Cautivado por su voz
Cautivado por su voz,
quedé aquel día yo,
cuando la joven cantó,
en público una canción.
Era voz de ruiseñor,
melodía a mis oídos.
Era el trinar de las aves,
o mejor, era el cantar de un ángel.
Esa fue mi impresión,
o mejor dicho, así, lo percibí yo.
Por eso, allí me quedé,
para oír la siguiente canción.
Y entre el público grité,
otra, otra por favor.
Ella, su rostro, volteó,
a los ojos me miro y sencilla sonrió.
Del escenario salió,
al terminar su actuación.
Sigiloso la seguí,
y mi amistad le ofrecí.
Ella con un sí, acepto,
y así fue que empezó,
nuestra amistad, que terminó,
En una relación de amor.
Que ha continuado hasta hoy,
y que perdurará,
Por muchísimos años más,
Pues de cantora pasó
A ser mi mujer y mi gran amor.
Este poema es un homenaje a mi amada esposa, quien tiene una hermosa voz, con la cual adora a Dios. Y aunque nuestra historia de amor es muy distinta a este poema; con él, reconozco su talento y mi admiración hacia ella.
A todos, gracias por acompañarme.
Fragmento de video, tomado de los archivos de mi esposa, grabado con su teléfono móvil. Publicado con su autorización y la del grupo Ecos de Jesús.
Imagen capturada de otro segmento del video compartido.
Texto original del autor.