A few days ago, during my visit to Pinar del Río, my friend Li picked me up from the Bus Station on her electric motorcycle.
After stopping at a café and indulging in some ice cream, we got caught in a storm. We sought shelter under a roof that didn't offer much protection, and I blamed myself for delaying us. I thought if we had left earlier, we would have been home by now.
Li smiled and made sure I occupied the best spot to avoid getting wet. She says I get sick easily. However, the lightnings was the most concerning thing. There were so many, one after another, lighting up the sky. 😯
I think that's why I wrote the text I present to you below, in the initiative of the Días ECENCYales program, on Monday, after returning to my home in Havana.
Somehow that stayed in my subconscious and came out like that, without more, in the exercise of writing.
To create, there, we have about 20 minutes, more or less, while we listen to some music. Perhaps a little more time if you're not one of the first to finish.
Then we share publicly, in our voice, because @joalheal insists that this program is for listening to us. When the writer reads and defends their creation, it can be very intense.
(I clarify that we are apprentice writers 😅)
In this case, we were called to create a short story, about 100 words, based on two ideas: a coin toss and raindrops. It could be one of two. In my case, I used both ideas.
This is not the text I´ve read there. It has more editing. Days of rest, stored in Frida (my laptop) and then timidly brought out into the light of the screen to correct a little here and clean a little there.
It's a normal process that we all have to do if we want to dedicate ourselves to the craft of writing. Create, store, take out, dust off, clean. It's very healthy.
In addition, @joalheal himself once told me something that I loved, because he was very right. And it was the following:
If it has passed the test of time and you still like it, then that text is good.
I'm paraphrasing. These were not his original words. Maybe he'll come here and remind me.
😉
And well, without further ado:
Sandor and his gold coin
The sky's sprinkler briefly discharged its vital liquid, without the earth being satisfied. A few minutes later, on the thirsty planet, people continued to run exasperated, incoherent.
From where Sandor was, playing with a gold coin, no sound could be heard, although the bodies swallowed by the wide mouths of concrete, it was known that they screamed in desperation, barely able to communicate with each other.
Sandor tossed the coin sparingly one last time, filled with light, discharged his silent scar in the distance, and split the earth in two, aggressively. The thunder didn't wait.
Since that day, humans look at the purple stripe of the earth and wonder who visited them leaving such a curious mark.
The end
The cover photo is from a rainy day, almost at dusk, here in Havana.
It shows 100th Street, just before the Boyeros Bridge.
There, where some people are stand up, usually transports stop, which can be buses or vans, or cars, heading on direction to Pinar del Río.
In the following image (which I hid) is what I hate to happen to me the most, if I get caught in the rain outside 😂/
Hace unos días, cuando visité Pinar del Río, mi amiga Li fue a buscarme a la Terminal de Ómnibus en su moto eléctrica.
Después de pasar por una cafetería y antojarme de tomar helado nos agarró una tormenta. Estábamos bajo un techo que no ofrecía mucho cobijo y yo lo único que repetía era: Carajo, esto es mi culpa. Si no nos hubiésemos demorado, ya estaríamos en casa.
Ella sonreía y se preocupaba porque ocupara el mejor espacio donde menos salpicaba la lluvia. Dice que me enfermo con facilidad. Sin embargo, lo más inquietante eran los rayos. Oh, fueron tantos, uno detrás de otro, y tan inmensos en el cielo. 😯
Creo que por eso escribí el texto que te presento a continuación, en la iniciativa del programa de Días ECENCYales, el lunes, después de regresar a La Habana, a mi hogar.
De algún modo aquello quedó en mi subconsciente y salió así, sin más, en el ejercicio de escribir.
Para crear, tenemos allí unos 20 minutos, más o menos, en lo que escuchamos alguna música. Quizás un poco más de tiempo si no eres de los primeros en terminar.
Luego compartimos en público, en nuestra voz, pues @joalheal insiste en que ese programa es para escucharnos. Cuando el escritor lee y defiende su creación suele ser muy intenso.
(aclaro que somos aprendices de escritores 😅)
En este caso se convocó a crear un relato corto, de unas 100 palabras, a partir de dos ideas: una moneda al aire y gotas de lluvia. Podía ser una u otra. Yo usé las dos ideas.
Ya este no es el texto leído allí. Tiene más edición. Días de reposo, engavetado en Frida (mi laptop) y luego sacado tímidamente a la luz de la pantalla para corregir un poco aquí y limpiar un poco allá.
Es un proceso normal que debemos hacer todos los que nos queremos dedicar a ese oficio de escribir. Crear, engavetar, sacar, desempolvar, limpiar. Es muy sano.
Además, el mismo @joalheal un día me dijo algo que me encantó, pues tenía mucha razón. Y fue lo siguiente:
Si ya ha pasado la prueba del tiempo y te sigue gustando, pues ese texto es bueno.
Estoy parafraseando. Estas no fueron sus palabras originales. Quizás él viene aquí y me las recuerda.
😉
Y bueno, sin más:
Sandor y su moneda de oro
La regadera del cielo descargó brevemente su líquido vital, sin que la tierra quedara satisfecha. Pocos minutos después, en el planeta sediento, la gente seguía corriendo exasperada, incoherente.
Desde el lugar donde se encontraba Sandor, jugueteando con una moneda de oro, no se escuchaba sonido alguno, aunque los cuerpos tragados por las anchas bocas de concreto, se sabía que gritaban con desesperación, sin apenas poder comunicarse entre ellos.
Sandor lanzó la moneda con parquedad una última vez, se llenó de luz, descargó su cicatriz silenciosa en la lejanía y partió la tierra en dos, con ganas. El trueno no se hizo esperar.
Desde ese día, los humanos se asoman a la franja púrpura y se preguntan quiénes les visitaron dejando tan curiosa marca.
Fin
La foto de portada es de un día de lluvia, casi anocheciendo, acá en La Habana.
Muestra la calle 100, poco antes del puente de Boyeros.
Allí donde se ve un grupo de personas de pie, suelen detenerse algunos transportes, que pueden ser ómnibus (guaguas), autos, máquinas, tiñosas 😂 (unicornios no), con destino a Pinar del Río o en esa dirección.
En la siguiente imagen (que escondí) está lo que más odio que me suceda, si me agarra la lluvia fuera de casa 😂/
Sé que es tonto, pero... grrrr 😖