasiones herí a mis hermanas y a personas allegadas por no pensar en el poder de las palabras.
En una ocasión mi mamá me habló de dos palabras grandes "Nunca y Siempre" y la importancia de saber usarlas:
"Tu NUNCA cambias", "Tu SIEMPRE haces lo mismo"
Estas dos palabras pueden retumbar en tu cabeza por años impidiéndote avanzar, porque piensas que NUNCA lo lograrás, y que SIEMPRE que lo intentas fracasas.
Pero, por otro lado, queriendo utilizarlas de forma positiva pudiera excederse a tal punto de crear un ego o exagerada autoestima en las personas.
"Tu SIEMPRE estás hermosa", "Tu NUNCA te equivocas".
De allí que mi madre me hablara de la grandeza de estas palabras. Y que bueno que me lo haya enseñado para aprender a utilizarlas.
Los niños tienen la capacidad de recodar muchas cosas aun con el paso del tiempo, y algunas palabras poco edificantes pueden crecer con nosotros moldeando nuestra autoestima de adultos.
Algunos de mis complejos personales vienen de apodos, malos comentarios, y opiniones impuestas. Pensando esto, recuerdo una terapia que me enseñaron en la escuela. Desconozco el autor de esta dinámica, pero muestra una realidad con relación a lo que decimos y como lo decimos.
Me mandaron a hacer en una hoja de papel una carita feliz, y debía soltar mis emociones con esa carita, decirle todas las cosas feas que se me pasarán por la mente, como si quisiera decirle sus cuantas verdades a alguien, pero por cada palabra que le dijera debía ir arrugando la hoja hasta hacerla una bolita de papel.
Luego de esto debía a comenzar a decirle cosas lindas a aquella carita a medida que iba abriendo la hoja, pero por más cosas bonitas que le decía la carita de papel no volvió a ser lisa como antes, quedaron los huellas de la las palabras.
Lección que aprendí de esta actividad: las palabras mal dichas calan muy hondo. Por eso no debemos soltarlas sabiendo que no pueden ser regresadas.
No somos perfectos, pero esforcemos porque nuestras palabras edifiquen a otros, detenernos a pensar antes de hablar puede enseñarnos que muchas veces el silencio es mejor.
¡Que nuestras palabras dejen huellas, pero huellas de amor!
English Publication
The traces left by words
On the days of my reflection, when I am in search of peace and inner tranquility, I do a self-examination of my weaknesses and strengths, to find beneficial things in me after a long list of mistakes that I manage to amend. But it comes to my mind other people's opinions, destructive criticism, unthoughtful comments and truths that hurt, but at the same time I remember voices of encouragement and encouragement, a word that embraces you and a piece of advice that was like a healing ointment, what you needed and wanted to hear.
Which one should I choose? With words that edify or those that destroy.
Regardless of our inner strength, words have a great effect on us and impact our happiness for better or worse. They are traces that are left behind and can be erased over the years or simply never erased.
There is a popular saying that says that "the truth hurts ", and although it is true that in many cases you did not see where you were failing and now you have to change your behavior, "a truth well told should not hurt ", in my opinion this saying is a protective shield for those who believe that telling the truth is to release everything you have inside without thinking for a moment about the effect of the words.
I tell you what I think, without thinking about you, without empathy or compassion, and if you did not like it, it is because "the truth hurts". You just have to imagine being on the opposite side, to put yourself in the place of the person who is being told to try to understand a little of the effect that a truth without anesthesia produces.
Once my sister gave me the example of a sandwich to illustrate the correction. At times we want to help someone, to give advice, and we do this out of love.
So the first thing that goes in the sandwich is a slice of bread: that is, words of encouragement, "How nice that you have achieved..., You strive to do things well and it is commendable... " And highlight the good virtues.
What follows is the filler: i.e., the correction, "I feel you should improve in.... or this you could do better..., I feel bad about such an attitude... " what we believe the person has to improve will be for his or her benefit not for personal interest.
And finally, the other slice of bread: that is, again, encouragement, "you can do it..., you have made an effort so far and you can do better... ".
I appreciate my sister very much for teaching me this method and helping me to change necessary things in my personality, putting into practice what she taught me herself. Thus I did not feel the correction as a scolding, but as a token of love.
And I have to confess that more than anyone else I had to learn this lesson, because in my adolescence I spoke without thinking and I was one of those who believed that letting out everything you feel, that is, the truth, and sometimes I hurt my sisters and people close to me for not thinking about the power of words.
My mom once told me about two big words "Never and Always " and the importance of knowing how to use them:
"You NEVER change," "You ALWAYS do the same thing."
These two words can rumble around in your head for years preventing you from moving forward, because you think that YOU will NEVER succeed, and that YEVER you try you fail.
But, on the other hand, wanting to use them in a positive way could go so far as to create an ego or exaggerated self-esteem in people.
"You ALWAYS look beautiful", "You NEVER make a mistake".
Hence my mother spoke to me about the greatness of these words. And good thing she taught me that so I could learn to use them.
Children have the capacity to remember many things even with the passage of time, and some unedifying words can grow with us, shaping our self-esteem as adults.
Some of my personal complexes come from nicknames, bad comments, and imposed opinions. Thinking about this, I remember a therapy I was taught in school. I don't know the author of this dynamic, but it shows a reality regarding what we say and how we say it.
I was asked to make a happy face on a piece of paper, and I had to let out my emotions with that face, say all the ugly things that came to my mind, as if I wanted to tell someone the truth, but for each word I said I had to crumple the paper until it became a little ball of paper.
After that I had to start saying nice things to that little face as I was opening the sheet of paper, but no matter how many nice things I said, the little paper face was not smooth as before, the traces of the words remained.
Lesson I learned from this activity: Bad words go very deep. That's why we must not let them go, knowing that they cannot be taken back.
We are not perfect, but let us make an effort so that our words edify others, stopping to think before speaking can teach us that many times silence is better.
May our words leave footprints, but footprints of love!
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