Esta es mi participación en el concurso Literario "Tinta Imaginaria”
El micelio, secreto de vida.
Agar, aguardaba con paciencia. Su existencia latente se cristalizó en un río de sangre y abandonó las entrañas de su madre para conquistar las de la tierra.
Esa misma tierra que absorbió la placenta que la envolvió y se bebió el último suspiro de quien le dio la vida.
La tierra la recibió en su seno y la vistió de arcilla para recibir la llamada ancestral del eco y el susurro que vibraba bajo la tierra. Sus pequeños pies desnudos habían aprendido a percibir un tejido invisible mientras correteaba bajo la sombra del bosque.
Agar, tendida sobre el manto fecundo, observaba las copas de los inmensos robles que filtraban los rayos del sol, sintiendo la caricia de su calor.
Muy cerca de la tela de la naturaleza volvió a percibir los murmullos reverberantes y fue entonces cuando sintió la voz.
Él, susurrante desde el suelo húmedo, latía al compás del eco en su alma, llenando cada espacio porque aun sin comprender sabía que lo había hallado.
Y allí, en el regazo fértil, sintió que el murmullo de la tierra le contaba el gran secreto.
En la sombra del bosque, el micelio tejedor de redes, era un susurro antiguo, un lazo eterno, una amalgama entre las hifas invisibles y la vida que dominaban el planeta.
Su profundo entendimiento, al sentir el palpitar bajo la tierra, le hizo comprender que la eternidad habitaba en el corazón de aquel lugar. Solo allí se podía comprender la conexión espiritual entre los seres del bosque, los hongos y las profundas redes que mantienen el planeta.
La realidad es que el desconocido micelio abraza a cada árbol y sigue su movimiento sin interrupción, generando una intrincada red de venas que palpitan con la esencia ancestral, desde tiempos inmemoriales es quien materializa el milagro.
Mucho antes de que se midiera el tiempo, el micelio respiraba por medio de la tierra y controlaba la vida.
La niña había sido elegida para volver a los orígenes y dar a conocer lo que realmente era transcendental.
Agar escogió un momento especial para develar el sentido de su existir y el mensaje del que era portadora. Fue una noche estrellada donde convocó por medio de señales divinas a algunos chamanes, guardianes de la tierra, para que le contaran al mundo lo que había percibido y donde se encerraban las respuestas a las preguntas de la humanidad.
Alertados por el ulular sobrenatural de las lechuzas, se acercaron a la base de una ceiba, la niña los observaba desde lo alto en completo silencio. Ellos se detuvieron cerca de donde habitaba una gran comunidad de hongos, formando un patrón genial que simulaba el firmamento brillando bajo la luz de la luna.
Juntos, sin emitir ningún sonido, se acercaron a escuchar la tierra profunda y tocaron el elixir de la vida. En ese momento, todos experimentaron una visión colectiva.
Contemplaron el relato ancestral de la tierra, comprendieron la evolución de la vida a lo largo del tiempo y percibieron la intrincada red que conectaba a todos los seres en la inmensa tela de la existencia. Entendieron que la humanidad era una parte infinitamente pequeña que formaba parte de un todo inmenso y profundo.
Agar sintió la lluvia salada que resbalaba por su rostro y se adentró hacia el bosque. El hogar que la había recibido y enseñado los valores de la comunión con la naturaleza. Era como si el mismo bosque llorara con ella, compartiendo su tristeza y su determinación de preservar la maravillosa realidad oculta en sus secretos.
La fotografía fue tomada de Canva Pro y desde allí realicé una composición que representa gráficamente el cuento.
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By @ylich