¿Reencarnar? Sí, por favor
No era la primera vez que tenía aquella sensación. Algunas veces amanecía con un número o fecha, un nombre, y hasta con la imagen de un rostro o acción. Como aquella semana en la que cada día se despertó con el número 1929. El número volvía y se hacía más nítido. Su familia le aconsejó que se lo jugara a la lotería o a la ruleta. Aunque ella hizo lo que su familia le había aconsejado, no tuvo suerte y la fijación que tenía con el 1929, desapareció.
Igual había ocurrido con aquella persona que había conocido el día del accidente en Plaza Mallorca. El hombre la había visto fijamente y le había preguntado que si se conocían de otra parte. Extrañamente, ella había sentido lo mismo, pero era imposible porque era la primera vez que ella visitaba aquella ciudad y aquella zona. Al alejarse, sintió un vacío en el estómago como si algo dentro de ella se hubiese perdido. Esa sensación de abandono permaneció con ella mucho tiempo.
Ahora llegaba a su casa, al final del día, luego de una larga jornada de trabajo, con la misma percepción de algo extraño, raro, en el pecho. Tratando de despejar la mente, encendió la tele. Saboreando unos trocitos de queso con aceituna, observaba un programa de historia en la televisión cuando de repente vio la imagen del hombre que ella había visto en Plaza Mallorca.
Subió el volumen del aparato y se quedó pasmada con lo que vio y escuchó: "En el año 1929 aquel hombre había muerto en un accidente de tránsito y como consecuencia de eso, su esposa había decidido tirarse al mar y murió ahogada". El locutor que leía la noticia expresó de manera seria: "Tal día como hoy, pero en 1929, murió esta mujer por amor". Dijo e inmediatamente apareció en la pantalla la fotografía de una mujer, muy parecida a ella.
Creo que muchos de nosotros hemos experimentado, por lo menos una vez, hechos inexplicables como el narrado anteriormente. Y si no somos incrédulos y no nos ponemos obtusos, podemos aceptar que hay algo extraño detrás de estos fenómenos que escapan de la lógica. Que todavía hay un millón de cosas que el hombre desconoce y que, gracias a Dios, incentivan su imaginación y curiosidad.
La reencarnación puede ser considerada una panacea utilizada para solventar el dolor o miedo que provoca la muerte. La idea de dejar esta vida, con la garantía de que nacerás nuevamente, en otro cuerpo, uno más joven, puede ayudar a que el fallecimiento no sea visto como el fin de todo, no solo para los deudos sino también para la persona que muere.
Según algunos expertos sobre reencarnación, el cuerpo es lo que muere, pero el alma sigue viva y es la que reencarna, según algunos principios bien interesantes que tienen que ver con Karma, misión de vida, entre otros. Pensar que al nacer nos dan un carro 0 kilómetro (cuerpo) y que ese carro, a medida que pasa el tiempo se va echando a perder hasta que ya no puede andar y se convierte en una chatarra, puede resultar triste y desesperanzador; pero si nos dicen que con la muerte, dejaremos ese carro viejo por otro nuevo, nos llenamos de ilusión.
Igualmente ocurre con nuestros seres queridos y con nuestras experiencias. Según algunos estudios, cuando reencarnamos no solo tenemos la posibilidad de escoger nuestra familia (dicen que algunos núcleos se repiten en cada vida: nuestra madre en una vida puede ser hija en otra), también tenemos la tarea de enmendar nuestros errores, rectificar nuestro comportamiento y hasta la oportunidad de encontrarnos con aquellos amores con los que tuvimos una relación inconclusa.
En lo personal, yo creo en la reencarnación. Que somos seres que nos vamos perfeccionando en cada vida, que hay almas gemelas que nos acompañan en cada reencarnación. Yo sí creo que nuestra alma es la que decide cuándo, dónde y en quién reencarnar (lo llaman el libre albedrío); que aquí, solo aquí en la tierra, tenemos un propósito y que de acuerdo a ese propósito asignado, se van tejiendo las cuerdas del destino. También creo, que en alguna parte del libro de mi vida, está escrito que yo haría este post y que ustedes lo leerían, y que yo en otras vidas, tendré la sensación de haber escrito un texto como este y de haber sido leída por ustedes.Entonces, hasta la próxima vida, seres reencarnados...