A nuestros hijos les podemos dar los regalos más increíbles del mundo. El mercado está lleno de juguetes que pueden ilusionar a cualquier niño y que los pueden hacer felices por un largo rato así como “aburrirlos” a las pocas horas.
Hay regalos que estimulan su creatividad como son las pinturas, los colores, un libro de cuentos; otros estimulas las habilidades como serían los juegos de construcción, tacos, legos, juegos de vídeos. Hay juegos que los fortalecen en sus destrezas sociales como los juegos de mesa, en fin la lista es larga y la mayoría cumple más de una función.
Cuando adquirimos un regalo para los niños este puede tener muchas buenas intenciones y por lo general para que el niño lo acepte como un “buen regalo” nos detenemos a pensar en sus gustos, inclinaciones, deseos porque, la idea principal es hacerlos felices.
Hay regalos que no tienen nada que ver con lo material son los que llamo Regalos para la vida, que si bien requieren de una entrega por nuestra parte como es dar tiempo de calidad, en ellos también entregamos nuestros afectos, respeto, tolerancia, paciencia, empatía que quedan en la vivencia del niño para toda su vida y de alguna manera son aquellos que en un momento dado le darán arraigo en la familia, los recordará como los bellos momentos pasado en la niñez y adolescencia con sus padres y hermanos. Uno de estos regalos es realizar actividades al aire libre, ponerlos en contacto con la naturaleza y disfrutar de ella todo lo que nos ofrece.
Hace tres semanas retomé con mi esposo la actividad del senderismo. Cuando nuestros hijos estaban pequeños y luego durante toda su adolescencia subir cerro era parte de nuestra cotidianidad, por muchas razones la abandonamos casi durante seis años. Comenzar de nuevo ha sido una experiencia “rejuvenecedora” que nos ha llenado de motivación y entusiasmo, pero más allá de ello me he encontrado con ls agradable sorpresa de ver en el sendero familias completas, grupos de muchachas y muchachos que se divierten y retan para llegar cada vez más lejos y también algunos señores y señoras que, como nosotros, decidieron levantar las posaderas de la silla y echar a andar.
Me he sorprendido viendo niños de tres añitos, subiendo las empinadas cuestas tan llenos de energía y euforia que no dejo de pensar en el gran regalo que estos padres dan cada día a sus retoños. Detallemos este obsequio.
1.- Estrechar lazos de intimidad. Cuando veo a un papá solo con su hijo, una abuela con su pequeña nieta o a una madre tomando un respiro con su bebé pienso en ese momento tan especial que están creando con ellos, un momento que se hace propicio para profundizar en los nexos amorosos que los unen y que dan cabida a una experiencia única de comunicación centrada en la amistad, el compañerismo, la armonía…, solo es compartida por ellos dos y eso va dejando su huella de como son y pueden ser las relaciones con las personas que amamos.
2.- Compartir con otras personas. Las experiencias compartidas con varias personas le aportan al niño las vivencias necesarias para la socialización. Cuando arman grupos de adultos y niños esta interrelación, así sea entre familiares, los abre hacia el compartir, interactuar, conocer intuitivamente los estados de ánimo de cada una de esas personas que lo rodean.
Ayer, cuando veníamos bajando del cerro iba uno de estos grupos, eran con quince personas entre niños y adultos, el más pequeño, como de tres años o menos, venía subiendo con fuerza en medio de las echaderas de bromas y algarabía que traían todos. Él vio una florecita silvestre, se detuvo, la agarró y se la quería hacer llegar a la mamá que iba como diez pasos adelante. El grupo al darse cuenta la llamaron, el niño alcanzó a mamá y le dio la flor. La ternura que despertó a todos los que vimos la acción se manifestó en aplausos y bellas palabras.
Esta vivencia para un niño es nutritiva, estimulante, es cultivarle la amabilidad y atención hacia otros. Crear la oportunidad para que el compartir sea una experiencia que los nutra es un gran regalo de vida que les estamos obsequiando.
3.- Valorar la naturaleza. El parque tiene sus normas con la finalidad de cuidarlo y cuidar a los visitantes. A lo largo del sendero no hay recolectores de basura, sin embargo, no ves en todo el camino, papeles o envases de agua desechables ni cualquier otro desecho, lo cual es un indicador de que todo el que sube tiene consciencia de respeto y valoración de la naturaleza. Indudablemente estar con nuestros niños en espacio naturales se presta para reforzar conductas ambientalistas y es un súper espacio propicio para profundizan en conocimientos que posiblemente han sido dados en la escuela, tales como el suelo, las rocas, la fotosíntesis, el oxigeno, la contaminación, la flora y fauna, entre tantísimos otros porque, como dicen, la naturaleza es sabia y nos enseña algo constantemente.
Estimular el aprendizaje a través de lo vivencial es un recurso que despierta curiosidad y amor por el conocimiento, valores que como sabemos, facilitan el desarrollo cognitivo de los niños y le da una visión de que el mundo es para explorarlo y vivenciarlo, un regalo que es para toda la vida.
4.- Salud mental y corporal. Cualquier actividad física que realice el niño repercute en su buena salud corporal y mental. Las actividades al aire libre tienen la gran ventaja que dan sensación de libertad, amplitud, me gusta pensar que mentalmente abre los espacios para los cambio y transformaciones, que evita el conformismo porque esa misma amplitud exige retos constantemente.
Por otra parte, la naturaleza despierta nuestros sentidos y nos conecta con lo hermoso del momento que se vive. Sentir la brisa, escuchar las aves o el silencio, percibir los aromas de la tierra seca o húmeda, sentarse a contemplar el horizonte que se abre es enseñarles a nuestros hijos a alimentar su mente y espíritu con las cosas sencillas que nos ofrece el medio y este es un inmenso regalo para la vida.
Son muchos los regalos para la vida que podemos darle a nuestros hijos, son regalos cuando los hacemos con cariño y disfrutamos ese hacer armónico que une en la vivencia.
In English
We can give our children the most incredible gifts in the world. The market is full of toys that can excite any child and that can make them happy for a long time as well as "bore" them a few hours later.
There are gifts that stimulate their creativity such as paints, colors, a story book; others stimulate their skills such as building games, blocks, legos, video games. There are games that strengthen their social skills such as board games, in short, the list is long and most of them fulfill more than one function.
When we buy a gift for children it can have many good intentions and usually for the child to accept it as a "good gift" we stop to think about their tastes, inclinations, desires because the main idea is to make them happy.
There are gifts that have nothing to do with material things, they are what I call Gifts for life, that although they require a commitment on our part, such as giving quality time, in them we also give our affection, respect, tolerance, patience, empathy that remain in the child's experience for life and somehow they are those that at a given moment will give them roots to the family, they will remember them as the beautiful moments spent in childhood and adolescence with their parents and siblings. One of these gifts is to do outdoor activities, to put them in contact with nature and enjoy everything it has to offer.
Three weeks ago I took up hiking again with my husband. When our children were young and then during their teenage years, hiking was part of our daily routine, but for many reasons we abandoned it for almost six years. Starting again has been a "rejuvenating" experience that has filled us with motivation and enthusiasm, but beyond that I have been pleasantly surprised to see entire families on the trail, groups of boys and girls having fun and challenging themselves to go further and further, and also some men and women who, like us, decided to get off their buttocks and start walking.
I have been surprised to see three-year-old children, climbing the steep slopes so full of energy and euphoria that I can't stop thinking about the great gift that these parents give every day to their offspring. Let's detail this gift.
1.- To strengthen the bonds of intimacy. When I see a father alone with his son, a grandmother with her little granddaughter or a mother taking a break with her baby I think of that special moment they are creating with them, a moment that is conducive to deepen the loving bonds that unite them and that give rise to a unique experience of communication focused on friendship, companionship, harmony ..., is only shared by the two of them and that is leaving its mark on how they are and can be relationships with the people we love.
2.- Sharing with other people. The experiences shared with several people provide the child with the necessary experiences for socialization. When they form groups of adults and children, this interrelation, even among family members, opens them to share, interact and intuitively know the moods of each of the people around them.
Yesterday, when we were coming down from the hill one of these groups was coming down, there were fifteen people between children and adults, the youngest one, about three years old or less, was coming up strongly in the middle of the jokes and noise that everyone was bringing. He saw a little wild flower, stopped, grabbed it and wanted to give it to his mother who was about ten steps ahead. When the group noticed it, they called out to her, the boy reached his mother and gave her the flower. The tenderness that awakened all of us who saw the action was manifested in applause and beautiful words.
This experience for a child is nourishing, stimulating, it is cultivating kindness and attention to others. Creating the opportunity for sharing to be an experience that nurtures them is a great gift of life that we are giving them.
3.- To value nature. The park has its rules in order to take care of it and to take care of the visitors. Along the trail there are no garbage collectors, however, you do not see disposable paper or water containers or any other waste along the way, which is an indicator that everyone who climbs the trail is conscious of respecting and valuing nature.
Undoubtedly, being with our children in natural spaces lends itself to reinforce environmentalist behaviors and is a super favorable space to deepen knowledge that may have been given in school, such as the sole, rocks, photosynthesis, oxygen, pollution, flora and fauna, among many others because as they say nature is wise and teaches us something constantly.
Stimulating learning through experiential learning is a resource that awakens curiosity and love for knowledge, values that as we know, facilitate the cognitive development of children and gives them a vision that the world is to be explored and experienced, a gift that is for life.
4.- Mental and physical health. Any physical activity that the child performs has an impact on their physical and mental health. Outdoor activities have the great advantage that they give a sense of freedom, amplitude, I like to think that mentally opens spaces for change and transformation, which avoids conformism because that same amplitude requires constant challenges.
On the other hand, nature awakens our senses and connects us with the beauty of the moment we are living. Feeling the breeze, listening to the birds or the silence, perceiving the aromas of the dry or wet earth, sitting and contemplating the horizon that opens is teaching our children to feed their minds and spirits with the simple things that the environment offers us and this is an immense gift for life.
There are many gifts for life that we can give to our children, they are gifts when we do them with love and enjoy this harmonic action that unites in the experience.
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Fuente de Imagénes: Archivo personal con autorización de los fotografiados.
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