Como en los viejos tiempos... sólo blanco y negro, tinta y un papel.

Hola mi querido Hiver, han pasado ya muchas lunas desde mi último post, desde diciembre del año pasado tenia planeado desaparecerme por un tiempo, no es nada raro viniendo de mi, me encanta aislarme, lo admito. Este nuevo año era crucial para continuar con los cambios que ya había trazado desde el año anterior, organizar mejor mi tiempo, mi vida, mi salud que la tenia un poco descuidada, etc... En este momento de mi vida siento como si ya me están reiniciando la computadora jajaja. Eso es excelente, compruebo nuevamente lo importante que es el compromiso y la constancia para lograr cambios positivos y cualquier objetivo que nos propongamos en la vida.

Normalmente mi forma de ser tan metódica y perfeccionista suele traerme niveles altos de ansiedad, principalmente al dibujar. Pero como siempre he sido una fan enamorada de todo lo relacionado con la ciencia del cerebro, el poder mental, etc... me di cuenta que estas dos características las puedo usar a mi favor, ciertamente son una virtud y no un defecto. Sumado a esto comencé a ejercitarme otra vez, principalmente por mis problemas en la columna que me estaban causando serios problemas al dibujar y ni hablar de mis terribles hábitos de sueño. Durante este proceso personal me tope con las prácticas de meditación con pranayama y kundalini yoga. Siempre he practicado yoga pero esta rama no la conocía y pues como soy muy curiosa, decidí probarla y se convirtió en mi práctica y hábito favorito, ya que usa la meditación como medicina y es extremadamente poderoso. Y esa es una pequeña introducción de mi ausencia.

Ya muchos sabrán que me gusta contar historias con mis trazos rebuscados, realmente dibujar sin ningún tipo de sentido y significado profundo, no es lo mío, no me motiva.

Esta vez me inspiré en las semillas. Cuando pienso en todo lo que representa la vida, su ciclo, nuestro protagonismo dentro de ella... no puedo evitar pensar en la magia de cuando plantamos una semilla, en cómo va germinando de a poco con nuestro cuidado, de cómo influye la tierra que escoges para sembrarla, la cantidad de agua y demás elementos, el tiempo y energía que inviertes en ella es crucial para verla expandirse desde la oscuridad, ascender gloriosamente hacia la superficie para absorber los rayos del sol.

Creo profundamente en ese verso conocido "Lo que siembras, cosecharás".

La siembra, la jardinería es la mejor forma de entender todo los aspectos de la vida, sin duda. Nadie puede delegar el cuidado de su propio jardín a terceros, esperar a que otro riegue nuestra tierra "correctamente" para verla florecer. Es 100% nuestra responsabilidad cuidar esa tierra, esa semilla si esperamos cosechar maravillas.

Durante toda mi vida, desde que era muy niña, me encantaba encontrar metáforas en todo, en la naturaleza siempre encontré las mejores analogías para entender mi propia existencia y del mundo que me rodea. Me encantaba ser mi propio conejillo de indias, siempre que era consciente de tener alguna dificultad, me aislaba en mi interior para buscar respuestas, me encantaba jugar a que era mi propia terapeuta y hasta el sol de hoy, lo sigo haciendo y mientras tanto lo plasmo con tinta, colores y detalles obsesivos.

Le he agarrado el gusto a este formato tan limitado que puedo esconder con facilidad en mis libros... Es como una especie de ejercicio o de reto, pues aquí no puedo darme el lujo de complicarme la existencia como suelo hacer en otros formatos. Aquí me toca simplificar todo y esta vez sólo quería jugar con pocos elementos pero muchas texturas, amo las texturas y amo la jardinería, esto representa sólo una pequeña porción de mi alma tan particular.