El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera.
— Ernest Hemingway
Víboras reptantes, son la ruina de mi vida. Ojalá fueran simples criaturas las que me atormentan; las que solo se arrastran buscando una presa pequeña que comer, pero no es así. Mi mal es una maldición que se originó hace décadas por un cruel giro del destino, y que ahora yo y mi hermana Paula pagamos con nuestra cordura.
Nosotros provenimos de una familia de visionarios emprendedores que fundó varias poblaciones por medio de empresas. Extendimos nuestras manos hasta los pies de la civilización hallada a kilómetros de aquí.
El río Áceres nos proveyó de la ayuda necesaria para generar nuestra fortuna, conquistamos sus bravas dimensiones e hicimos sobre el una pescadería. Su extensión tan ancha como la de un pueblo, que alberga diferentes especies de criaturas acuáticas, nos permitió avanzar con mayor rapidez.
Mi abuelo era un hombre ambicioso que llegó muy lejos, y parecía que su sed de construir no tenía límites. De mi abuela decían que era una mujer severa y sagaz, pero justa. Se colmaba con el poder que tenía y a la vez orientaba a los demás para conseguir un camino correcto.
Mi padre nació solo; no tuvo hermanos ni primos. Los abuelos fueron muy estrictos con él, ya que lo estaban preparando para que un día tomara la batuta de las empresas. Su vida estaba plagada de constantes estudios, institutrices, encierros largos en la biblioteca y completo aislamiento.
Desde niño, mi padre soñaba con correr en las praderas, ir en canoa sobre el Áceres, rodear los bosques hasta meterse en una de sus gargantas, comer algún fruto exótico con las manos, visitar los poblados fundados por su familia, caminar entre sus calles y hacer amigos.
En otras palabras, mi padre quería ser libre; era como una avecilla atrapada en una jaula reforzada con metales dorados. Un día, casi fue tragado por el estrés así inventó una excusa para poder escapar. Salió de la mansión con un manto sobre la cabeza y algunas manzanas en sus bolsillos. Se adelantó hacia la parte más recóndita de las orillas del río y se quedó sentado allí.
Paula sabía muy bien esa historia; cuando mi padre la conoció a ella. Me dijo que él se hallaba inerte sobre la orilla por muy buen rato, hasta que escuchó una voz; una que no pudo ignorar. Quedó hechizado como si le cantara una sirena, giró a sus espaldas y comenzó a correr buscando el origen de la melodía.
Llegó hasta un prado lleno de ganado y divisó a una persona acariciando a una vaca. Era una joven, según Paula era muy hermosa. Tenía el cabello dorado como los rayos del sol y sus ojos eran verdes como las relucientes esmeraldas.
Aunque sus demás facciones eran fascinantes, lo que más embelesó a mí padre fue la sonrisa de aquella joven. Y su voz, Paula intentó describirme lo que había leído del diario de nuestro padre, pronunciando al final una palabra impactante: “Brujería”.
El termino, en este caso, no parecía tener una connotación peyorativa, sino más bien de romance pasional. Paula terminó contando que, desde ese día, mi padre quedó atrapado en hilos de telaraña de los que nunca pudo escapar. Incluso después de la muerte aún sigue allí; enredado, suplicando ayuda o todavía embelesado en una trampa de placer eterno.
Los años pasaron y el amor entre mi padre y aquella mujer creció como un gran árbol. Su nombre es un secreto que quedó sepultado en la memoria de aquel hombre enamorado. No existen detalles profundos de su romance, sin embargo, Paula descubrió que su separación fue muy trágica. Nuestro padre fue comprometido en un matrimonio arreglado con nuestra madre y allí las cosas se complicaron.
La chica misteriosa fue apartada de manera violenta y renegada bajo los pies de un árbol, asesinada por matones contratados por el abuelo. Se dice que la chica, como un último acto de desespero de venganza, conjuró una maldición; procurando que nuestra familia siempre enfrentara sus miedos como en una horrible pesadilla.
Después de varios días, las muertes repentinas comenzaron a ocurrir. Mi abuelo fue hallado muerto en la bañera a causa de un paro cardíaco. Mi abuela fue aplastada espantosamente por uno de los enormes libreros de la biblioteca. Mi madre murió ahogada en el Áceres cuando Paula y yo apenas éramos unos adolescentes, y cuando llegué a la adultez, fue el turno de mi padre, quien cayó en la locura describiendo una y otra vez criaturas horrendas que se arrastraban.
Falleció al pie de las escaleras de la mansión, ninguno de los sirvientes atestiguó como ocurrió el horrible suceso. Paula y yo venimos cargando un gran miedo, no sabemos cuándo será nuestro momento. Siento que mi hora está llegando, pues, desde hace varios días, estoy siendo perseguido por una variedad de ojos amarillos con pupilas punzantes.
FIN
The man who has begun to live seriously on the inside, begins to live more simply on the outside.
— Ernest Hemingway
Creeping vipers are the bane of my life. I wish it were simple creatures that torment me; those that only crawl about looking for small prey to eat, but it is not so. My evil is a curse that originated decades ago by a cruel twist of fate, and that now I and my sister Paula pay for with our sanity.
We come from a family of entrepreneurial visionaries who founded several towns through businesses. We stretched our hands to the feet of the civilization found miles from here.
The Aceres River provided us with the necessary help to generate our fortune, we conquered its wild dimensions and built a fish market on it. Its extension as wide as that of a village, which shelters different species of aquatic creatures, allowed us to advance more quickly.
My grandfather was an ambitious man who went very far, and it seemed that his thirst for the building had no limits. My grandmother was said to be a stern and shrewd woman, but fair. She was filled with the power she had and at the same time she guided others to achieve the right path.
My father was born alone; he had no siblings or cousins. His grandparents were very strict with him, as they were preparing him to one day take the baton of business. His life was plagued by constant studies, governesses, long confinements in the library, and complete isolation.
Ever since he was a child, my father dreamed of running in the prairies, canoeing on the Aceres, going around the forests to get into one of its gorges, eating some exotic fruit with his hands, visiting the villages founded by his family, walking through its streets and making friends.
In other words, my father wanted to be free; he was like a little bird trapped in a cage reinforced with golden metals. One day, he was almost swallowed up by stress so he made an excuse to escape. He left the mansion with a cloak over his head and some apples in his pockets. He went forward to the most secluded part of the river banks and sat there.
Paula knew that story very well; when my father met her. She told me that he sat inert on the bank for a long time until he heard a voice; one he could not ignore. He was spellbound as if a siren was singing to him, turned his back and began to run looking for the source of the melody.
He reached a meadow full of cattle and saw a person stroking a cow. It was a young girl, and according to Paula, she was very beautiful. Her hair was as golden as the sun's rays and her eyes were green like shimmering emeralds.
Although her other features were fascinating, what captivated my father the most was her smile. And her voice, Paula tried to describe to me what she had read from our father's diary, pronouncing at the end a shocking word: "Witchcraft".
The term, in this case, did not seem to have a pejorative connotation, but rather one of passionate romance. Paula ended by saying that, from that day on, my father was trapped in spider web threads from which he could never escape. Even after death, he is still there; entangled, begging for help, or still enraptured in a trap of eternal pleasure.
The years passed and the love between my father and that woman grew like a great tree. Her name is a secret buried in the memory of that man in love. There are no deep details of their romance, however, Paula discovered that their separation was very tragic. Our father was engaged in an arranged marriage with our mother and there things got complicated.
The mysterious girl was violently and renegade taken away under the foot of a tree, murdered by thugs hired by her grandfather. It is said that the girl, as a last act of desperate revenge, conjured up a curse; ensuring that our family would always face their fears as if in a horrible nightmare.
After several days, sudden deaths began to occur. My grandfather was found dead in the bathtub from cardiac arrest. My grandmother was crushed horribly by one of the huge bookcases in the library. My mother drowned in the Aceres when Paula and I were just teenagers, and when I reached adulthood, it was my father's turn, who fell into madness describing over and over again hideous crawling creatures.
He passed away at the foot of the stairs of the mansion, none of the servants witnessed the horrible event. Paula and I come bearing a great fear, we do not know when our time will be. I feel that my time is coming, for several days now, I have been pursued by a variety of yellow eyes with piercing pupils.