Un viaje se vive 3 veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos
— Anónimo.
Cuando vi el tema propuesto, de inmediato surgieron muchas ideas en mi mente de cómo podía transmitir, a través de un cuento, esa experiencia de ver la vida como un viaje, un paseo a través del cual, adquirimos el aprendizaje necesario para poder ser luminarias a la nueva generación que sigue nuestros pasos.
Entonces, se me ocurrió una idea, y es la que, a continuación, les voy a relatar.
Esto ocurrió hace muchos años, de hecho, ha venido ocurriendo en el Universo desde el principio de la eternidad, y seguirá pasando, hasta la posteridad.
En un rincón del universo, muy remoto, por cierto, en medio de un vasto e inexorable océano estelar, existía un cometa llamado Oneray.
¿Les suena este nombre, no?
Oneray era un cometa único, no solo por su larga y brillante cola que iluminaba el espacio cuando pasaba, sino también por su extraordinaria longevidad. Había estado surcando el cosmos durante siglos y siglos, viajando a través de constelaciones y galaxias, admirando tanto el nacimiento o la muerte de grandes estrellas, y siendo protagonista de la evolución de planetas y muchas civilizaciones.
De tiempo en tiempo, Oneray pasaba por un sistema solar en particular, donde había un pequeño planeta con el azul más brillante que haya visto y el cual era llamado Tierra.
En cada pasada, notaba nuevos cambios en ese mundo tan dinámico. Al principio, vio continentes separándose y volviéndose a unir, formando nuevas tierras y océanos oscuros y misteriosos, y que estaban llenos de vida y eran explorados por criaturas increíbles.
En cada una de sus vueltas, observaba cómo surgían civilizaciones, las cuales llamó humanos. Desde las antiguas culturas hasta las modernas sociedades tecnológicas, vio cómo las mentes creativas construían maravillas arquitectónicas, desarrollaban arte y ciencia, y se aventuraban más allá de las fronteras terrestres hacia el espacio exterior.
Pero no solo ese mundo cambiaba a su alrededor; Oneray también experimentaba transformaciones a lo largo de sus años cósmicos. Su cola brillante, al principio, corta y punzante, se alargaba y se volvía más ondulada con cada vuelta al sol, como si se tratara de su cabellera, la cual, mientras más crecía, se hacía más cana.
Su núcleo, la parte sólida del cometa, también evolucionaba, acumulando capas de polvo cósmico y residuos estelares que le daban un brillo único y majestuoso. A pesar de los años y los cambios, era reconocido.
A medida que Oneray continuaba su viaje interestelar (se oye maravilloso, ¿no?), reflexionaba sobre la naturaleza de la vida y su propio propósito en el universo. Aprendió que así, como los planetas y las estrellas cambian con el tiempo, también lo hacen las personas por medio de las experiencias que cruzan en sus caminos. Cada encuentro, cada desafío y cada alegría, y cada tristeza, contribuían a su crecimiento y a su evolución como ser cósmico.
¡Ya sé que soy el protagonista de esta historia!, pero calma, que aquí bien lo bueno también.
En una de sus visitas más recientes a la Tierra, Oneray notó cómo la humanidad se estaba uniendo en esfuerzos globales para proteger su planeta y explorar nuevas fronteras en el espacio. Admiraba la resiliencia y la creatividad de esos seres diminutos, pero poderosos, que llamaban a la Tierra su hogar.
Finalmente, llegó el momento en que Oneray sintió que su viaje estaba llegando a su fin. Después de siglos de viajes y aprendizajes, decidió emprender su última peregrinación hacia lo desconocido.
Mientras se despedía de la Tierra y de las estrellas que había conocido en su largo paseo, dejó grabada en el espacio, una estela de luz y energía, recordándoles a todos, que la vida es un paseo lleno de cambios, de triunfos y fracasos, llenos de aprendizajes y belleza, y que cada uno, cada ser viviente, deja su propia huella en el vasto lienzo del universo.
Mis reflexiones
La vida, mis queridos lectores invisibles, es un paseo continuo de evolución, transformación y aprendizaje, donde es muy importante vivir plenamente cada momento, el aquí y el ahora, y que el paso de los años, solo deja belleza en nuestro interior, a pesar de que, nuestro exterior, vaya deteriorándose.
A pesar de que el ser humano tiene la capacidad de adaptarse y superar obstáculos, solo si lo hace de forma conjunta, puede lograr mucho más que de forma individual, y esto, nos lleva a la unidad, de donde, por naturaleza, somos.
La vida es muy compleja, pero al mismo tiempo, al vivirla de la manera más adecuada, nos muestra la belleza de cada experiencia adquirida, las cuales contribuyen, junto con nuestras acciones, al enriquecimiento mismo del universo que habitamos.
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ENGLISH VERSION
A trip is experienced 3 times: when we dream it, when we live it and when we remember it
— Anonymous.
When I saw the proposed theme, many ideas immediately arose in my mind about how I could transmit, through a story, that experience of seeing life as a journey, a walk through which we acquire the necessary learning to be able to be luminaries to the new generation that follows in our footsteps.
Then, an idea occurred to me, and it is what I am going to tell you below.
This happened many years ago it has been happening in the Universe since the beginning of eternity, and it will continue to happen, until posterity.
In a corner of the universe, very remote, by the way, in the middle of a vast and inexorable stellar ocean, there existed a comet called Oneray.
This name sounds familiar to you, right?
Oneray was a unique comet, not only because of its long, bright tail that illuminated space as it passed but also because of its extraordinary longevity. It had been sailing through the cosmos for centuries and centuries, traveling through constellations and galaxies, admiring both the birth and death of great stars and being a protagonist in the evolution of planets and many civilizations.
From time to time, Oneray passed by a particular solar system, where there was a small planet with the brightest blue he had ever seen, and which was called Earth.
With each passing, I noticed new changes in that dynamic world. At first, he saw continents breaking apart and coming together again, forming new lands and oceans that were dark and mysterious and full of life and explored by incredible creatures.
With each of his turns, he watched civilizations emerge, which he called humans. From ancient cultures to modern technological societies, he watched as creative minds built architectural wonders, developed art and science, and ventured beyond Earth's boundaries into outer space.
But not only was that world changing around him; Oneray also experienced transformations throughout his cosmic years. His shiny tail, at first short and prickly, lengthened and became more wavy with each turn to the sun, as if it were his hair, which, the longer it grew, became grayer.
Its core, the solid part of the comet, was also evolving, accumulating layers of cosmic dust and stellar debris that gave it a unique and majestic glow. Despite the years and changes, he was recognized.
As Oneray continued his interstellar journey (sounds wonderful, doesn't it?), he reflected on the nature of life and his purpose in the universe. He learned that just as planets and stars change over time, so do people through the experiences that cross their paths. Every encounter, every challenge every joy, and every sadness, contributed to his growth and his evolution as a cosmic being.
I know I'm the protagonist of this story! But don't worry, there's good stuff here too.
On one of his most recent visits to Earth, Oneray noted how humanity was uniting in global efforts to protect their planet and explore new frontiers in space. He admired the resilience and creativity of those tiny but powerful beings who called Earth home to him.
Finally, the time came when Oneray felt that his journey was coming to an end. After centuries of travel and learning, he decided to undertake his last pilgrimage into the unknown.
While he said goodbye to the Earth and the stars that he had met on his long walk, he left a trail of light and energy recorded in space, reminding everyone that life is a journey full of changes, triumphs, and failures, full of learning and beauty and that each one, each living being, leaves its mark on the vast canvas of the universe.
My reflections
Life, my dear invisible readers, is a continuous journey of evolution, transformation, and learning, where it is very important to fully live each moment, the here and now, and that the passing of the years only leaves beauty within us, even though our exterior is deteriorating.
Although human beings can adapt and overcome obstacles, only if they do it together can, they achieve much more than individually, and this leads us to unity, which, by nature, is.
Life is very complex, but at the same time, by living it most appropriately, it shows us the beauty of each experience acquired, which contributes, along with our actions, to the very enrichment of the universe we inhabit.
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