Almost three years have passed since the Covid-19 pandemic broke out and it seems like it was only yesterday that we were confined to our homes, looking outside with fear, barely leaving what was necessary to buy food and necessities. It was a time that I do not want to remember, I looked at the few passers-by with suspicion, unconsciously I separated a few steps to avoid passing near them, I have even crossed the sidewalk when more than two people came together.
Economically it was disastrous for those who did not have a permanent paid job and the country is still paying the consequences of that nonsense of closing all non-essential businesses for several months.
Then came the vaccines and a series of additional questions and doubts or in replacement of those of the virus, would they work, would they not have consequences in the future, the Chinese and Russian ones were good because the North American ones were not bought.
There we went to put our arm to have it punctured with more doubts than certainties, I was lucky to have the one developed by the University of Oxford, an insignificant relief from the bad press of those developed on the other side of the wall, well it is an old term but very much alive in my mind.
The first dose did not cause me major physical discomfort, very different from that of my wife who spent three days dragging problems. I was entrusted to the second dose, it destroyed me, unlike my wife who had already paid her share of discomfort with the first. Who understands viruses, laboratories, doctors.
A few months later came the so-called reinforcement or third dose, again to read and investigate. That the omicron variant, that the memory B lymphocytes and the T cells induced by the vaccine. All complex terms for those like me who have no idea about medicine and how the human body works. Once again, more doubts than certainties, but we went there to put our arms out so that they could puncture us. The reaction and discomfort were less than the previous one. Good for that.
During that period, I was injected with other vaccines, flu, pneumonia, and tetanus. I was injected with more vaccines than when I was a child.
Yesterday I received a new notice about the second reinforcement, I forgot to mention that the third dose was Pfizer, probably the most prestigious of all, although with the laboratories and the money at stake I will never be sure that this advertising is not paid. I'll have to put my arm in for the fourth time next Monday, now it's Moderna. A cocktail that is the envy of any barman.
I don't know if there will be the fifth one, most likely yes, since this creature born in China continues to make waves and mutates into more or less dangerous variants almost daily.
Doctors continue to advise booster doses, as long as the arm holds.
Desde que se desató la pandemia del Covid-19 han pasado ya casi tres años y parece que fue ayer que estábamos confinados en nuestras casas viendo el exterior con miedo, saliendo apenas lo necesario para adquirir alimentos y artículos de necesidad. Fue una época que no quisiera recordar, miraba a los escasos transeúntes con recelo, inconscientemente me separaba unos pasos para no pasar cerca de ellos, incluso he llegado a cruzar de vereda cuando venían más de dos personas juntas.
Económicamente fue desastroso para aquellos que no tenían un trabajo fijo remunerado y el país aún está pagando las consecuencias de ese dislate de cerrar todos los comercios no esenciales por varios meses.
Luego vinieron las vacunas y una serie de interrogantes y dudas adicionales o en reemplazo de las del virus, servirían, no tendrían consecuencias a futuro, las chinas y las rusas eran buenas, porque no se compraban las norteamericanas.
Allá fuimos a poner el brazo para que nos lo pincharan con más dudas que certezas, me tocó en suerte la desarrollada por la universidad de Oxford, un insignificante alivio ante la mala prensa de las desarrolladas del otro lado del muro, bueno es un término antiguo pero muy vivo en mi mente.
La primera dosis no me provocó mayores malestares físicos, muy diferente a los de mi esposa que estuvo tres días arrastrando problemas. Fui confiado a la segunda dosis, me destruyó, a la inversa de mi esposa que ya había pagado su cuota de malestares con la primera. Quien entiende a los virus, a los laboratorios, a los médicos.
Unos meses después vino el llamado refuerzo o tercera dosis, otra vez a leer e investigar. Que la variante ómicron, que los linfocitos B de memoria y las células T inducidas por la vacuna. Todos términos complejos para quienes como yo no tenemos idea de medicina y del funcionamiento del cuerpo humano. Otra vez más dudas que certezas, pero allá fuimos a poner el brazo para que nos pincharan.
La reacción y el malestar fue menor al de la anterior. Bien por eso.
En ese período me inyectaron otras vacunas, gripe, neumonía, tétanos. Me inyectaron más vacunas que cuando era niño.
Ayer me llegó un nuevo aviso sobre el segundo refuerzo, me olvidé de mencionar que la tercera dosis fue Pfizer, probablemente la más prestigiosa de todas, aunque con los laboratorios y el dinero en juego nunca estaré seguro que esa publicidad no sea paga. Tendré que poner el brazo por cuarta vez el próximo lunes, ahora me toca Moderna. Un cóctel que es envidia de cualquier barman.
No sé si vendrá una quinta, muy probablemente si ya que este bicho nacido en China sigue dando que hablar y mutando en variantes más o menos peligrosas casi a diario.
Los médicos siguen aconsejando dosis de refuerzos, mientras el brazo aguante.
Las fotografías son de mi propiedad excepto las que menciono la fuente.
The photographs are my property except those mentioned by the source.
Héctor Gugliermo
@hosgug