[ESP - ENG] BESTIA

in #hive-1324102 years ago


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Foto de Azamat Zhanisov en Unsplash

La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a hacer cualquier desatino.

— Miguel de Cervantes


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¡Noticias de última hora! El secuestrador serial que deambula por nuestra amada ciudad, ha hecho de las suyas otra vez. Han pasado más de 48 horas de la desaparición física de la señora Mirla Castillo, de 32 años de edad, madre de dos hijos y esposa del señor Carlos Castillo. La policía ha trabajado arduamente por encontrarla, pero no han dado ni con un indicio de su paradero ni el de la anterior víctima: Ofelia Sulbarán. Seguiremos informando sobre los hechos…

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Carmen apagó el televisor y terminó de dar su último sorbo de café. Se sentó frente a la ventana y miró el entorno de afuera con indiferencia. Se paró frente al espejo y acomodó su cabello corto, lacio y teñido de anaranjado. Se delineó los ojos, se pintó los labios del mismo color que su cabellera, y se acomodó el vestido luciendo como una distinguida y sonriente ama de casa.

Escuchó la puerta abrirse y supo que su marido había llegado. Caminó hasta la sala y, al verlo, le dio un abrazo y un beso en la mejilla.

—¿Cómo te fue hoy mi amor? —Le preguntó a su esposo. Ricardo no tenía ni ánimos de hablar. Tenía la mirada gacha, los labios caídos y los ojos descoloridos.

—Bien— fue todo lo que respondió, dejó su bolso en la mesa y luego se fue a la habitación a descansar. Carmen tomó ese gesto como un insulto, se tronó los dedos como un método para mitigar el enojo. Se dirigió a la habitación y vio a Ricardo acostado sobre la cama. Parecía estar durmiendo, así que se acercó sigilosa. Sus uñas pintadas de rojo se deslizaron suavemente sobre la sábana blanca y gruesa.

Carmen tenía intensión de tocarlo; de darle un gesto de cariño, pero luego comprendió que no se lo merecía, al arrebatarle la alegría con ese disparo de indiferencia. En ese momento, le volvió la rabia y retornó a la sala. Tomó un llavero que estaba colgado junto al closet y caminó hacia la puerta debajo de la escalera.

Detrás había un sótano; pequeño y muy oscuro. Carmen descendió con cuidado hasta que encendió el bombillo que iluminaba con escasez. Un gemido agudo recorría el pequeño cuarto junto con el sonido de cuerdas arrastrándose.

—Buenas tardes, Ofelia. Buenas tardes, Mirla— Dijo Carmen con una sonrisa macabra de oreja a oreja. Las mujeres estaban frente a ella amarradas, semidesnudas, con magulladuras en todo el cuerpo y las bocas amordazadas. Un hedor insoportable a cloacas y ratas muertas infestaba el lugar. Ellas, aparte de heridas y débiles, estaban bañadas en mierda y orines.

—Se ven mejor que esta mañana— Espetó Carmen sonriendo. Las mujeres la miraban aterrorizadas—. Acabo de ver una noticia en la televisión sobre ustedes. ¡Felicidades, chicas, ya son famosas!

Mirla temblaba, sus ojos se abrieron hasta el límite al ver que Carmen tomaba el enorme garrote de madera con el que las torturaba.

—¡Deja de mirarme así, Mirla! ¡Todo esto te lo mereces por parecerte a ella! ¡A la zorra que se acostó con mi esposo! Esta tarde él me ha hecho enojar, y ya saben lo que eso significa.

Los gemidos de horror se esparcieron por el sótano. Carmen se acercaba a ellas con el garrote y lo batió fuertemente contra sus cuerpos frágiles. El aire se condensaba en tonos de súplica y dolor. Todo lo demás terminó en un suspiro para la oscuridad.

Más tarde, Carmen volvió a mirarse en el espejo. Se peinó, se desinfectó las manos, después fue a la cocina y empezó a preparar la cena. La rabia en ella era una bestia que de vez en cuando necesitaba ser saciada.

FIN

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The rage of jealousy is so strong that it forces you to do anything foolish.

— Miguel de Cervantes


Breaking news! The serial kidnapper that roams our beloved city, has done his thing again. More than 48 hours have passed since the physical disappearance of Mrs. Mirla Castillo, 32 years old, mother of two children, and wife of Mr. Carlos Castillo. The police have been working hard to find her, but they have not found any indication of her whereabouts or that of the previous victim: Ofelia Sulbarán. We will continue to report on the facts...

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Carmen turned off the TV and finished taking her last sip of coffee. She sat down in front of the window and looked at the surroundings outside with indifference. She stood in front of the mirror and arranged her short, straight, orange-tinted hair. She lined her eyes, painted her lips the same color as her hair, and adjusted her dress, looking like a distinguished and smiling housewife.

She heard the door open and knew her husband had arrived. She walked to the living room and, upon seeing him, gave him a hug and a kiss on the cheek.

"How did it go today, my love?" -She asked her husband. Ricardo didn't even feel like talking. His eyes were downcast, his lips drooped and his eyes were discolored.

"Good," was all he answered, he left his bag on the table and then went to the bedroom to rest. Carmen took that gesture as an insult, she snapped her fingers as a method to mitigate the anger. She went to the bedroom and saw Ricardo lying on the bed. He seemed to be sleeping, so she crept closer. Her red-painted fingernails slid smoothly over the thick white sheet.

Carmen had intended to touch him; to give him a gesture of affection, but then she understood that he didn't deserve it, as she snatched his joy with that shot of indifference. At that moment, her anger returned and she went back to the living room. He took a key ring that was hanging by the closet and walked to the door under the staircase.

Behind it was a basement; small and very dark. Carmen carefully descended until she turned on the dimly lit bulb. A high-pitched moan ran through the small room along with the sound of dragging strings.

"Good afternoon, Ofelia. Good afternoon, Mirla," Carmen said with a macabre smile from ear to ear. The two women were tied up in front of her, half-naked, with bruises all over their bodies and their mouths gagged. An unbearable stench of sewage and dead rats infested the place. They, besides being wounded and weak, were bathed in shit and urine.

"They look better than this morning," Carmen smiled. The women looked at her in terror. I just saw a news item on TV about you, congratulations, girls, you're already famous!

Mirla was trembling, her eyes widened to the limit as she saw Carmen take the huge wooden club with which she was torturing them.

"Stop looking at me like that, Mirla! You deserve all this for looking like her! The bitch who slept with my husband! This afternoon he made me angry, and you know what that means."

Groans of horror spread through the basement. Carmen approached them with the club and swung it hard against their frail bodies. The air condensed into tones of pleading and pain. Everything else ended in a sigh for the darkness.

Later, Carmen looked at herself in the mirror again. She combed her hair, disinfected her hands, then went to the kitchen and began to prepare dinner. The rage in her was a beast that from time to time needed to be satiated.

THE END

Texto traducido con Deepl | Text translated with Deepl

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Que miedo tener una mujer así, me imaginé ese escenario tétrico con las pobres mujeres sufriendo por unos celos enfermizos y un desequilibrio mental de la verduga. Cómo siempre un gusto leerte.
Siempre sorprendiendo con tus historias. Excelentemente hecho.
Gracias por compartir.
Buena tarde.

Complemente de acuerdo, que terror. Y el solo hecho de pensar que se hace pasar por una ama de casa tierna lo hace más escalofriante. Gracias por tu comentario, de verdad lo valoro mucho. Que tengas feliz noche.



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