"Pueblo pequeño, infierno grande" eso repiten los viejos a menudo y este pueblo podría estar fácilmente entre los más pequeños de estos lares.
Desde siempre se han suscitado hechos inexplicables, es tan peculiar que los datos de su fundación se hallan bajo los escombros de mitos y leyendas, pero por esta vez solo nos ocuparemos de uno de sus personajes.
El barbero del pueblo, el viejo Inés, así se hacía llamar; nadie supo de dónde llegó ni se le conoció jamás familiar alguno. Ya era viejo cuando yo era niño y tenía su barbería en lo alto del pueblo, en la falda del cerro, una rancia casa de bahareque situada en lo que todos llamaban "Cementerio viejo" porque según en algún momento aquello fue precisamente eso: el primer cementerio de aquel lugar.
Sí, su principal oficio era trasquilar a niños y adultos, nos hacía sentar en una enorme silla de barbero (seguramente más vieja que Inés y su casa) nos ataba al cuello una capa cuyo color era en sí mismo un misterio y comenzaba su ritual con el castañeo de su tijera.
Se dedicaba también a otros asuntos, desde dolores de muela que trataba con chimó, mal de amores y hasta señoras perturbadas por calores nocturnos a las que trataba en su trastienda, les hacía desvestir de la cintura para arriba y las embadurnaba de un extraño y oloroso aceite que tenía preparado en una botella, dedicaba especial atención en los senos y pezones de las damas quienes nunca comentaron tales tratamientos a sus maridos.
Recuerdo que una tarde de domingo le llevaron una jovencita con trastornos muy preocupantes, la subieron por las improvisadas escaleras entre cuatro hombres mientras daba alaridos estremecedores, más atrás una mujer iba rezando mientras lloraba. Lo que ocurrió adentro es parte de la leyenda y lo que algunos vieron después fue a la muchacha escapando hacia el cerro dando saltos felinos y los cuatro hombres atrás tratando de subir la empedrada ladera sin mucho éxito. El viejo Inés salió calmadamente y en tres saltos salvó el terreno accidentado hasta dar alcance a la muchacha a la que arrastró por un brazo de nuevo a la casucha. Los hombres se quedaron boquiabiertos ante tal hazaña y la mujer se desplomó de la impresión.
Esa noche en el bar todos los asistentes se juntaron alrededor de los cuatro hombres que entre tragos de aguardiente contaron todo aquello y hubo uno que juró por su nombre que vio al viejo Inés con patas de macho cabrío por pies mientras saltaba en el barranco.
Fin.
ENGLISH
"Small town, big hell" is what the old people often repeat and this town could easily be among the smallest in these parts.
It has always had inexplicable facts, it is so peculiar that the data of its foundation are found under the rubble of myths and legends, but for this time we will only deal with one of its characters.
The town barber, old Inés, that's how he called himself; nobody knew where he came from nor was he ever known to have any relatives. He was already old when I was a child and had his barbershop at the top of town, at the foot of the hill, a stale adobe house located in what everyone called "Old Cemetery" because according to some time that was precisely what it was: the first cemetery of that place.
Yes, his main job was to shear children and adults, he made us sit on a huge barber's chair (probably older than Inés and her house), he tied a cape around our necks whose color was in itself a mystery and began his ritual with the chattering of his scissors.
She also dedicated herself to other matters, from toothaches that she treated with chimó, lovesickness and even ladies disturbed by nocturnal heat that she treated in her back room, she made them undress from the waist up and smeared them with a strange and smelly oil that she had prepared in a bottle, she dedicated special attention to the breasts and nipples of the ladies who never commented on such treatments to their husbands.
I remember that one Sunday afternoon a young girl with very worrying disorders was taken to him, she was carried up the improvised stairs by four men while she was shrieking shuddering screams, further back a woman was praying while crying. What happened inside is part of the legend, what some saw was the girl escaping towards the hill jumping cat-like leaps and the four men behind trying to climb the cobblestone slope without much success. Old Inés calmly set off and in three jumps he made it over the uneven terrain until he caught up with the girl and dragged her by the arm back to the shack. The men were dumbfounded at such a feat and the woman collapsed with shock.
That night in the bar all the assistants gathered around the four men who, between drinks of aguardiente, told everything and there was one who swore by his name that he saw old Inés with goat's feet as he jumped into the ravine.
The End.
Esta es una historia original de @joalheal /La portada es una imágen de Pixabay editada en Canvas/ Endcard diseñado en Canvas.
This is an original story by @joalheal/the cover is an image by Pixabay edited in Canvas/ Endcard designed in Canvas
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