Eran las tres de la mañana, y Alana no lograba conciliar el sueño. Pero absolutamente ella no iba a tomar esas molestas pastillas para dormir; se había prometido a sí misma que no se haría dependiente de ellas. ¿De qué le serviría poder dormir si probablemente, a largo plazo, se volvería una adicta? Por más que sus amigos le dijeran lo contrario, Alana tenía la certeza de que estaba tomando el camino correcto: el camino de la fuerza de voluntad.
Ahora, sin embargo, se sentía intensamente tentada hacia la idea de tomar el medicamento. Una parte de ella, la parte más profunda, desgastada, desesperada y a punto de colapsar, le decía que no se convertiría en adicta solo por una oportunidad. Que, de todos modos, había guardado esas pastillas por si había una emergencia, y la forma en que se sentía actualmente podía calificar perfectamente como una.
Pero más fuerte era la voluntad de Alana. Se repetía a sí misma, dentro de su cabeza: "Falta poco, solo un poco más, solo un poco más...". Era una guerra silenciosa adentro de ella. Pero no las necesitaba. Ella era fuerte. Sí, mucho más fuerte de lo que sus amigos creían.
3:45 am.Esta no era la primera vez que Alana no conseguía atrapar el sueño escapado esta semana. Ni la segunda. Para ser honestos, Alana tenía graves problemas de insomnio y somnolencia diurna, evidentemente resultado de la anterior. Si tan solo pudiera encontrar un espacio de tiempo para dormir de día... ¡ah! Es cierto. Nuestra amiga tiene un trabajo de jornada completa que no le permite darse el lujo de descansar en un horario diurno.
4:00 am.Muchos días han pasado, como dije, desde que Alana no descansa lo suficiente para su edad, y ahora precisamente se está dando cuenta de que todo tiene un límite. Faltan 3 horas hasta que sea la hora de "despertarse"... bueno, mejor dicho, levantarse; ha estado despierta toda la noche y la madrugada. Se siente extraña su cabeza, es como si la hubieran invadido pensamientos paranoicos.
4:15 am.Ya no soporta más. Solo quiere tomar ese frasco que está en el baño, y caer en la tentación. De todos modos, es verdad lo que pensaba hace un rato. Tan solo es una ocasión, nadie se haría adicto por eso, ¿o sí? Alana tiene miedo, no quiere volver a ser dependiente de pastillas. Las pérdidas recurrentes de consciencia, el no recordar con normalidad los sucesos. Ella escucha un ruido en la sala. Intenta levantarse, pero no encuentra las fuerzas. El ruido la hace pensar en algo que se ha caído, pero tiene la costumbre de levantarse a inspeccionar. Últimamente en el barrio no ha habido robos, pero ser mujer y vivir sola puede dar pie para que la consideren vulnerable.
4:20 am.Lleva cinco minutos tratando de levantarse, pero su cuerpo no responde. Los pensamientos la abruman. ¿Eso que se escucha son pasos? ¿Cada vez más fuertes? ¿O es solo su mente que está jugándole una broma? Ella ya no lo sabe. Solo quiere alcanzar el frasco, tomar las pastillas, y perderse en el dulcemente pacífico mundo de los sueños. Ya el trabajo no tiene importancia. Ha perdido demasiadas horas de sueño durante muchos días... ¿cuántos son ya? Ni siquiera lo recuerda.
5:00 am.Alana se incorpora sobresaltada. ¿Qué demonios es ese estruendo? ¿Es que están entrando por el techo? Cuando se levanta, por suerte puede hacerlo, se da cuenta de que todo está en perfecto orden en la sala, nada en un sitio que ella no lo haya dejado. Pero todo parece irreal. Ella siente que está soñando, como si esta no fuera la vida real. Entonces va al baño. Allí está el envase de las pastillas. Y se da cuenta de que algo no anda bien. El frasco está vacío. Ella lo pone al revés, con una esperanza leve e irracional de que de alguna manera conseguirá que salga algo que no está. Pero ella no se las ha bebido, por supuesto que no. Pero, ¿quién se las ha llevado, entonces? ¡Alana vive sola, por el amor de Dios! De repente, se encuentra en la cama. No sabe cómo ha llegado tan rápido, pero sabe que tiene que dormir... Solo lo necesita.
6:00 am.Suena la alarma. Alana maldice entre dientes, mientras voltea a ver la hora en el reloj. No puede ser, está segura de que la puso a las 7:00 am. Ella aún está muy cansada, solo ha dormido un par de horas. Sigue sintiendo esa sensación de mareo y confusión que sobrepasan a la forma en que se ha acostumbrado a sentirse durante estos últimos días. ¿Será que ha llegado a su límite? Ella decide que no podrá seguir durmiendo, así que va al baño, pero... ¿qué? ¿Ella no habría echado el frasco vacío de pastillas a la basura? Cuando lo abre, allí está, lleno tal cual debía. Puede ser que lo ha soñado.
Alana se baña, y sale de su habitación, pero se da cuenta de que no está en su casa. Las paredes son blancas, y ella misma lleva una bata de color gris opaco que no se había puesto después de salir de la ducha. Se siente perdida. De pronto, aparece una mujer de pelo castaño y uniforme de tonos claros que ella no recuerda, quien la mira con expresión de urgencia, y la toma del brazo para volver a su habitación. Ella no puede creerlo cuando entra. Esta no es su habitación. Es un cuarto a juego con el lugar del que viene, paredes blancas, el piso tiene cerámica del mismo color. Ella se recuesta en la cama por indicación de esa mujer extraña, sin fuerzas ni facultad de razonamiento para cuestionar nada. La castaña le da una pastilla y un vaso de agua para que se la tome, ella lo hace; y vuelve a perder la conciencia... Una y otra vez... Y nuevamente... Y el ciclo se repite.
La mujer de pelo castaño sale por la noche del edificio, con su uniforme en el bolso. Saluda a una chica que viene llegando y, al cerrar la puerta, se puede leer en letras grandes un letrero que dice:
"Hospital Psiquiátrico Dr. Francisco Bermúdez".
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It was three o'clock in the morning, and Alana couldn't get to sleep. But she absolutely wasn't going to take those pesky sleeping pills; she had promised herself she wouldn't become dependent on them. What good would it do her to be able to sleep if she would probably, in the long run, become addicted? No matter how much her friends told her otherwise, Alana was certain that she was taking the right path: the path of willpower.
Now, however, she was intensely tempted toward the idea of taking the drug. A part of her, the deepest part, the deepest part, worn out, desperate and on the verge of collapse, was telling her that she wouldn't become an addict just for a chance. That she had been saving those pills in case there was an emergency anyway, and the way she was currently feeling could very well qualify as one.
But stronger was Alana's will. She kept repeating to herself, inside her head, "Just a little while longer, just a little while longer, just a little while longer...". It was a silent war inside her. But she didn't need them. She was strong. Yes, much stronger than her friends believed.
3:45 am.
This wasn't the first time Alana had failed to catch the escaped dream this week. Nor the second. To be honest, Alana was having serious problems with insomnia and daytime sleepiness, evidently a result of the previous one. If only she could find a window of time to sleep during the day..... Ah, that's right. Our friend has a full-time job that doesn't allow her the luxury of resting on a daytime schedule.
4:00 am.
Many days have passed, as I said, since Alana doesn't get enough rest for her age, and she is just now realizing that everything has a limit. It's 3 hours until it's time to "wake up"... well, better said, get up; she has been awake all night and early morning. Her head feels strange, it's as if paranoid thoughts have invaded her.
4:15 am.
She can't stand it anymore. She just wants to reach for that bottle in the bathroom, and give in to temptation. Anyway, it's true what I was thinking a while ago. It's just an occasion, no one would get addicted to it, would they? Alana is afraid, she doesn't want to become dependent on pills again. The recurrent loss of consciousness, not remembering events normally. She hears a noise in the room. She tries to get up, but can't find the strength. The noise makes her think that something has fallen, but she is in the habit of getting up to inspect. Lately there have been no burglaries in the neighborhood, but being a woman and living alone can make her vulnerable.
4:20 am.
She has been trying to get up for five minutes, but her body doesn't respond. Thoughts overwhelm her. Are those footsteps she hears? Getting louder and louder? Or is it just her mind playing a joke on her? She doesn't know anymore. She just wants to reach for the bottle, take the pills, and lose herself in the sweetly peaceful world of dreams. Work doesn't matter anymore. She has lost too many hours of sleep for too many days? How many is that now? He doesn't even remember.
5:00 am.
Alana sits up with a start, what the hell is that noise, are they coming through the roof? When she gets up, luckily she can, she realizes that everything is in perfect order in the room, nothing in a place she hasn't left it. But everything seems unreal. She feels like she's dreaming, as if this isn't real life. Then she goes to the bathroom. There's the pill bottle. And she realizes that something is wrong. The bottle is empty. She turns it upside down, with a faint, irrational hope that somehow she'll get something out that isn't there. But she hasn't drunk them, of course not. But who has taken them, then? Alana lives alone, for God's sake! Suddenly, she finds herself in bed. She doesn't know how she got there so fast, but she knows she needs to sleep.... She just needs it.
6:00 am.
The alarm goes off. Alana curses between her teeth, as she turns to look at the time on the clock. It can't be, she's sure she set it for 7:00 am. She is still very tired, she has only slept a couple of hours. She still feels that feeling of dizziness and confusion that surpasses the way she has been used to feeling for the last few days. Could it be that she has reached her limit? She decides she can't sleep any longer, so she goes to the bathroom, but... what? What, she wouldn't have thrown the empty pill bottle in the trash? When she opens it, there it is, filled as it should be. Maybe she dreamed it.
Alana takes a bath, and leaves her room, but realizes that she is not at home. The walls are white, and she herself is wearing a dull gray robe that she hadn't put on after getting out of the shower. She feels lost. Suddenly, a woman with brown hair and a light-colored uniform she doesn't remember appears, looks at her with an urgent expression, and takes her by the arm to go back to her room. She can't believe it when she enters. This is not her room. It is a room to match the place she comes from, white walls, the floor has ceramic tile of the same color. She lies down on the bed at the direction of that strange woman, with no strength or reasoning faculty to question anything. The brunette gives her a pill and a glass of water to drink, she does so; and she loses consciousness again... Again and again... And again... And the cycle repeats itself.
The brown-haired woman walks out of the building at night, her uniform in her purse. She greets an incoming girl and, as she closes the door, a sign reads in large letters:
"Dr. Francisco Bermudez Psychiatric Hospital".
The text was translated at www.deepl.com
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