Marisol, at 11 years old, came to live with her family, to my hometown, coming from the small town of El Sombrero, there she left friends and family, to follow my grandfather, in search of a better life, the eldest of 4 siblings, descendant of a seamstress mother, who to also seek sustenance spent whole days manufacturing clothes for other people, So my mother at her young age had to help in household chores, and take care of her 3 younger brothers, to help her parents, at the young age of 15, she abandoned her studies and with a written permission from my grandparents, managed to enter a company to work, Years later she met my father, and at the young age of 19 she married him, and then at the age of 20 she had me, she started her own family, and while my paternal grandmother took care of me, she continued working, she came home to take care of me, washing my clothes and handkerchiefs, washing my clothes and dirty diapers (in those 80's the disposable diaper was not used as much as today), preparing bottles, taking care of my father and all the activities that as a wife corresponded to her, she and my father worked together to build the house in which we live today, and to have the comforts that in her old paternal home she did not have.
They continued working together to own their own business, a business that for more than 20 years my mother ran and managed. Although my mother did not even have the opportunity to finish high school, she emphasized daily how important it was for both my brother and me to study and obtain a college degree. My mother was a woman raised with a very solid macho foundation, which still makes her think that family is even above herself, putting aside even her own happiness to keep her family together, even when things were not looking good for her relationship.
In 2016, when my Mathias was born, my life was at risk, due to complications in the cesarean section, and postoperative, which led me to be hospitalized for a couple of weeks, and I must admit, it was in this hard moment of my life, when I finally understood the great value that my mother has for me, because, although I already knew what a great woman she was, I still continued to be very hard on her. Marisol was by my side at the hospital when my son was born, and when I had to be away from him to be hospitalized at that time, she took care of my little boy, she got up early, even when he did not sleep well at night, to make me breakfast, and go to take him on foot (about 6 kilometers in total) to the hospital, see if any medical test or medicine was needed, and then return home to take care of Mathias, my father and my brothers, make lunch and return again on foot, at about 2:00 pm to take me lunch and spend the night with him: 00 pm to bring me lunch and spend a little while with me, we had no vehicle in those days, in her free time (she tells me that she did) she would have the business, because she had to sell something to replace the money she spent in those hard days, until that moment in her life, she had never lost as much weight as she did at that time.
After we recovered from that, COVID came into our lives, we got sick again at home, the most affected were my father and me, she and my son contracted it, but thank God it was only mild symptoms that affected her, even so, she found strength from where she had none, with high fever and acute pain, to prepare food for us, take care of my son, give me the medical treatment and still sit on my bed to run her hand over my forehead, when I cried for fear of dying. Last year, when the after-effects of COVID reached her and she had to undergo surgery and then we found out that she had cancer and we did not know it, it was a hard blow for all of us. At that moment, it was my turn to do what she did for me on countless occasions, to give her strength, not to let depression and negative thoughts attack her, weakening the warrior she has always been.
Being with her at every moment, attending her with the care she deserved, spending entire nights by her side, giving her medical treatment for the pain and an endless number of uncomfortable situations, has not been even half of what she has done for us, we still need a medical evaluation, which at this moment is about 15 days before they give it to us and tell us that we are finally free of this horrible disease, and she is right now taking my son to his soccer practice, she continues helping me at home so I can work, and even write here. She has not lost that spirit of a warrior woman, and I pray to God that she never loses it, because that is what makes her the hero she is, that savior that appeared out of nowhere with a cardboard at 10:00 pm on a Sunday, because I forgot that I had to take him to school on Monday hahaha.
Thank you for taking the time to read this post, if you have any questions, criticisms or suggestions, I would appreciate it if you put them in the comment box, and remember, you too can do magic on the kitchen and wherever you go!
[ES]
Marisol, a sus 11 años, se vino a vivir con su familia, a mi pueblo natal, procedente del pueblito de El Sombrero, allá dejo amistades y familia, por seguir a mi abuelo, en busca de una vida mejor, la mayor de 4 hermanos, descendiente de una madre costurera, que para también buscar el sustento pasaba días enteros manufacturando ropa para otras personas, por lo que mi madre a su corta edad tenía que ayudar en los quehaceres del hogar, y cuidar de sus 3 hermanos menores, para ayudar a sus padres, a la corta edad de 15 años, abandono sus estudios y con un permiso escrito de mis abuelos, logro ingresar en una empresa a trabajar, cuando tuvo la oportunidad hizo un curso de secretariado para optar a un mejor cargo en otra empresa, y así lo obtuvo, años más tarde conoció a mi padre, y a la corta edad de 19 años se casó con él, para luego a los 20 tenerme a mí, paso a formar su propia familia, y mientras mi abuela paterna cuidaba de mí, ella continuaba trabajando, llegaba a casa atendiéndome, lavando mis ropas y pañales sucios (en aquellos 80´s el pañal desechable no se usaba tanto como hoy) preparando teteros, atendiendo a mi padre y todas las actividades que como esposa le correspondían, ella y mi padre trabajaron juntos para construir la casa en la que hoy vivimos, y para tener las comodidades que en su antigua casa paterna no tuvo.
Continuaron trabajando juntos para tener un negocio propio, negocio que por más de 20 años mi madre atendió y administro. Aunque mi madre no tuvo la oportunidad de tan siquiera terminar su bachillerato, a diario nos recalcaba lo importante que era que, tanto mi hermano como yo, estudiáramos y obtuviéramos un título universitario. Mi madre fue una mujer criada, con bases machistas muy sólidas, mismas que le hacen aún pensar que la familia está incluso por encima de ella misma, dejando de lado incluso su felicidad para mantener a su familia unida, aun cuando las cosas no pintaban bien para su relación de pareja.
El 2016, cuando mi Mathias nació, mi vida se vio en riesgo, por complicaciones en la cesárea, y postoperatoria, que me llevaron a estar internada en el hospital por un par de semanas, y debo admitir, que fue en este momento tan duro de mi vida, cuando por fin comprendí el gran valor que mi madre tiene para mí, pues, aunque ya sabía la gran mujer que era, aún continuaba siendo muy dura con ella. Marisol estuvo a mi lado en el hospital cuando nació mi hijo, y cuando me tuve que alejar de el para que me hospitalizaran en ese tiempo, ella cuidaba de mi pequeño, madrugaba, aun cuando no dormía bien en la noche, para hacerme desayuno, e irlo a llevar a pie (unos 6 kilómetros en total) al hospital, ver si hacía falta algún examen médico o alguna medicina, para luego regresar a casa a atender a Mathias, a mi padre y a mis hermanos, hacer almuerzo y regresar nuevamente a pie, a eso de las 2:00 pm a llevarme almuerzo y pasar un ratito conmigo, no teníamos vehículo por esos días, en sus ratos libres (ella me dice que si tenía) habría el negocio, pues había que vender algo para reponer el dinero que se gastó en aquellos días tan duros, hasta ese momento en su vida, nunca había bajado tanto de peso como lo hizo en esa época.
Luego de recuperarnos de eso, llego el COVID a nuestras vidas, nuevamente enfermamos en casa, los más afectados éramos mi padre y yo, ella y mi hijo lo contrajeron, pero gracias a Dios fueron síntomas leves los que le afectaron, aun así, ella sacaba fuerzas de donde no tenía, con fiebre alta y dolor agudo, para prepararnos comida, atender a mi hijo, colocarme el tratamiento médico y aun así sentarse en mi cama a pasar su mano por mi frente, cuando yo lloraba por el temor a morir. El año pasado, cuando las secuelas del COVID llegaron a ella y tuvo que ser operada para luego enterarnos de que tenía cáncer y no lo sabíamos, fue para todos, un duro golpe, en ese momento, me toco a mí, hacer lo que en infinitas ocasiones ella hizo por mí, darle fuerzas, no dejar que la depresión y los pensamientos negativos la atacarán, debilitando a esa guerrera que siempre ha sido.
Estar con ella en cada momento, atenderla con el cuidado que ameritaba, pasar noches enteras a su lado, ponerle tratamiento médico para el dolor y un sin fin de situaciones incómodas, no ha sido ni la mitad de lo que ella ha hecho por nosotros, aún nos falta una evaluación médica, que en este momento faltan unos 15 días para que nos lo entreguen y nos digan que por fin estamos libre de esa horrible enfermedad, y ella se encuentra ahora mismo llevando a mi hijo a su práctica de futbol, pues me continúa ayudando en casa para que yo pueda trabajar, e incluso escribir aquí. Ese espíritu de mujer guerrera no lo ha perdido, y le ruego a Dios que nunca lo pierda, porque es lo que hace de ella, esa heroida que es, esa salvadora que aparecía de la nada una cartulina un domingo a las 10:00 pm, porque a mí se me olvidaba que tenía que llevarlo al colegio el lunes jajaja.
Gracias por tomarse el tiempo de leer esta publicación, si tiene alguna pregunta, crítica o sugerencia, la agradecería que la pusiera en la caja de comentarios, y recuerda, ¡Tú también puedes hacer magia en la cocina ya dondequiera que vayas!