Pongo mi oído en el mediterráneo
Pongo mi oído en el mediterráneo
para escuchar lo que me traen las olas,
pongo a las olas a subir mis manos
para que suban rápido a mi oído;
pongo mi corazón en lo que dicen
y al rato siento el corazón herido,
al escuchar los gritos de los muertos,
al escuchar silencios de los vivos,
al escuchar la guerra enfurecida
como un mar de sangre que camina.
Ahora pongo mis manos en las olas
para que vayan por el mar de sangre,
para que lleguen hasta el pecho herido
para que alivien el dolor ajeno;
pongo mi corazón entre mis manos
por si acaso le sirve a algún pequeño,
para que lo trasplanten al soldado
que murió defendiendo su frontera;
pongo el empeño, Dios, en lo más grande:
la esperanza por la paz del mundo,
en la que confiamos los pequeños.
