La última vez que la vi, caminaba sin rumbos fijos, y en sus ojos se reflejaba el infinito de las estrellas, sus cabellos tenían el abrazo del viento entre sus rizos, y su sonrisa, parecía haberse perdido en un tiempo ya extinto.

Muchos hablaban de ella, pero se negaban a hablar con ella. Aunque igual no recibirían respuesta, puesto que ella se había negado a hablar con nadie, que no fuera su amado, y su amado, ya se había ido.

Ya conocía su historia, ella lo conoció en la vieja plaza, allí se veían cada tarde y compartían besos y abrazos a la orilla, la vieja fuente. El destino separo sus caminos, él fue a la guerra, ella juró esperarlo. Él nunca volvió y ella nunca dejo de esperarlo.

Sus pasos errantes seguían caminando cada tarde a aquella vieja plaza, que aunque al día de hoy ya no era tan hermosa como antes, ni estaba la vieja fuente, y había sido vandalizada, seguía siendo el lugar donde se encontraron por primera vez.

Cuando llegaba a la plaza, sus ojos brillaban. Parecía volver de pronto en sí y volvía su cabeza en todas las direcciones, como esperando que alguien llegara, peinaba sus cabellos y se quitaba el polvo de sus ropas.

Cuando comenzaba a caer la tarde, sus ojos se llenaban de lágrimas, de desesperanza, y poco a poco se iban vaciando de emociones. Al llegar la noche, sus ojos estaban llenos de estrellas y volvía lentamente sobre sus pasos hasta llegar a casa.

Cierta tarde, me la crucé de camino, y para mi sorpresa, su mirada reflejaba la vida que le habían robado. Se disculpó porque iba de prisa, y no podría quedarse más conversando conmigo. Le pregunté si sabía a donde se dirigía y ella respondió con una gran sonrisa

— ¡Sí, voy a encontrarme con mi amado!

Allí supe que seguía en su locura, pero esta vez era diferente, así que la seguí en la distancia. Se veía emocionada, la sonrisa en su cara y el brillo en sus ojos era cautivador, parecía como si se hubiese encendido una chispa en ella.

Sus pasos nuevamente se dirigieron a la misma plaza, pero a medida que se acercaba sus pasos se iban desvaneciendo, y vi como poco a poco desapareció ante mis ojos y se convirtió en parte del paisaje.