En la penumbra de su propio universo,
Él hallaba consuelo en su soledad,
En la habitación, en el comedor, en el patio,
Un ballet solitario, en la calle, en la playa.
Anhelaba la quietud, la melodía del silencio,
Susurros íntimos con la sombra como amiga,
Se abrazaba a la ilusión de ser independiente,
Mas, tras la máscara, ocultaba su herida.
Él decía amar la danza en solitario,
Pero era un disfraz, una fachada sin verdad,
Pues bajo la superficie de su ser tranquilo,
Resonaban ecos de un corazón desgarrado.
La verdad afloraba en la oscura realidad,
Un alma que anhelaba, pero temía el lazo,
Era malo, decían, nadie le ofrecía calor,
Mas su anhelo secreto: amistad y amor.
En la danza de la mentira, buscaba consuelo,
Aunque ansiaba un abrazo, un amigo sincero,
Los solos a menudo son seres heridos,
Que desean compañía, pero temen los latidos.
Así actúan los solos, enmascarando su anhelo,
Quieren amigos, pero se pierden en el desvelo,
No saben cómo tenerlos, cómo retenerlos,
Y en su danza de sombras, se sumergen en desvelos.