Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia
— Anatole France
Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Esperanza, vivía una joven llamada Anita. Desde niña, era conocida por su actitud positiva y su capacidad para encontrar el lado bueno de las cosas, incluso en las situaciones más difíciles y abrumadoras que pudiera experimentar. Aunque la vida en Esperanza no siempre era fácil, Anita siempre mantenía una sonrisa en su rostro y un brillo de determinación en sus ojos.
Un día, un gran desafío llegó a la vida de Anita. La cosecha de la temporada había sido pobre debido a una fuerte sequía, y muchas familias del pueblo estaban preocupadas por cómo pasarían el invierno sin suficiente comida. Pero Anita, sin embargo, decidió que era mejor enfrentar la situación, con una actitud valiente y llena de optimismo.
Justo ahora te estés preguntando qué fue lo que hizo esa muchacha, y obviamente, que también se los voy a contar.
En lugar de dejarse abrumar por el miedo y la preocupación, cosa que todos en el pueblo estaban padeciendo, Anita se puso manos a la obra.
— Si el problema tiene solución, ¿para qué he de preocuparme?, y si no lo tiene, ¿preocupándome podré crearla?, se decía constantemente antes las situaciones críticas que enfrentaba.
Actividades para recaudar fondos y alimentos para las familias necesitadas, eran organizadas y con su energía y su entusiasmo, logró motivar y movilizar a toda la comunidad. Juntos, con el mejor de los ánimos, trabajaron arduamente para recolectar alimentos, sembrar nuevas cosechas y buscar soluciones creativas para enfrentar la escasez, intercambiando productos con otros pueblos y ofreciendo servicios a cambio de dinero, el cual cambiaban por las cosas que más iban a necesitar.
A medida que el frío invierno se acercaba, la situación se mostraba cada vez mejor, gracias al esfuerzo conjunto y la actitud positiva y contagiosa de Anita. Las familias del pueblo, tenían suficiente comida para pasar la temporada. La comunidad estaba unida y fortalecida, y Ana se convirtió en un símbolo de esperanza y determinación para todos.
Cuando la primavera trajo consigo nuevas oportunidades, Ana reflexionó sobre todo lo que habían logrado juntos y se dio cuenta de que, a pesar de los obstáculos y las dificultades, una actitud positiva y la capacidad para mantenerse firmes, habían sido fundamentales para superar tantos desafíos.
Una tarde, cuando se disponían a planificar las acciones a tomar para el pueblo, Anita compartió su reflexión con sus vecinos, recordándoles que la actitud es una poderosa herramienta que puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en nuestras vidas.
— Cuando enfrentamos problemas, dijo Anita con su voz suave, pero firme, no podemos controlar siempre lo que sucede, pero sí podemos controlar cómo pensamos y reaccionamos.
Después de una corta pausa, volvió a decirles:
— Con una actitud positiva y determinación, podemos superar cualquier obstáculo y seguir adelante hacia un futuro mejor y más prometedor.
Desde entonces, en aquel pueblo llamado Esperanza, la historia de Anita, y no es aquella que era huerfanita, se convirtió en un recordatorio de la importancia del valor de la actitud.
Si las personas reflexionaran sobre el mensaje subyacente que existe en los cuentos, aprenderían de este que, enfrentar los desafíos con optimismo, determinación, y teniendo la actitud correcta, cualquier dificultad puede ser superada y cualquier sueño puede convertirse en realidad.
Ahora usted, mi querido lector invisible, que está leyendo estas líneas, ¿Se ha preguntado qué actitud ha asumido cuando parece que no hay una salida? Si siente que se encuentra dentro de un túnel, ¿Se queda inmóvil o camina en cualquiera de las dos direcciones buscando una luz que lo guie? ¿Se ha puesto a pensar en las infinitas posibilidades que existen para tomar una decisión y resolver un problema? ¿En algún momento ha adoptado la postura de Anita de no preocuparse, si un problema tiene o no tiene solución?
Si no hay cuerpo que lo resista, entonces no existe ningún mal que dure tanto tiempo, y la victoria, estará en la resiliencia que asumamos frente a la adversidad, con una disposición plena para aprender, pues, en nuestro camino, hallaremos a otros a quienes podemos ayudar, mientras sus vidas se encuentran en medio de un mar embravecido.
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ENGLISH VERSION
Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia
— Anatole France
Once upon a time, in a small town called Esperanza, there lived a young girl named Anita. As a child, she was known for her positive attitude and her ability to find the good side of things, even in the most difficult and overwhelming situations she could experience. Although life in Esperanza was not always easy, Anita always kept a smile on her face and a sparkle of determination in her eyes.
One day, a great challenge came into Anita's life. The season's harvest had been poor due to a severe drought, and many families in the village were worried about how they would get through the winter without enough food. But Anita, however, decided that it was better to face the situation, with a brave attitude and full of optimism.
Right now you may be wondering what that girl did, and obviously, I'm going to tell you too.
Instead of letting herself be overwhelmed by fear and worry, which everyone in town was suffering from, Anita got to work.
—If the problem has a solution, why should I worry? And if it doesn't, by worrying can I create it? She constantly told herself about the critical situations she faced.
Activities to raise funds and food for families in need were organized and with her energy and enthusiasm, she managed to motivate and mobilize the entire community. Together, with the best of spirits, they worked hard to collect food, plant new crops, and look for creative solutions to face shortages, exchanging products with other towns and offering services in exchange for money, which they exchanged for the things that were the most useful need.
As the cold winter approached, the situation looked better and better, thanks to the joint effort and Anita's positive and contagious attitude. The families of the town had enough food to get through the season. The community was united and strengthened, and Ana became a symbol of hope and determination for all.
When spring brought new opportunities, Ana reflected on everything they had accomplished together and realized that, despite obstacles and difficulties, a positive attitude and the ability to stay strong had been essential in overcoming so many challenges.
One afternoon, when they were preparing to plan the actions to take for the town, Anita shared her reflection with her neighbors, reminding them that attitude is a powerful tool that can make the difference between success and failure in our lives.
— When we face problems, Anita said with her soft but firm voice, we can't always control what happens, but we can control how we think and react.
After a short pause, she said to them again:
— With a positive attitude and determination, we can overcome any obstacle and move forward towards a better and more promising future.
Since then, in that town called Esperanza, Anita's story, and it is not that she was an orphan, became a reminder of the importance of the value of attitude.
If people reflected on the underlying message that exists in the stories, they would learn from it that by facing challenges with optimism, determination, and having the right attitude, any difficulty can be overcome, and any dream can become a reality.
Now you, my dear invisible reader, who is reading these lines, have you asked yourself what attitude you have assumed when it seems that there is no way out? If you feel like you are in a tunnel, do you stay still or walk in either direction, looking for a light to guide you? Have you stopped to think about the infinite possibilities that exist to make a decision and solve a problem? Have you ever adopted Anita's attitude of not worrying about whether a problem has a solution or not?
If there is nobody that can resist it, then there is no evil that lasts so long, and victory will be in the resilience that we assume in the face of adversity, with a full willingness to learn, because, on our path, we will find others to help us who can help, while their lives are in the middle of a rough sea.
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