[ESP-ENG] El Sendero hacia el crecimiento personal | Iniciativa: Menos control y más paz 💫

Perder el querer controlar todo nos da paz. Esta frase siempre me ha llamado la atención, pero nunca comprendía del todo cómo podía ser cierto. ¿Cómo podría tener paz si no tenía el control de las cosas o de mi vida en mis manos? Antes solía ser una persona ansiosa que buscaba controlar todas las situaciones, incluso aquellas que estaban fuera de mi control. Supongo que esto es algo que fui aprendiendo desde muy joven, y creía que sería más fuerte si lograba manejar todas las situaciones a mi alrededor. Sin embargo, esto es algo imposible de lograr. No podemos controlar nada más que nuestras propias acciones y, aún así, a veces perdemos el control de nuestras emociones y es difícil controlar lo que sentimos.

Este afán de control puede venir de nuestro deseo de perfección. Queremos que nuestra vida sea perfecta, que nuestras rutinas sean perfectas, y que los demás nos admiren porque creemos que eso llenará los vacíos que llevamos dentro. Sin embargo, en la vida no podemos controlar lo que hacen los demás. Aunque parezcan situaciones injustas, cada persona vive de acuerdo a sus valores, principios y crianza, y eso es algo que no podemos controlar ni cambiar. Cada persona debe mirar dentro de sí misma y reconocer sus acciones, si son buenas o malas. Nosotros no podemos hacer más que tomar las riendas de nuestra propia vida y tratar de mejorar, sin importar si el mundo cambia o no.

Hoy en día, hay una gran falta de valores, respeto y empatía hacia los demás. Existe tanto egoísmo y tantas ganas de tenerlo todo a costa de lo que sea, que las personas se pierden en su propio mundo, creado según sus ideales de perfección. A veces me veo a mí misma en el pasado, siempre queriendo que todo saliera bien y como yo lo había planeado. Pero las cosas no son así, tenemos que pasar por un proceso de aprendizaje, a veces doloroso y frustrante, para entender que debemos vivir de la mejor manera posible, sin tanto control y dejando que las cosas caigan en su lugar.

No soy la persona más perfecta del mundo, también he cometido errores. Pero siempre he buscado la forma de mejorar y no volver a caer en los mismos errores del pasado. Por eso, mi reflexión es que debemos dejar de querer controlarlo todo y empezar a ver nuestra vida de una manera más amorosa. No digo que seamos fantasiosos, pero necesitamos reconocer que no todo son malos momentos. También hay cosas buenas que podemos hacer para sentirnos mejor como seres humanos. Podemos enseñarle a los demás, a través de nuestro ejemplo, que aunque el mundo quiera ver el lado perfecto de las cosas, somos más que eso. Debemos dejarles a nuestros hijos, sobrinos y hermanos un legado de buenas personas. Más allá de buscar el control y la perfección, podemos vivir en una realidad en la que nos sintamos en paz. En definitiva, perder el querer controlar todo nos puede dar la paz que tanto buscamos. Podemos enseñarle a los demás, a través de nuestro ejemplo, que aunque el mundo quiera ver el lado perfecto de las cosas, somos más que eso. No se trata solo de aparentar tenerlo todo bajo control y ser perfectos en todo momento. En cambio, podemos mostrarles a nuestros hijos, sobrinos y hermanos que ser una buena persona va más allá de eso.

Más allá de buscar el control y la perfección, podemos vivir en una realidad en la que nos sintamos en paz. Aceptar que no podemos controlar todo y que la perfección no existe nos liberará de una carga innecesaria. Nos permitirá disfrutar de cada momento y encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de la vida. En definitiva, perder la necesidad de controlar todo nos puede dar la paz que tanto buscamos. Al soltar las expectativas irreales y aceptar las cosas tal como son, encontraremos una tranquilidad interior que nos permitirá vivir plenamente. Seremos capaces de disfrutar de cada instante sin preocuparnos por el futuro o lamentarnos por el pasado.

Nuestro objetivo no es impresionar a los demás o demostrar que somos perfectos. Nuestro objetivo es ser felices y contagiar esa felicidad a quienes nos rodean. Mostrarles que la verdadera perfección radica en aceptarnos tal como somos, con nuestras virtudes y nuestras imperfecciones. Podemos enseñarle a los demás valiosas lecciones a través de nuestro ejemplo. Transmitirles la importancia de ser buenas personas y vivir en paz, sin la necesidad de controlar todo. Al hacerlo, estaremos dejando un legado significativo a nuestros hijos, sobrinos y hermanos, uno que los guiará hacia una vida plena y feliz.