EL SECRETO DE LA FELICIDAD
Frida y Nietz llegaron a otro país donde no fueron molestados; donde aspiraban hacer sus vidas, ella con su arte y él con el suyo; pero a los días inició la guerra y no pudieron escapar porque el país fue sitiado. Frida le tocó hacer de enfermera y Nietz de soldado.
En el manicomio se enteraron de que Nietz estaba peleando en la guerra porque lo vieron en un video; sus antiguas amigos y conocidos, los locos, celebraron porque sus amigos estaban haciendo algo diferente, pero los del manicomio se alarmaron porque si llegasen a salir vivos, la guerra los empeoraría y sería imposible tenerlos junto a los otros enfermos.
Después del asedio, el hambre, la sed y la muerte de casi toda la población, el país invasor no pudo con la resistencia del invadido y se retiró. El presidente y la comunidad internacional rindieron honores a los héroes, en especial a Nietz, quien se había destacado por su heroísmo, temeridad y locura frente al enemigo.
Nuevamente los del manicomio vieron a Nietz y a Frida y ante el temor de que escaparan nuevamente fueron a por ellos. Pero no los dejaron que se los llevaran porque el nuevo país los acogió con todo y nacionalidad; y para que estuvieron conformes, a ambos les dieron sendos cargos públicos. A ella la nombraron Jefa Superior de las Enfermeras de la Paz; y a él, Director Superior de Guerra, y ambos los mandaron a invadir al país que los había querido someter.
Frida y Nietz llevaron la guerra de salto en salto, sitiaron al país, lo pusieron a pasar hambre, sed y miedo, pero los soldados defensores tampoco se rindieron; y como de tanto brincar se cansaron, Frida y Nietz decidieron regresar al manicomio.
Cuando sus amigos y conocidos, los locos, se enteraron de que Frida y Nietz regresarían a casa, celebraron con las mayores locuras posibles, pero los del manicomio ahora no querían recibirlos, alegando que ellos ya no eran del país, que tenían otra nacionalidad, que debían buscar otro manicomio para sus locuras.
Habiendo sido expulsados de su manicomio, Frida y Nietz se volvieron errantes, porque tampoco podían volver a hacer la guerra ya que los estaban buscando para fusilarlos por desertores.
Una tarde, mientras engullían el último mendrugo, Frida y Nietz recordaron lo feliz que habían sido cuando fueron locos; tenían amigos y comida, hacían las cosas sin pensarlas y el tiempo les pasaba sin preocuparlos de nada. Qué locura fue haber escapado, dijo él. Sí, y haber hecho la guerra, dijo ella. Sabes, habló él, lo bueno de todo es que nos seguimos teniendo. Sí, contestó ella, lo bueno es que no nos mató ni el manicomio ni la guerra; por cierto, Nietz ¿nosotros estamos locos o cuerdos? Las dos cosas Frida; porque hay que estar muy cuerdos para querer regresar con los amigos, a un manicomio; y muy locos para querer un mundo con guerras. Supongo que ahí está el secreto de la felicidad. ¿En qué Nietz? En saber hacerse el loco o el cuerdo según la circunstancia. Qué profundo eres mi Nietz Sche. Y qué escultural estás tú hoy mi Frida.
Se tomaron de la mano y siguieron andando; la brisa les indicaba el horizonte; a los lejos se veían las montañas y detrás, seguro algún pueblo los recibiría.
Me uno al reto de @hispapro y presento mi final del relato El secreto de la felicidad. Puedes participar entrando a este enlace Reto hispaliterario. Invito a @tomasjurado y a @eleazarvo