Recuerdos bajo la luna
La distancia deviene como un enigma, desde aquel momento inexplicable, su vida segada entre las sombras nubló el paraíso. Ahora, vagando por nuestras geografías nocturnas, solo pienso en su presencia etérea, su rostro iluminado por la luna.
¿Cuántas palabras bastaban para ver florecer su alegría? Quizá pocas y eso era fantástico, sobre todo cuando veía ese astro en su plenitud recorriendo las noches. Esa pasión que el universo nos ofrecía en la iridiscencia del ámbar y el cuarzo rosa, cristales alegóricos donde el astro de la noche dejaba sus augurios.
Cuando la luna nos sorprendía enlazados en una batalla de gozo, ella cubría su rostro y miraba a los lados para no interrumpir los lazos tejidos bajo su luz.
Lo efímero, no era el objetivo, la función de los cristales era asegurar que el tiempo nos convirtiera en viajeros por muchos años.
No esta otra realidad, estoy convertido en un tótem de amatista, esperando que su fulgor la traiga de nuevo a mi presencia, aunque solo sea para admirar su rostro iluminado por la luna y tener su aroma, embriagando mis horas de soledad.
¡Loco! ¡Loco! Gritaría algún testigo al ver mis manos perderse en un vuelo mímico, dibujando su cuerpo en la exquisitez de la lujuria, navegación azarosa entre mis recuerdos. Teatro sensual, precedido por el deseo de abrir una puerta infinita ofrecida por la luna y que nos permita el reencuentro.
Memories under the moon
The distance becomes like an enigma, since that inexplicable moment, her life, mowed down in the shadows, clouded paradise. Now wandering through our nocturnal geographies, I only think of her ethereal presence, her moonlit face.
How many words were enough to see her joy bloom? Maybe just a few, and that was fantastic, especially when I saw the moon in its fullness running through the nights. That passion that the universe offered us in the iridescence of amber and rose quartz, allegorical crystals where the star of the night left its omens.
When the moon surprised us entwined in a battle of pleasure, she covered her face and looked to the sides so as not to interrupt the bonds woven under her light. The ephemeral was not the goal. The function of the crystals was to ensure that time would make us travelers for many years to come.
Not this other reality, I am turned into an amethyst totem, waiting for its glow to bring her back to my presence, if only to admire her moonlit face, her scent, intoxicating my hours of solitude.
Crazy! Crazy! some witness would shout upon seeing my hands lose themselves in a mimic flight, drawing her body in the exquisiteness of lust, haphazard navigation among my memories. Sensual theater, preceded by the desire to open an infinite door offered by the moon, allowing us to meet again.
Imagen 1,creada con bing.ai. Imagen 2 creada con dream.ai y editadas con PhotoScape.
Image 1, created with bing.ai. Image 2 created with dream.ai and edited with PhotoScape.
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