DÍA 530
Ucrania de pie,
con la llaga abierta en el pecho,
con el dedo puesto en el gatillo,
con el ojo puesto en el cielo,
con los muertos sosteniendo a los vivos.
¿Ucrania?
Pregunto y pienso en los niños de África,
en los pobres a los que Putin condena a pasar hambre
al congelar el acuerdo de exportación de granos.
Pienso en mi madre que no imagina
cómo la guerra puede matarte estando lejos de ella;
mi madre que me dice que ese Putin como que es el diablo.
Pienso en los siguientes misiles,
en los próximos drones,
en las madres que gritan que callen los cañones,
en los niños que no quieren que el cielo los aplaste
y pienso en los perros,
en los soldados,
en Dios.
Pienso para escribir
porque no vale un pepino la palabra
mientras la bala cercena la sonrisa de un pueblo,
mientras un tanque arrasa con un edificio
en donde germinaba una oficina
o un adolescente diseñaba sus sueños
o un padre arrullaba a su hijo.
De qué vale lo que pienso si estoy aquí,
hurgando en mi memoria la palabra ideal
mientras en Ucrania
los hombres hurgan por sobrevivir
en medio de la catástrofe;
si al escuchar el próximo zumbido
para ellos pudiera ser el último;
si la única opción que les queda
es la libertad de no dejarse arrasar por el tirano.
Pero pienso que peor es no decir nada,
que el mundo se destruye más rápido
por el silencio de los cómplices.
DAY 530
Ukraine standing,
with the open sore on his chest,
with finger on the trigger,
with the eye on the sky,
with the dead holding the living.
Ukraine?
I ask and think of the children of Africa,
of the poor whom Putin is condemning to starvation
by freezing the grain export agreement.
I think of my mother who cannot imagine
how war can kill you far away from her;
my mother who tells me that Putin is like the devil.
I think about the next missiles,
the next drones,
of the mothers shouting to silence the guns,
of the children who don't want the sky to fall on their heads.
and I think of the dogs,
of the soldiers,
of God.
I think in order to write
because the word is not worth a cucumber
while a bullet cuts off the smile of a people,
while a tank razes to the ground a building
where an office was sprouting
or a teenager was designing his dreams
or a father cooed to his son.
What good is what I think if I am here,
rummaging in my memory for the ideal word
while in Ukraine
men scavenge for survival
in the midst of catastrophe;
if hearing the next buzzing sound
for them it could be the last;
if the only option left to them
is the freedom not to let themselves be swept away by the tyrant.
But I think it is worse to say nothing,
that the world is destroyed faster
by the silence of the accomplices.