Pedales
hundidos a la mitad.
Las notas de un piano
expiden hacia el aire
una lenta melodía;
intento escribirte
una canción,
mi amor.
Las ideas están en fuga
cuando veo que llega tu silueta,
la premonición es que haremos
algún intento de música juntos.
Se afina
el suspiro al verte,
vibrato de dulce compañía es
el estilo de tu presencia.
Te acercas a mi
instrumento,
añoras aquel solfeo
donde el registro
altera a las gargantas
de angustias que, luego,
significan ligereza
y vuelo.
Sentado,
oigo clamar
al tantra de tu respirar
que circunda con disfonía
y no se sostiene
ante la ruptura
en los agallados pulmones
que pierden el oficio
cuando tu torso y el mío
olvidan recurrencias de armonía
entre errantes palmoteos
que tienen timbre de aprobación.
Aquel ritmo confunde
al denso tempo
cuando te postras
sobre mi membrana.
Yo expulso hálitos
que sacuden lo inaudible
con compases a capela.
Tú abogas a una tenue
voz de cabeza que aumentará
gradualmente la forte tensión.
Intenta cantar tu deseo,
mientras le pongo letra
a este andante que pregona
que rimaremos versos
en crescendo como augurio
de la fogosa afonía,
sinónima de nuestra
exquisita coda.
Susúrrame al oído
que lo vocal
llegará a mi,
que te da esa nota
cuando ansías sentir el rango
decantando en tu piel
que está en sol
por la llama que expiden
las haches aspiradas
y el ensayo de las emes
sosteniendo un coro
escrito a medida
de dueto.
Me encanta oír el re
partido lenguaje de tu boca
cuando eleva su voz
para que en do
minarte broten los murmullos
en contra bajo
y así se desnude tu sol
edad.
Por fa,
por mí,
dime si,
eleva el melisma a un si mayor,
para degustar de las alteradas,
mientras el fervor va diminuendo
altibajos de la impostación.
Desafina sin pudor,
que palpite tu diafragma
sin dinámicas silenciosas,
con un ritmo trepidante
que haga hogueras del bemol
con una grotesca eufonía.
Acordes sumergidos en re
vestirnos de tactos y besos.
y otra vez bis de ese adagio
para sentir tu estribillo en re
tenerte dentro
de este mi.
Al doblar del arco,
reconocí la premonición atonal,
mi canon me estremecía
en la misma sintonía
del gozo auditivo.
Contralto
gemía el concierto
y sentía el preludio de la ovación
que acaba al final del toque;
pero el largo seguía colado en ti.
Ensayo tras ensayo,
con la marcha del deseo,
producíamos un ostinato
en la cola del piano.
La descarga de la fluida clave
compuso la extraña partitura
en un pentagrama libre de recato;
a tono tengo tu guitarra de caderas
que me demanda darle vibración tartamuda
e irrumpir de gozo a las estrofas,
aunque signifique desentonar adrede
la escala del ardiente Da Capo.
Piú en estremecer,
piú para entrar a tempo
varias veces y practicar
la predilecta retreta
que pule el intervalo
de la calurosa composición.
Cuando el pliegue fino
sintió al grueso,
entonamos las últimas letras
en la arma
dura de clave.
Soplando un suspiro lleno
de haches y de emes,
en tenor y falsete,
llegamos al unísono
de nuestras cadencias...
¡Ahhhhhhh¡
¡Mmmmmmmm!
Así suena nuestra
perfecta melodía,
mi amor.
Saludos a todas las personas que disfrutan de la música. Este poema está hecho con mucho cariño y respeto para cantantes, ingenieros de sonido, músicos, arreglistas, poetas y todo quien reconozca en cada vocablo usado acá, la pasión de un oficio que nos alegra la vida con ritmos y melodías. No me gusta traducir mis poemas, pero con esta poesía no me atreví a hacer una versión en ingles; por como está escrito cada verso, perdería el sentido.