Original de @joilengallardo19 con edición con
PicsArt
El Sol se marchaba por el horizonte con su elegante capa de violetas y rojos, la luz acariciaba los campos, las aves volaban a sus refugios cálidos, pero mi sitio se llenaba de una noche larga. Me pregunté ¿por qué?
Mi libro cayó en seco al suelo y le hizo compañía a mi soledad. De todos los lugares en los que pude estar, me encontraba con el acero de una daga que atravesaba mis ilusiones y partía en dos mis sueños.
Un arma del destino, una estaca directa, un rayo y su destello en mis ojos por el dolor. Mis dedos hurgaron mi pecho buscando al agresor y no había más que un vapor saliendo de mí.
Humo siempre había sido, un soplo de polvo revoloteando alrededor de lo que siempre me pareció curioso, esa parte física de mí que me había sostenido hasta ese momento.
Muchos misterios hay comprimidos en cada segundo cuando intento hacer memoria: la forma lenta en como goteó mi voluntad queriendo ser un ave entre la bandada que se perdían en las nubes de ese último paisaje. Era una vista espectacular, un crepúsculo mágico e increíblemente arrollador en la hora más penosa del doliente.
Estaba en paz, sin esfuerzos ni pretensiones, cayendo muy dentro de mí, elevándome por encima de todo lo que había sido, en espiral y entonces escuché aquello para lo que siempre tuve oídos, era la voz de la otra parte de mí que me llamaba desde las estrellas, desde algún lugar en el infinito, con un clamor conmovedor.
Parpadeé y vi como echaron flores sobre lo que ellos creyeron era dónde yo me hallaba, dónde ellos creyeron que durante tantos años había estado. Sonreí por sus ingenuidades. Mis libros se empolvaron con 11 secretos sin derramar una lágrima, estaban de luto, pues eran el verdadero lugar donde siempre estuve.
Fueron solemnes las canciones, algunos vistieron tristezas y otros solo recuerdos, dejando escapar felicidades y casi me había ido de ese trágico lugar para cuando comenzaron a llorar. Me giré, pues suficiente había permitido que el dolor me opacara la brisa fresca y el zumbido de las abejas. Crucé hacía las puertas abiertas.
Recorrí un salón, habíamos reyes, soles y estrellas, éramos una constelación de conciencias, era como estar en una altitud inconmensurable, pero sin vértigo; volvía tal como si me hubiese perdido en un lugar lejano y pronto olvidado para la celeridad.
Me recibían como si hubiese viajado durante tanto tiempo. Era una algarabía de recuerdos, vistas y corazones, azulados destellos de sabiduría. Me senté en mi lugar favorito y recogí mi libro del suelo para terminar de escribir:
"Amada alma, soy Yo, soy quién soy. No permitas que pierda la memoria, te prometo servir. Hazme instrumento de tu paz una vez más."
Entonces cerré los ojos para volver a empezar…
Original de @joilengallardo19 con edición con
PicsArt
English
The Sun was leaving the horizon with its elegant layer of violets and reds, the light caressed the fields, the birds flew to their warm shelters, but my place was filled with a long night. I wondered why?
My book fell dry to the floor and kept my loneliness company. Of all the places I could be, I found myself with the steel of a dagger that pierced my illusions and split my dreams in two.
A weapon of fate, a direct stake, lightning and its flash in my eyes from the pain. My fingers probed my chest for the assailant and there was nothing but steam coming off me.
Smoke had always been, a puff of dust fluttering around what always struck me as curious, that physical part of me that had sustained me up to this point.
Many mysteries are compressed in every second when I try to remember: the slow way in which my will dripped wanting to be a bird among the flock that was lost in the clouds of that last landscape. It was a spectacular sight, a magical and unbelievably sweeping twilight in the sorrowful hour of mourning.
I was at peace, without effort or pretense, falling deep inside of me, rising above everything that had been, spiraling and then I heard what I always had ears for, it was the voice of the other part of me calling me from the stars, from somewhere in infinity, with a moving cry.
I blinked and watched as they threw flowers over what they thought was where I was, where they thought I had been for so many years. I smiled at his naivety. My books were dusted with 11 secrets without shedding a tear, they were in mourning, because they were the true place where I always was.
The songs were solemn, some wore sadness and others only memories, letting out congratulations and I had almost left that tragic place by the time they began to cry. I turned, for enough had allowed the pain to overshadow the cool breeze and the buzzing of bees. I crossed to the open doors.
I went through a room, there were kings, suns and stars, we were a constellation of consciences, it was like being at an immeasurable altitude, but without vertigo; I came back as if I had been lost in a distant place and soon forgotten by speed.
They greeted me as if I had traveled for so long. It was a cacophony of memories and sights and hearts, bluish flashes of wisdom. I sat down in my favorite spot and picked up my book from the floor to finish writing:
"Beloved soul, it is I, I am who I am. Do not let me lose my memory, I promise to serve you. Make me an instrument of your peace once again."
Then I closed my eyes to start over...
Original de @joilengallardo19 con edición con
PicsArt
Twitter -- Gallery NFT -- Instagram -- Facebook -- Libros/Books
Original content, expressly for Hive
© All rights reserved