Hacía calor y el humo como una odalisca envuelta en velos transparentes, bailaba frente a sus ojos. Los labios entreabiertos exhalando inhibiciones y soltando sonidos que flotaban en el aire, sonidos que podrían ser palabras, quejidos, gruñidos o gemidos quizá. Todo en el ambiente se iba condensando y tomando forma a medida que los dos se acercaban, listos para caer precipitados en un muy húmedo beso.
-¡Pinta buena la noche! ¿No? - Gritó Pamela desde el otro lado de la mesa, mientras los vio besarse, y soltó una carcajada. Ella era una chica linda "desde el pie hasta el alma", rubia, de piel muy blanca y ojos muy grandes, risueña, muy divertida. Tenía un par de tatuajes que a Jessie le daba vergüenza mirar demasiado, podía perderse como cualquier ser humano en el terso lienzo de su espalda, decorado con una flor de líneas delicadas. Jessica nunca había visto a una chica en acción para conquistarla, o al menos no una como ella y se sorprendió a sí misma preguntándose qué pasaría si cambiaba de dirección esa noche.
Todo inició en una reunión de amigos. Jessica iría a encontrarse con Darío en su departamento, invitadísima a compartir unas birras y mucha música esa noche. Estaba segura que las cosas con él terminarían en la cama y se preparó para eso, tomó un baño largo, usó lencería de encaje, un bralette negro y panties a juego que la hacían sentirse apetecible estando frente al espejo. El fondo perfecto por si un descuido dejaba a la vista algo más, debajo de esa ligera blusa que mostraba toda su espalda baja.
Cuando llegó al lugar estaban Pamela y Adrián, acompañándolos. Adrián era un chico lindo, de manos grandes y ojos café, alto y simpático, con una sonrisa hermosa, aunque un poco tímido a su parecer. Jessie se dedicó a hacerlo sentir cómodo conversando de cualquier cosa mientras preparaban los tragos y encendían un cigarrillo para compartir. Pasado el rato, luego de cantar y escuchar un par de canciones, compartir risas, y muchas historias geniales de las aventuras y desventuras de estos chicos, comenzó a hacer efecto todo el licor que llevaban y fue liberándose el lúbrico pensamiento de Jessie, el mismo que la había llevado a vivir experiencias divinas en el pasado.
Se acercó a su anfitrión y lo incitó a bailar o al menos a verla bailar, sin restricciones se paro en frente, levanto los brazos y contoneandose divinamente hizo un par de movimientos que subieron la temperatura. Sabía lo que hacía. Sin moverse demasiado, medio giro para quedar de espaldas, piernas largas y abiertas, con toda la melena, y mirándolo fijamente, subió lento, deslizando los dedos por toda la extensión de sus piernas.
-¡Bueno, Querida! Nada de estar cocinando delante de hambrientos.- la interrumpió Pam. Por la cercanía de su cuerpo, a través de su blusa, Jess pudo notar la ligera excitacion que había causado en Pamela, y ella no tuvo intención de disimular ni un poco que le gustaba lo que veía.
Jessie era experta en crear atmósferas y esta vez no sería la excepción. Con los movimientos de sus manos y el roce que reposaba sobre los demás contando más segundos de lo habitual; podía percibir las pieles erizadas ante su cercanía. Los susurros al oído, comentarios, sonrisas, jugar con su cabello, y ese brillo felino en sus ojos negros del que difícilmente alguien quiere escapar. Convirtiéndose en la trampa perfecta donde caería alguno de los tres.
⁃¿Y si jugamos algo?- Dijo Darío, y con esas simples palabras abrió el espectro de las posibilidades que para el imaginario de Jessica era infinito.
-¿Tienes unas cartas? Yo soy experta en inventar juegos.- dijo ella de inmediato.
-Cartas no, solo unos dados- respondió el chico, mientras sostenía un par de ellos en las manos.
Jessica tomó los dados y marcó las directrices, nada muy rebuscado. El que tuviera el turno impondría una regla que se debía cumplir cada vez que los dados mostraran ese número. Todos tendrían su oportunidad. Ella iba primero, por supuesto. Tiró y colocó la sanción al número que salió: cinco. -Cada vez que alguien lance cinco, bebe un trago el que está a su derecha-. Así empezaron a jugar y ante sus ojos, los chicos se mostraron super entretenidos instaurando penitencias de tomar un shot o dos.
Siete, cinco otra vez y nueve, los números que jugaron en la mesa. Todos toman fondo blanco con el siete, bebe el de la derecha nuevamente con el cinco y trago doble con el nueve. Con los dados nuevamente en su poder, lanzó y salió un dos. Sus cejas arqueadas y la mirada pícara, conteniendo inútilmente la sonrísa, encontró el número perfecto para dar pie a lo que se le estaba ocurriendo -un beso de dos- dijo. Pero para sorpresa de todos, Jessie no fue contra los labios del dueño de casa, sino que se abalanzó sobre Adrián. Ante la mirada de Darío y Pame, lo besó. Suave, dulce y delicadamente; con una sonrisa al final, mostrándose dispuesta a recibir otro de vuelta.
Terminó y cedió el turno a Darío, quien seguramente no tardó en idear un contraataque al turno anterior. Darío era un sexy flaco de cabello negro y ojos café, de esos que parecen buenos, pero no demasiado buenos. Se habían conocido hace un par de días y desde el primer encuentro se encendieron las luces que hicieron visible el escenario. Unos besos furtivos habían marcado el ritmo con que sus cuerpos danzarían en adelante.
Tres, dieron los dados. -Y si el dos, es beso de dos... el tres será ¡beso de tres!- exclamó descaradamente; acercándose a su amiga e invitando a Adrián para cumplir lo impuesto. Él también podía ganar el juego que Jess sabía jugar mejor. Pamela lo detuvo por un momento y la miró, consultando en silencio si eso era lo que quería ver. Con los ojos achinados y la respiración cortada, Jess asintió, consintiendo el acto. Se concentró en observar y disfrutar el espectáculo que ahora iniciaba para ella. Se conocían bien esos tres. Ningún beso se vio mejor antes que ese, incluyendo hasta las mejillas, barbillas y cuellos. Las bocas desesperadas compartían el aliento y dejaban huir algún quejido contenido. Un par de miradas febriles entre los protagonitas de esa sesión de juegos, fueron suficientes para entender en medio de la bruma que eran ahora sus mentes, que andarían sin remedio por un camino de no retorno.
Los tres se levantaron de sus sillas con el impulso del beso y formaban una hermosa silueta contra la pared. Pame bajó su mano hasta toparse con las dimensiones y la firmeza de Darío, con la otra mano colgaba de Adrián, que la besaba apasionadamente mientras bajaba el tiro de su blusa y tocaba su pecho desnudo. Se puso de pié y era una diosa que sin mezquindades se dió a ese par de mortales, dejándoles lamer las mieles de su piel, desde el pecho hasta el ombligo. Freya misma. Y en su rostro ardía el deseo de que Jessica se atreviera a jugar con ella también.
Hubo una pausa, Jessie recogió los dados y le tocaba a Pamela tirar, que respiró y se repuso del turno anterior, lanzó sin más remedio porque ya estaba sumergida hasta el cuello en el asunto. Y fue un dos nuevamente. No hay maneras de describir el gesto de su cara ante la posibilidad de escoger con quien quería besarse; se incorporó, sirviendo su cuerpo en la mesa, atravesandola por completo, para ofrecer sus labios en un beso a Jessica, quien no opuso resistencia alguna y cumplió la sanción con la risueña chica, había sido lo más esperado de la noche. Cerro los ojos y se dejó llevar. Ella también lo deseaba.
Se distinguió luego un doble tres, Adrian había lanzado los dados y marcó la sentencia que dio inicio al fin de este juego - cada tiro doble deberán quitarse una prenda - Imponente y encendido en fuego, se quitó el cinturón y lo golpeó sobre la mesa.
Dos, cinco, once, doble cinco, cuatro, seis, diez, tres, doble cuatro, nueve, siete, ocho, seis, tres, doble dos, cinco, nueve, ocho, diez, tres, una ronda, otra ronda, una prenda, otro beso...-¡Bueno Basta! - Los detuvo Darío.
De momento no lanzarían más, ya no era el azar quien ordenaba. El flaco decidió tomar el control y ordenó que Jessie se parara de la mesa, ella obedeció- las manos en el suelo, Jessica. Me parece que te has portado mal- le dijo; se detuvo detrás y restregó toda su virilidad contra ella, frotandose contra sus nalgas, tomandola por la cintura. Su mano y acarició la espalda de nuestra chica y toda la extensión de su trasero, y con fuerza la nalgueó. Fue una descarga de adrenalina para Jessica, no pudo evitar soltar a tempo un gemido que vibraba entre las notas de dolor y gozo, le había gustado. Darío lo hizo nuevamente y otra vez. El quejido que salía de Jessica lo hacía sentir poderoso, lo estaba llevando al borde, así que se detuvo. Quería alargarlo todo.
-Dale uno más, que le gusta- sugirió Pamela desde la mesa de juegos. Al escuchar la voz de la chica Jess suplicó un cambio; -ella, por favor- alcanzó a decir. Después de todo, no quedaba espacio para las restricciones, para los tabúes, se entregaba íntegra ante los deseos de su cuerpo, quería que fuera ella quien la sometiera. Pam tomó el cinturón de la mesa, se lo mostró a Jess mientras la llevaba contra la pared y se dispuso a darle un par de correazos, quemándole la piel contra el cuero. Deslizó sus uñas largas suavemente por la piel enrojecida y otra vez, dos y tres veces mas. Jessica no podía más, jadeaba y gemía, necesitaba tocarse al menos; pero su mano se detuvo de camino al centro, cuando Pamela, la risueña, se hincó y posó ese hermoso rostro en su sexo húmedo y caliente finalmente.
No hubo tregua en esa guerra. Se permitía todo. Para qué hablar más de la batalla que se libró. La lujuria ardiendo con lo que quedaba de sobriedad en la habitación. La necesidad de poseer y ser poseídos, todo el poder que se siente increíblemente en la vulnerabilidad de la sumisión. Cada uno fue esclavo y amo del otro. Dejaron de ser dos y dos, ahora eran un ser de cuatro bocas, ocho manos, muchas piernas. Un ser que nace desde el placer y se realiza en el placer, gime, suda, jadea, se saborea, tiembla, golpea, embiste, rebota y explota una, dos, tres, cuatro, mil veces; hasta extinguirse en su propia llama. Dejando a su paso sólo el silencio y el recuerdo de haber existido en el calor y la oscuridad de la noche.
ENGLISH VERSION
It was hot and the smoke, like an odalisque wrapped in transparent veils, danced in front of her eyes. Lips half-open, exhaling inhibitions and releasing sounds that floated in the air, sounds that could be words, moans, grunts or groans perhaps. Everything in the air was condensing and taking shape as the two drew closer, ready to fall headlong into a very wet kiss.
-It's looking good tonight, isn't it? - Pamela shouted from the other side of the table, as she watched them kiss, and let out a laugh. She was a pretty girl "from the toe to the soul", blonde, very white skin and very big eyes, giggly, very funny. She had a couple of tattoos that Jessie was embarrassed to look at too much, she could get as lost as any human being in the smooth canvas of her back, decorated with a delicately lined flower. Jessica had never seen a girl in action to conquer her, or at least not one like her and she caught herself wondering what would happen if she changed direction that night.
It all started at a gathering of friends. Jessica was going to meet Dario at his apartment, invited to share a few beers and a lot of music that night. She was sure that things with him would end in bed and she prepared for that, she took a long bath, wore lace lingerie, a black bralette and matching panties that made her feel appetizing in front of the mirror. The perfect background in case a carelessness left something else in sight, under that light blouse that showed all her lower back.
When she arrived at the place there were Pamela and Adrian, accompanying them. Adrian was a cute boy, with big hands and brown eyes, tall and friendly, with a beautiful smile, though a bit shy in her opinion. Jessie made him feel comfortable talking about anything and everything while they prepared drinks and lit a cigarette to share. After a while, after singing and listening to a couple of songs, sharing laughs, and many great stories of the adventures and misadventures of these guys, all the liquor they were carrying began to take effect and Jessie's lubricious thoughts were released, the same that had led her to live divine experiences in the past.
She approached her host and urged him to dance or at least to watch her dance, without restraint she stood in front of him, raised her arms and wiggled divinely and made a couple of moves that raised the temperature. She knew what she was doing. Without moving too much, she half-turned so that she was on her back, long legs spread wide, full mane, and staring at him, she slowly moved up, sliding her fingers up and down the length of her legs.
-Well, Darling! No cooking in front of hungry people," Pam interrupted her. By the closeness of her body, through her blouse, Jess could tell the slight arousal she had caused Pamela, and she had no intention of disguising even a little that she liked what she saw.
Jessie was an expert at creating atmosphere and this time would be no exception. With the movements of her hands and the rubbing that rested on the others counting more seconds than usual; she could perceive the skins bristling at her closeness. The whispers in her ear, comments, smiles, playing with her hair, and that feline gleam in her black eyes that hardly anyone wants to escape from. Becoming the perfect trap where any of the three would fall into.
⁃What if we play a game?" said Dario, and with those simple words he opened the spectrum of possibilities that for Jessica's imagination was infinite.
-Do you have any cards? I'm an expert at inventing games," she said immediately.
-No cards, just some dice," answered the boy, while holding a pair of dice in his hands.
Jessica took the dice and marked the guidelines, nothing too far-fetched. Whoever had the turn would impose a rule that had to be followed every time the dice showed that number. Everyone would get their chance. She would go first, of course. She rolled and placed the penalty on the number that came up: five. -Every time someone rolls five, the person to their right takes a drink. So they began to play and before their eyes, the boys were super entertaining by instituting penances of taking a shot or two.
Seven, five again and nine, the numbers they played at the table. Everyone takes white bottom with the seven, drinks the one on the right again with the five and double shot with the nine. With the dice back in his possession, he rolled and a two came up. His eyebrows arched and the mischievous look on his face, futilely holding back the grin, he found the perfect number to cue what he was coming up with - a kiss of two - he said. But to everyone's surprise, Jessie didn't go against the homeowner's lips, but instead pounced on Adrian. Under the gaze of Dario and Pame, she kissed him. Softly, sweetly and delicately; with a smile at the end, showing her willingness to receive another one in return.
He finished and gave the turn to Dario, who surely didn't take long to come up with a counterattack to the previous turn. Dario was a sexy skinny guy with black hair and brown eyes, the kind that looks good, but not too good. They had met a couple of days ago and from the first encounter the lights had come on that made the scenario visible. A few furtive kisses had set the rhythm with which their bodies would dance from now on.
Three, they rolled the dice. -And if two is a kiss for two... three will be a kiss for three," she exclaimed shamelessly; approaching her friend and inviting Adrian to comply with what had been imposed. He too could win the game Jess knew how to play best. Pamela stopped him for a moment and looked at her, silently asking if that was what she wanted to see. Eyes slanted and breath hitching, Jess nodded, consenting to the act. She concentrated on watching and enjoying the show that was now beginning for her. They knew each other well, those three. No kiss had ever looked better before than that one, including even cheeks, chins and necks. Desperate mouths shared breath and let out some restrained moan. A couple of feverish glances between the protagonists of that play session were enough to understand, in the midst of the haze that was now their minds, that they would hopelessly walk down a path of no return.
The three of them got up from their chairs with the impulse of the kiss and formed a beautiful silhouette against the wall. Pame lowered her hand to meet Dario's dimensions and firmness, with the other hand she hung on Adrian, who kissed her passionately while pulling down the drape of her blouse and touching her naked breast. She stood upright and was a goddess who without meanness gave herself to that pair of mortals, letting them lick the honeys of her skin, from breast to navel. Freya herself. And on her face burned the desire for Jessica to dare to play with her as well.
There was a pause, Jessie picked up the dice and it was Pamela's turn to roll, who took a breath and recovered from the previous turn, she threw with no other choice because she was already neck-deep in the affair. And it was a two again. There is no way to describe the gesture on her face at the possibility of choosing with whom she wanted to make out; she joined, serving her body on the table, crossing it completely, to offer her lips in a kiss to Jessica, who did not put up any resistance and fulfilled the sanction with the giggling girl, it had been the most expected of the night. She closed her eyes and let herself go. She wanted it too.
Then a double three was distinguished, Adrian had thrown the dice and marked the sentence that began the end of this game - each double throw must remove a garment - Imposing and on fire, he took off his belt and hit it on the table.
Two, five, eleven, double five, four, six, ten, three, double four, nine, seven, eight, six, three, double two, five, nine, eight, ten, three, one round, another round, one garment, another kiss...-Well, enough! - Dario stopped them.
For the moment they would not throw any more, it was no longer chance that gave the orders. The skinny guy decided to take control and ordered Jessie to stand up from the table, she obeyed- hands on the floor, Jessica. I think you've misbehaved," he told her; he stopped behind her and rubbed his manhood against her, rubbing against her buttocks, grabbing her by the waist. His hand and caressed our girl's back and the entire length of her ass, and forcefully spanked her. It was an adrenaline rush for Jessica, she couldn't help but let out in tempo a moan that vibrated between the notes of pain and joy, she had liked it. Darius did it again and again. The moan coming out of Jessica made him feel powerful, she was driving him to the brink, so he stopped. He wanted to draw it all out.
-Give her one more, she likes it- Pamela suggested from the play table. Hearing the girl's voice Jess begged for a change; -please- he managed to say. After all, she had no room left for restrictions, no room for taboos, she gave herself entirely to her body's desires, she wanted to be the one to submit. Pam took the belt from the table, showed it to Jess as she led her to the wall and prepared to give her a couple of strokes. She slid her long fingernails gently across the reddened skin and again, two and three more times. Jessica couldn't take it anymore, she was panting and moaning, she needed to touch herself at least; but her hand stopped on the way to the center, when Pamela, the giggling one, knelt down and placed that beautiful face on her wet and hot sex at last.
There was no truce in that war. Everything was allowed. What more to speak of the battle that was waged. Lust burning with what was left of sobriety in the room. The need to possess and be possessed, all the power felt incredibly in the vulnerability of submission. Each was slave and master to the other. They were no longer four, they were now one being with four mouths, eight hands, many legs. A being born from pleasure and fulfilled in pleasure, moaning, sweating, panting, tasting, trembling, shaking, pounding, ramming, bouncing and exploding once, twice, three times, four times, a thousand times; until extinguished in its own flame. Leaving in its wake only silence and the memory of having existed in the heat and darkness of the night.
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