He seemed to read my thoughts.
"It doesn't matter! You're immortal!" He shook me, "You will appear in the tank in Washington. No, probably the one in Moscow, there are several there. But I have no choice, I have NO CHOICE!" he shouted suddenly, and then he pointed at me with the same revolver he had unloaded on my chest before, "If you don't want to do it I will kill you, and I will kill you, and I will kill you, AS MANY TIMES IT TAKES FOR YOU TO WANT TO HELP ME."
I ran for the door in a rush of adrenaline, even though I knew that all the exits were locked. I heard a shot behind me, but it missed me. Before crossing the door frame I looked back to find him breaking into a run, but not to chase me, but to run away from the Dark Figure, which had just appeared at the back of the room, next to the unconscious scientists.
Panicked, desperate, I was anxious to find a place to hide, but
where!? I was moving through the labyrinth of corridors, ramming against the multiple doors sealed with electronic security.
I finally made it through an ornate wooden door with a classic handle, but it led me to a gallery, with multiple framed photos, lavish awards hanging on the walls... and no nook or cranny to hide behind.
The intervals of darkness became longer than the intervals of light, and in the next moment of clarity I could tell that Will had entered right behind me.
I began to take nervous steps backwards, slipping on the green liquid still dripping from my hair and immediately getting up again, not taking my eyes off the man advancing towards me with his jaw unhinged, his eyes disproportionately wide, his back hunched and his robe stained with blood. There was nothing left of the Will who smiled in the frames around me.
For a second I thought that maybe the bad guy had always been him. Maybe he had made it all up, manipulated me and his partners, and now he just wanted to make sure he tied up loose ends.
But the Dark Figure was not an invention. It was there with us, materializing behind my back.
I knew it before the light interval returned, because all my skin bristled and a shiver ran from my tailbone to the crown of my head.
I turned in slow motion and saw it right in front of me, as close as when I found it breathing on the glass of my tank, and darker and taller than ever.
"TAKE HER!" Will yelled. "SHE IS THE ONE YOU REALLY WANT! RIGHT? IT IS SHE WHO HAS DIED! SHE'S YOURS!"
He gave me a treacherous shove in the back, making me move towards the Dark Figure during one of the long intervals in darkness, and I waited for anything except what happened.
Until that moment I still harbored many doubts about the veracity of the experiment, about the efficacy of my immortality, about what was real and what was not, but what happened next completely dispelled my skepticism.
The dark figure answered. A guttural and dissonant voice, bestial, but clear at the same time, resonating everywhere and yet nowhere:
"She... Has... No... Soul".
The light returned, never to fade again, and the Dark Figure was no longer in front of me. It was now moving toward Will, growing taller and wider by the second.
The scientist tried desperately to flee the gallery, and then, to his misfortune and my entire satisfaction, that door was also locked.
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a… vuelto —inhalaba y exhalaba irregularmente—. Se acabó… el tiempo… —avanzó a trompicones un par de pasos y me apuntó al pecho—. ¡VETE, LAURA! —Gritó, y la mujer obedeció, echando a correr hacia afuera del cuarto— ¡LLAMA A CENTRAL! …escóndete… —Añadió el hombre, esto último saliendo apenas en un murmullo que su compañera hubiera sido incapaz de escuchar.
Estoy segura de que él y yo compartíamos los mismos nervios durante esos cruciales segundos en los que sólo nos miramos fijamente. El mismo terror. A pesar del aire frío que nos rodeaba, ambos teníamos la frente perlada en sudor, y su arma temblaba tanto como mi silla.
Escuché el disparo, y en una fracción de segundo volví a verme saliendo de mi exitoso bufete de abogados y siendo atacada por el fugitivo delincuente a quien, semanas antes, me había encargado de enviar a prisión.
¿Hace cuánto pasó? ¿Realmente pasó?
No… Tengo 17 años, -pensé-
¡Ni siquiera he terminado la prepa! Y sin embargo allí estaba, segura de estar escuchando el mismo estallido de la pólvora convertido en eco, sintiendo las mismas vibraciones explosivas de dolor, sufriendo el mismo efecto en cadena de los órganos apagándose, y sumiéndome en la total oscuridad que precedía… al tanque.
El detestable tanque.
Justo allí me encontraba cuando abrí los ojos. Nuevamente en el líquido verde, y otra vez conectada a los cables y tubos. Nuevamente engañada.
¡Están manipulándome! -concluí-
Están jugando con mi mente.
No entendía la razón, pero me estaban llevando a perder la percepción de lo que era real y lo que no. No podía volver a creer en nada de lo que me dijeran, ni siquiera en la rebuscada explicación que me habían dado sobre el experimento. Quizás su propósito era algo totalmente distinto, quizás ellos también eran parte de la simulación. Incluso mi tanque podía estar creado en mi mente, y mi cuerpo ser tan solo un cerebro metido en un frasco.
Hubiera seguido divagando en raras teorías conspirativas de no ser porque, borrosamente, pude distinguir a una figura de blanco arrastrando a otra, con gran dificultad, hacia el fondo del salón. A mitad de camino se detuvo, miró hacia mi tanque, recostó con cuidado a la otra persona en el suelo y se acercó.
El líquido verde comenzó a drenarse.
— ¡Bienvenida de vuelta! —exclamó Will, con un tono que sonaba exageradamente festivo— En lo que respecta a la ciencia, eres inmortal. ¡FELICIDADES!
Me arrancó los cables y tubos sin un ápice de delicadeza, arrojó una bata quirúrgica a mis pies, y dejó descendiendo el cristal antes de irse a retomar su ardua labor. El frente de su bata ahora tenía salpicaduras de sangre.
— ¡Quién lo diría! ¡FUNCIONÓ! —exclamó desde allá, casi gritando en una desconcertante euforia— ¡Qué envidia te tengo! Aunque no sé si corras con la misma suerte frente a nuestro problema actual. Ah-ah… —añadió, chasqueando la lengua.
Parecía estarme hablando a mí, pero mantenía la cabeza baja, mirando el cuerpo que arrastraba pesadamente. Por absurdo que parezca en mi posición, sentí tristeza al notar que se trataba de Laura. No estaba muerta, al parecer. Podía notar cómo su abdomen subía y bajaba ligeramente, pero además de ello no daba señales de vida, estaba simplemente petrificada.
¿Acaso era verdad? ¿Yo estaba presenciando todo eso?
Will la dejó junto a Evan, (que yacía inerte con los brazos vendados sobre el abdomen y una extraña mueca en los labios), y regresó abatido hacia la única computadora que quedaba encendida.
— Central, aquí William, respondan —el sonido de vuelta solo traía estática—. ¡El experimento ha sido concluido con éxito! —soltó una terrible carcajada que me erizó los vellos de la nuca— Ya pueden resetear las puertas, malditos bastardos… ya tienen lo que querían, ¡YA TIENEN LO QUE QUERÍAN! ¡VENGAN A AYUDARNOS!
En ese instante la computadora se apagó, y las luces empezaron a titilar, encendiéndose y apagándose en intervalos de un segundo.
— CENTRAL, ES UNA EMERGENCIA —insistió furiosamente Will, a pesar de que todos los equipos estaban muertos —¡NECESITAMOS AYUDA, JODER! Ya viene… ya viene…
Se volteó a mirarme. Sus ojos saltones parecían a punto de salirse de sus cuencas. Caminó hacia mí con ímpetu y enterró sus dedos en mi brazo, arrastrándome hasta una de las paredes del laboratorio.
— Tú nos vas a salvar. ¿Ves eso de ahí? —preguntó, señalando una especie de caja metálica instalada en la pared— Contiene 4 cargas de dinamita para mandar a volar todo este salón. Era nuestro boleto de escape en caso de que llegase la policía. ¡Cómo quisiera yo que llegara la policía ahora! —volvió a reír como un maníaco— No tengo el detonador a distancia, yo mismo lo rompí porque el maldito Matías… ¡Argh! ¡No hay tiempo! ¡Te esperas 15 segundos para que me dé chance de correr lo más lejos posible y accionas el botón! ¿Ok?
Me indicó, abriendo con una llave la caja metálica y dejando a la vista un característico botón rojo.
Yo me quedé inmóvil, con la respiración acelerada y sin saber qué hacer.
¡Quiere que me suicide!
Él pareció leer mis pensamientos.
— ¡No tiene importancia! ¡Eres inmortal! —me sacudió— Aparecerás en el tanque de Washington. No, probablemente el de Moscú, allá hay varios. ¡Pero yo no tengo opción, NO TENGO OPCIÓN! —gritó de pronto, y acto seguido me apuntó con el mismo revolver que había descargado antes sobre mi pecho— Si no quieres hacerlo te mataré, y te mataré, y te mataré, CUANTAS VECES SEA NECESARIO PARA QUE QUIERAS AYUDARME.
Salí corriendo hacia la puerta en un arrebato de adrenalina, aun sabiendo que todas las salidas estaban cerradas. Escuché un disparo a mis espaldas, pero no me alcanzó. Antes de cruzar el marco de la puerta volví la vista hacia atrás y lo encontré arrancando a correr también, pero no para perseguirme, sino para huir de la Figura Oscura, que acababa de aparecer en el fondo del salón, junto a los científicos inconscientes.
Despavorida, desesperada, ansiaba encontrar un lugar donde esconderme, pero,
¿¡Dónde!? Avanzaba por el laberinto de pasillos embistiendo contra las múltiples puertas selladas con seguridad electrónica.
Finalmente logré atravesar una ornamentada puerta de madera con manilla clásica, pero ésta me llevó a una galería, con múltiples fotos enmarcadas, fastuosos reconocimientos colgados a las paredes… y sin recodo alguno donde esconderse.
Los intervalos de oscuridad se hicieron más prolongados que los intervalos de luz, y en el siguiente momento de claridad pude notar que Will había entrado justo detrás de mí.
Comencé a dar nerviosos pasos hacia atrás, resbalando sobre el líquido verde que aún chorreaba de mi cabello y volviéndome a levantar de inmediato, sin quitar la mirada del hombre que avanzaba hacia mí con la mandíbula desencajada, los ojos desproporcionadamente abiertos, la espalda jorobada y la bata manchada de sangre. Del Will que sonreía en los cuadros a mi alrededor ya no quedaba nada.
Por un segundo pensé que quizás el malo siempre había sido él. Quizás él había inventado todo, me había manipulado a mí y a sus compañeros, y ahora solo quería asegurarse de atar los cabos sueltos.
Pero la Figura Oscura no era un invento. Estaba allí con nosotros, materializándose a mis espaldas.
Lo supe antes de que volviera el intervalo de luz, porque toda la piel se me erizó y un escalofrío me recorrió desde el coxis hasta la coronilla.
Me giré en cámara lenta y la vi justo frente a mí, tan cerca como cuando la encontré respirando sobre el cristal de mi tanque, y más oscura y alta que nunca.
—¡LLÉVATELA! —gritó Will—. ¡ES ELLA A QUIEN REALMENTE QUIERES! ¿VERDAD? ¡ES ELLA QUIEN HA MUERTO! ¡ES TUYA!
Me dio un traicionero empujón por la espalda, haciéndome avanzar hacia la Figura Oscura durante uno de los largos intervalos en tinieblas, y esperé a que ocurriera cualquier cosa menos lo que ocurrió.
Hasta ese momento albergaba todavía muchas dudas sobre la veracidad del experimento, sobre la eficacia de mi inmortalidad, sobre lo que era real y lo que no, pero lo que pasó a continuación me despejó por completo el escepticismo.
La figura oscura respondió. Una voz gutural y disonante, bestial, pero a la vez clara, resonando en todas partes y al mismo tiempo en ninguna: