No es tiempo de conclusiones, aunque podemos soñar y remitirnos a estadías pasajeras como mirar por una ventana reflejada en el espejo, lugar donde hemos sido múltiples personajes, podemos abrir los ojos como si fuera tu primera sonrisa en un encuentro de dos rostros o brindar con dolor un mal pensamiento, donde tu voz era un canto jugando con la felicidad, la idea era tener diferentes miradas, multiplicadas por las emociones.

Raros momentos que buscamos para inmortalizar ese tiempo detenido por segundos, espacio necesario para reflexionar y volver por otra sonrisa, un beso, un abrazo y humedecernos con la ternura y seguir en ese viaje por la buena vida.

Tiramos el escanciado silencio en el rincón donde se acumulan los desencuentros, podemos definir la felicidad con ese paseo nocturno y nuestras manos se toman para existir y avanzar por los caminos, el viento nos sonríe, seguro estamos, apertrechados, para resistir los avatares del tiempo.