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Aaron was a 10 year old boy, but he was not like other children, for as long as he could remember, he could hear the voices of adults in his head. They were not normal voices, but their innermost, darkest thoughts. Aaron knew what they felt, what they feared, what they wanted and what they hated. At first, Aaron thought it was a special gift and had fun playing with his power. He could tell if they lied to him or told him the truth, if they loved him or rejected him, if they admired him or despised him. He could manipulate his parents as he pleased and get whatever he wanted.
But he soon realized that his gift was a curse. The thoughts of adults, including his parents, were so negative and pessimistic that they made him feel sad and anxious. Aaron could not enjoy the innocence and joy of childhood. He felt strange and different. He tried with all his might to ignore the voices in his head, but it was impossible. They were always there, tormenting him with their secrets and miseries. Aaron isolated himself from the world, trying to get some silence.
One day, Aaron met Lucia, a new girl at school. Lucia was very good with others and was always smiling, she approached him without judgment, although no other child spoke to her. And Aaron all at once felt something special for her and wanted to be her friend. But when he tried to read her mind, he found a surprise: Lucia had no negative thoughts. Her mind was clear and bright as the sun. Aaron couldn't hear anything bad in her and fell in love with Lucia instantly wishing he could always be by her side. Lucia was also attracted to him and offered her sincere friendship.
Aaron era un niño de 10 años, pero no era como los demás niños, desde que tenía memoria, podía escuchar las voces de los adultos en su cabeza. No eran voces normales, sino sus pensamientos más íntimos y oscuros. Aaron sabía lo que sentían, lo que temían, lo que deseaban y lo que odiaban. Al principio, Aaron pensaba que era un don especial y se divertía jugando con su poder. Podía saber si le mentían o le decían la verdad, si le querían o le rechazaban, si le admiraban o le despreciaban. Podía manipular a sus papás a su antojo y conseguir lo que quisiera.
Pero pronto se dio cuenta de que su don era una maldición. Los pensamientos de los adultos, incluidos sus papás, eran tan negativos y pesimistas que le hacían sentir tristeza y angustia. Aaron no podía disfrutar de la inocencia y la alegría de la infancia. Se sentía raro y diferente. Intentó con todas sus fuerzas ignorar las voces en su cabeza, pero era imposible. Estaban siempre ahí, atormentándolo con sus secretos y sus miserias. Aaron se aisló del mundo, tratando de conseguir algo de silencio.
Un día, Aaron conoció a Lucía, una niña nueva en el colegio. Lucía era muy buena con otros y siempre estaba sonriente, se acercó a él sin juzgar, aunque ningún otro niño le hablaba. Y Aaron de una vez sintió algo especial por ella y quiso ser su amigo. Pero cuando intentó leer su mente, se encontró con una sorpresa: Lucía no tenía pensamientos negativos. Su mente era clara y luminosa como el sol. Aaron no podía escuchar nada malo en ella y se enamoró de Lucía al instante deseando estar siempre a su lado. Lucía también se sintió atraída por él y le ofreció su amistad sincera.
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Together they lived happy and unforgettable moments. Aaron recovered the illusion for life and forgot the voices in his head, he could only feel grateful for having found in the world a person with goodness inside. But one day everything changed, after a trip to his grandparents' house Lucia had a car accident with her parents and died at the age of 19, leaving everyone he knew heartbroken.
Aaron was devastated by grief and loss. He withdrew into himself and listened to the voices in people's minds again. But this time they were worse, they were the voices of guilt, of resentment, of hatred towards him. Now the thoughts of others mingled with his own and made him feel more guilty and pained every day. His gift was also a condemnation: he was trapped in this cruel and unjust world in which the pain would only grow. Aaron wept bitterly at his fate as he kept hearing the voices in his head, "It's your fault," "No one loves you," "You're alone," "I wish you had never been born."
But then, as he sat on the sidewalk immersing himself in the darkness of other people's thoughts, something unexpected happened: a hand rested on his shoulder. It was a hand that carefully called out to him. It belonged to a stranger. Aaron looked up and saw a smiling boy.
Juntos vivieron momentos felices e inolvidables. Aaron recuperó la ilusión por la vida y olvidó las voces en su cabeza, solo podía sentirse agradecido por haber hallado en el mundo una persona con bondad por dentro. Pero un día todo cambió, después de un viaje a la casa de sus abuelos Lucía tuvo un accidente de coche con sus padres y murió a la edad de 19 años, dejando a todos sus conocidos desconsolado.
Aaron quedó destrozado por el dolor y la pérdida. Se encerró en sí mismo y volvió a escuchar las voces de las mentes de las personas. Pero esta vez eran peores, eran las voces de culpa, de rencor, de odio hacia el. Ahora los pensamientos de los demás se mezclaban con los suyos y lo hacían sentir cada día más culpable y adolorido. Su don era también una condena: estaba atrapado en este mundo cruel e injusto en el que el dolor no haría más que crecer. Aaron lloró amargamente por su destino mientras seguía oyendo las voces en su cabeza: "Es tu culpa", "Nadie te quiere", "Estás solo", "Ojalá nunca hubieras nacido"
Pero entonces, mientras estaba sentado en la acera sumergiéndose en la oscuridad de los pensamientos ajenos, algo inesperado ocurrió: una mano se posó sobre su hombro. Era una mano que cuidadosamente lo llamaba. Era de un desconocido. Aaron levantó la vista y vio a un muchacho sonriente.
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"Hi, my name is Francisco, can I sit with you?"
Aaron didn't know what to say. He was surprised and confused.
"But I don't know you. Who are you?"
"no one special. Just someone who was passing by and saw you crying."
Aaron was curious about the man and wanted to read his mind. But when he tried to do so, he found another surprise: Francisco had no negative thoughts towards him, he was sincere. In his mind he was just as kind as Lucia.
Aaron wondered how it was possible for someone like that to exist.
"I'm Aaron."
"Yeah, you look like your name is Aaron."
Aaron let out a slight smile.
"And what's your name?"
"Francisco. I just told you."
"Yes, that's right. Sorry, I'm a little distracted."
"We all have our bad days.
Francisco sat down next to Aaron and offered him a handkerchief. As he looked at him with understanding and affection.
"I know you're going through a difficult time. I know you've lost someone very important to you."
Aaron gasped.
"How do you know, can you even read my mind?"
Francisco shook his head.
"I can't read your mind, that can only be done by you, but I can read your heart and I can see that your heart is broken by pain and loneliness."
Aaron felt a shiver as he heard those words.
"don't worry, I'm just someone who also has a special gift like you and I can feel the emotions of others."
Aaron couldn't do anything else but feel grateful for finding someone sincere able to understand perfectly how he was feeling, it was too soon to tell, but they both suspected that they could be good friends, because despite everything that is wrong in this life, you can always find someone honest and without bad things inside.
—Hola, me llamo Francisco. ¿Puedo sentarme contigo?—
Aaron no supo qué decir. Estaba sorprendido y confundido.
—pero no te conozco ¿Quién eres?—
—nadie especial. Solo alguien que pasaba por aquí y te vio llorar.—
Aaron sintió curiosidad por aquel hombre y quiso leer su mente. Pero cuando intentó hacerlo, se encontró con otra sorpresa: Francisco no tenía pensamientos negativos hacia él, era sincero. En su mente era igual de amable, así como la de Lucía.
Aaron se preguntó cómo era posible que existiera alguien así.
—Soy Aaron —
—Si, Tienes cara de llamarte Aaron .—
Aaron soltó una leve sonrisa.
—¿Y tú cómo te llamas?—
—Francisco. Te lo acabo de decir.—
—A sí, es verdad. Perdona, estoy un poco distraído.—
—Todos tenemos nuestros malos días.—
Francisco se sentó junto a Aaron y le ofreció un pañuelo. Mientras lo miraba con comprensión y cariño.
"Sé que estás pasando por un momento difícil. Sé que has perdido a alguien muy importante para ti."
Aaron se quedó boquiabierto.
—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso puedes leer mi mente?—
Francisco negó con la cabeza.
—No puedo leer tu mente, eso solo lo puedes hacer tu, pero puedo leer tu corazón y puedo ver que tu corazón está roto por el dolor y la soledad.—
Aaron sintió un escalofrío al oír aquellas palabras.
—no te preocupes, sólo soy alguien que también tiene un don especial como tú y puedo sentir las emociones de los demás.—
Aaron no pudo hacer otra cosa que sentirse agradecido por encontrar a alguien sincero capaz de entender a la perfección como se estaba sintiendo, era pronto para decirlo, pero ambos sospechaban que podrían ser buenos amigos, porque a pesar de todo lo que está mal en esta vida, siempre se puede hallar a alguien honesto y sin cosas malas dentro de sí.