Imagen original de nyfrese en Pixabay y editada en Canva
ESPAÑOL
Solo hubiera pedido ser lo suficiente fuerte como para vencerme a mí misma. No puedo culpar a nadie del destino que construí, quisiera que esta realidad sea una de mis pesadillas que más tarde despertaré, pero sé que no lo es. Por eso quisiera poner en manifiesto los aterradores sucesos que hicieron que termine en esta celda oscura y fría por 40 años. No espero que nadie lea este relato, pero lo hago para despedirme del dolor que ha invadido mi alma por mucho tiempo.
Imagen original de Miguel Á. Padriñán en Pexels
En mi niñez no tenía problemas con el peso, sobresalía por ser alguien delgada, con cabello largo. Esto hacía que las personas me vieran como alguien débil y tímida. De todas maneras, las cosas eran normales, pero eso cambió cuando fui creciendo. Papá y mamá discutían muy frecuentemente, al final de cada pelea papá se marchaba de casa y mamá terminaba llorando. Me acercaba a ella y le decía: “Mamá, no llores, yo te quiero” al ver sus ojos rojos y enfurecidos podía sentir que yo era la culpable, pero no entendía por qué o que había hecho mal. Tenía buenas calificaciones en la escuela, mi cuarto estaba limpio y ordenado.
Fue así como no sentí ninguna conexión con mis padres, nunca pude platicarles como fue mi proceso para convertirme de niña a mujer, comprendí que debía arreglármelas para poder sobrevivir. Entonces descubrí una forma para dejar de sentirme sola, así que comencé a robar comida, de acuerdo lo hacía en mi propia casa. Al enterarse de esta situación mi papá me golpeó hasta que no tuve ganas de volver a levantarme de cama por una semana, en realidad tenía esperanza que mamá hiciera algo por mí, pero no fue así.
Claro está, de ahora en adelante, sería más precavida para poder robar y comer más. Aquellos que han experimentado esta necesidad emocional sabrán que no hay nada más generoso que refugiarse en la comida, era inexplicable la retribución que recibía. Comía todo el tiempo y empecé a engordar. Este rasgo de emocional creció conmigo, cuando llegué a mi adultez me convertí en alguien que buscaba consuelo con un helado.
Imagen tomada de Piqsels Fuente
Me casé de joven y tuve la esperanza de que mi compañero de vida no sería como mis padres, unos completos extraños. Al darme cuenta de que el hombre que amaba me trataba con respeto y que no le importaba las lonjas que colgaban mi cintura, me sentía a salvo con él. Nos comprometimos y compartimos preferencias en la comida, él procuraba ser lo más agradable conmigo. Teníamos en la nevera tortas, panqueques, y muchas galletas. En aquella época había subido 40 kg en un año, pues era muy evidente que dejé de ser atractiva. Mi paso siguiente consistía en buscar ayuda, decidí tomar antidepresivos e iniciar clases de ballet.
Pasaron varios meses y noté que los sentimientos de mi esposo cambiaron, cada vez era más indiferente e irritable conmigo. Sin embargo, consideré abstenerme a cualquier discusión que terminará con este matrimonio. Hasta que cierto día descubrí por casualidad o cosas del destino de unos mensajes que se cruzaron en su celular mientras yo preparaba el desayuno y él se duchaba. Mi corazón se aceleró y las piernas tambaleaban al descubrir que me estaba engañando. Ese día perdí la cuenta de todas las galletas que comí, y desde entonces mi sobrepeso empeoró.
El temor de quedar sola nuevamente me hacía sentir miserable, solo de imaginar que nadie más podría fijarse en esta gorda, mi piel sentía un escalofrío. Ahí estaba sentada en un sofá viejo que mi destino infortunio me obligaba a vivir. Pero esta circunstancia estaba a punto de cambiar en un instante.
Imagen original de photosforyou en Pixabay
Por la noche, mientras preparaba la merienda, llegó ebrio, inmediatamente traté de evadir su presencia, al darse cuenta de mi actitud, él sostuvo mis brazos y comenzó a insultarme. Asustada por tal violencia, mordí parte de su pecho. En ese instante una entidad demoníaca se apoderó de su rostro y comenzó a patear mi estómago unas cuantas veces.
Probablemente, estos golpes hicieron que perdiera mi razón de ser y sacará fuerzas para ir a la cocina y tomar un cuchillo. Entonces, guiada por el dolor y el desprecio, hundí el filo del cuchillo en el torso de aquel hombre. Esa misma noche, después que se cumpliera este terrible asesinato, ni siquiera me di la tarea de ocultar el cadáver. Fui yo misma quien llamó a la policía, no me sentí culpable y tampoco lamenté lo ocurrido.
Después de varios meses recibí una única e inesperada visita en esta fría celda, era el mismo hombre que esa noche asesiné, parado al frente mío, la tranquilidad de mis 5 sentidos parecía despavorir. ¿Acaso me volví paranoica? Finalmente, cuando se marchó entendí que fue su decisión que yo estuviera aquí. Al menos desde aquel momento mi conciencia duerme tranquila. Estar aquí no ha sido del todo mal, es el único lugar que parece ser importante mi existencia.
Fin
Esta es una historia que representa a muchas personas que tenemos problemas con la comida, como una forma de escapar del dolor. La mayoría de estos casos suceden por los traumas que se generan en la infancia. Y en la adultez, es común sufrir maltrato físico, verbal y psicológico. La próxima vez que veas a alguien con sobrepeso no lo juzgues, más bien ofrécele su amor y ayuda, no sabemos por lo aquel hombre o mujer ha tenido que pasar, para que la comida sea su único refugio.
ENGLISH
Original image by nyfrese at Pixabay and edited in Canva
I only wish I had been strong enough to beat myself. I can't blame anyone for the destiny I built, I wish this reality was one of my nightmares that I will later wake up from, but I know it is not. That is why I would like to bring to light the terrifying events that made me end up in this dark and cold cell for 40 years. I do not expect anyone to read this story, but I do it to say goodbye to the pain that has invaded my soul for a long time.
Original image by Miguel Á. Padriñán at Pexels
In my childhood I had no problems with weight, I stood out as someone who was thin, with long hair. This made people see me as weak and shy. Anyway, things were normal, but that changed as I got older. Dad and mom would argue very often, at the end of every fight dad would leave the house and mom would end up crying. I would go up to her and say, "Mom, don't cry, I love you" seeing her red and angry eyes I could feel that I was the one to blame, but I didn't understand why or what I had done wrong. I had good grades in school, my room was clean and tidy.
So I felt no connection with my parents, I could never tell them about my process of turning from a girl into a woman, I understood that I had to make do in order to survive. Then I discovered a way to stop feeling lonely, so I started stealing food, I did it in my own house. When my dad found out about this situation, he beat me until I didn't feel like getting out of bed again for a week, actually I was hoping that my mom would do something for me, but it wasn't like that.
Of course, from now on, I would be more cautious so I could steal and eat more. Those of you who have experienced this emotional need will know that there is nothing more generous than taking refuge in food, it was inexplicable the retribution I received. I ate all the time and started to put on weight. This emotional trait grew with me, as I reached adulthood I became someone who sought solace in ice cream.
Image taken from Piqsels Fuente
I married young and hoped that my life partner would not be like my parents, complete strangers. Realizing that the man I loved treated me with respect and that he didn't care about the waistlines that hung around my waist, I felt safe with him. We compromised and shared food preferences, he tried his best to be as nice to me as possible. We had cakes, pancakes, and lots of cookies in the fridge. At that time I had gained 40 kg in one year, as it was very evident that I was no longer attractive. My next step was to seek help, I decided to take antidepressants and start ballet classes.
Several months passed and I noticed that my husband's feelings changed, he was becoming more and more indifferent and irritable with me. However, I considered refraining from any discussion that would end this marriage. Until one day I discovered by chance or fate of some messages that crossed his cell phone while I was preparing breakfast and he was taking a shower. My heart raced and my legs wobbled as I discovered that he was cheating on me. That day I lost count of all the cookies I ate, and from then on my overweight got worse.
The fear of being alone again made me feel miserable, just imagining that no one else could notice this fat girl made my skin shiver. There I was sitting on an old sofa that my unfortunate fate forced me to live on. But this circumstance was about to change in an instant.
Imagen original de photosforyou en Pixabay
In the evening, while I was preparing the snack, he arrived drunk, I immediately tried to avoid his presence, when he noticed my attitude, he held my arms and began to insult me. Frightened by such violence, I bit part of his chest. At that instant a demonic entity took hold of his face and started kicking my stomach a few times.
Probably, these blows made me lose my raison d'être and I got the strength to go to the kitchen and grab a knife. Then, guided by pain and contempt, I plunged the edge of the knife into that man's torso. That same night, after this terrible murder was accomplished, I did not even give myself the task of hiding the corpse. It was I myself who called the police, I did not feel guilty and I did not regret what had happened.
After several months I received a unique and unexpected visit in this cold cell, it was the same man I murdered that night, standing in front of me, the tranquility of my 5 senses seemed to be awakening. Am I becoming paranoid? Finally, when he left I understood that it was his decision for me to be here. At least from that moment on my conscience sleeps peacefully. Being here hasn't been all bad, it's the only place my existence seems to matter.
End..
This is a story that represents many people who have problems with food as a way to escape from pain. Most of these cases happen because of traumas generated in childhood. And in adulthood, it is common to suffer physical, verbal and psychological abuse. The next time you see someone who is overweight, do not judge him or her, but rather offer your love and help, we do not know what that man or woman has had to go through, for food to be their only refuge.
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